Escuela virtual de Sabiduría de Pamplona.

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Ágora de Amenábar y 5

Ágora de Amenábar y 5

© Copyright Fernando Conde Torrens, el Viernes 6-11-2.009

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        Hoy vamos a proponernos una meta asaz osada: Decir cuál fue la realidad de la historia del siglo IV en lo que se refiere a Alejandría y a Hipatia. Y ello por  disponer de dos armas que no tienen nuestros colegas. La primera, ser independientes del gancho comercial de lo que digamos. Esta Web en un Ente sin ánimo de lucro, lo que enorgullece a sus servidores y hace que se nos llene el teclado de orgullo cuando la escribimos. Ello nos permite decir las cosas como fueron, sin tener que depender de si va a ser entendido por la multitud o no, si va a tener garra comercial o no. En eso aventajamos a nuestro querido Amenábar. No tendremos presupuesto, pero tampoco esperamos obtener beneficios. Por eso podemos decir la verdad sin tener que modificar lo que sucedió, porque si decimos lo que sucedió el personal no lo va a entender. 

        Y sabemos un poquito sobre el Conocimiento; y en eso le aventajamos a La Razón, que lo aborrece sin conocerlo. Los antiguos también sabían lo difícil que es que alguien sepa por experiencia lo que es el Conocimiento, también llamado Sabiduría en la Antigüedad. Los modernos, empezando por Cirilo y sus adláteres, no sabían ni saben nada de eso y a lo más que llegan es a hablar de la «filosofía», con minúsculas, sin saber muy bien de qué hablan.

        Pues bien, lo sorprendente es que Hipatia enseñaba el Conocimiento a quienes venían a escucharla. Hacia falta pasarse largas sesiones y durante muchos, muchos meses con Hipatia para empezar a experimentar por uno mismo qué ventajas aportaba el Conocimiento y cómo se ascendía hacia él. El Conocimiento te proporciona la suficiente fortaleza interna como para que nadie te pueda hacer mal, te permite vivir libre del mal, permanentemente feliz, digan lo que digan los demás; y hagan lo que hagan. Y esto en la Antigüedad era apreciado.

        Hipatia (355 ó 370-415) enseñaba en la Alejandría del año 400 de nuestra era el mismo Conocimiento que enseñaba Sócrates en la Atenas del año 400 AEC, o que Epicteto en la Nicópolis del año creo que 70 EC, el mismo que Plotino (205-270) en Alejandría y luego en Roma. El mismo que se enseñaba en las Escuelas de Atenas, en la escéptica, en la estoica y en la epicúrea. Eso antes de que Teodosio ordenara su cierre para siempre. Y, por sorprendente que pueda sonar, el mismo Conocimiento que enseñaba Nestorio, patriarca de Constantinopla, defendiendo una versión del Cristianismo que, de haber triunfado, otro gallo nos cantara a Occidente. Pero Teodosio y la versión nicena se impuso y así nos ha ido.

        Si uno se interesa por saber detalles de la vida de los personajes citados, verá que hay coincidencias de comportamiento. Y eso que las noticias que nos han llegado de ellos provienen de sus adversarios ideológicos, de los cristianos. Que son los únicos de los que quedan textos en abundancia, que de los amigos del Conocimiento no ha quedado prácticamente nada, los enemigos del mismo se han encargado de ello. Ya se ve, aun hoy en día, la que arman los enemigos del Conocimiento cuando a alguien se le ocurre no ya publicitarlo, por lo de no ser comercial, sino hacer una película de una que lo tuvo ¡¡ sin decir siquiera que lo tuvo !! 

        Por eso en la película Hipatia se habla tanto de los astros y de la Física. Es políticamente más correcto, comercialmente más apropiado, socialmente mejor aceptado e ideológicamente menos complicado. La elección era clara como tema de una película que, por estar muy bien hecha, debía, además, ser comercial. 

        Y La Razón tiene mucha razón en arremeter contra el film, porque dicho film comete el error descomunal, imperdonable, de sacar a colación a alguien de la oposición, a Hipatia, personaje por el que La Razón, no sin razón, no siente ninguna simpatía. Y emplea, para desprestigiarla, el método que hemos descrito, que consiste en inventarse intenciones que sólo existen en la mente del articulista y argumentar contra ellas, con lo que uno siempre vence sobre sí mismo. Con ello sólo logra convencer a los que ya estaban convencidos antes de leer el «desmonte del Ágora» y que tampoco hubieran ido a verla, aunque no se hubiera escrito el artículo aquí diseccionado.

        No creo que el Cristianismo sea el causante del ocaso el Imperio Romano de Occidente. Pudo ser un factor de desunión durante un tiempo, el final del siglo V y gran parte del VI, que es cuando el Imperio de Occidente sucumbió. Pero pienso que Occidente estaba condenado y que hubiera caído asimismo con los cultos a los que el Cristianismo expulsó de malas maneras. Es cierto también lo de que con la invención del Cristianismo se dio un tremendo paso hacia atrás, no sólo ni principalmente en la Ciencia, sino especial y fundamentalmente en el Conocimiento, Sabiduría o Filosofía, a las que el Cristianismo se propuso hacer la guerra y borrar del mapa desde el origen. Basta leer a los Padres Apostólicos para captarlo con claridad cristalina, que decía Tom Cruise con su sonrisa aniñada. 

        Y es correcta la opinión que Voltaire dejó flotando en el aire de que desde Hipatia, las tinieblas invadieron Europa. Y aún no ha amanecido, defiende un servidor. En esto de saber vivir, el golpe de estado de Teodosio con el invento de Constantino nos ha atrasado unos 1.600 años, si hablamos de España, y 1.500 si hablamos de Francia y su Revolución Francesa. A lo que hay que sumar los siglos que nos faltan para recuperar la cultura del Conocimiento, que en tiempos de Hipatia llevaba la friolera de 800 años circulando sin trabas por todo lo que luego sería el Imperio Romano. Supongamos que recuperamos dicha cultura en los próximos … 200 ó 300 años. Sumando amabas cantidades nos dan los 1.850 ó 1.750 años de atraso por la jugada teodosiana.

        Hoy está descartado que el Estado, o el Presidente de los Estados Unidos, es un decir, puedan obligar a todos los ciudadanos sometidos a su mandato a tener las mismas creencias. Y lo mismo opinaron los 12 Césares, de Julio César a Domiciano, en el siglo primero, que dejaron las cosas estar en esto de la ideología. Y los Emperadores filósofos, en el siglo segundo, de Nerva a Marco Aurelio, que favorecieron los cultos múltiples, cada mochuelo a su olivo. Pero llegaron Constantino y Teodosio, en el siglo cuarto, empezaron a meter el morro en esto de las conciencias y se acabó la libertar religiosa de que se había gozado en la culta Europa  per secula seculorum. Libertad que nos ha costado recuperar 1.600 años, siglo arriba, siglo abajo. 

        Cambiaron el mundo, lo atrasaron 1.800 años. Si eso no es cambiarlo …

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