«Capacidades Superiores y conexión 1» es la primera entrega de dos, enfocadas al contacto con el «equipo sutil». A nadie se le pide aquí que crea nada. Lo bueno de las Leyes de la Naturaleza es que se verifican por ellas mismas. Sólo basta pulsarlas. Pero hace falta un dedo que pulse, claro …
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© Copyrigth Fernando Conde Torrens, el miércoles 20-2-2019
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Hacer ver, a quien no se interesa por el tema, las ventajas de poner a punto las Capacidades Superiores es una labor ímproba, condenada al fracaso la mayoría de las veces. Otra cosa es con los “buscadores”. Y para ellos es este artículo; para quien ha practicado, ha obtenido algo y desea más.
Una ventaja, la menor, de poner en marcha las Capacidades Superiores es que nos relativiza la vida de todo lo de aquí. Porque las cosas van a su sitio, tienen la importancia real, no las que nos imaginábamos.
Otra es que nos prepara para el momento en que debamos dejar esta vida, porque nos hemos familiarizado ya con lo que nos espera, nos hemos habituado a vivir entre ellos, hemos adquirido, poco a poco, sus formas de ser.
Además, nos proporciona la Felicidad permanente, algo que en «la Meseta» no se turba nunca.
Pero el aspecto que vamos a tratar hoy es otro: Nos permite el contacto diario con nuestros Guías. Ellos son miembros de nuestro “equipo sutil”, que vendría a ser la familia que hemos forjado Allá, personas con un parecido nivel de Evolución que se juntan para ayudarse en la tarea que aún les falta, completar su proceso de Evolución. Algunos de ellos nos acompañan aquí. Están al tanto de cada cosa que hacemos y que pensamos. Y cuidan de nosotros. Para facilitar nuestra misión, evolucionar, en la medida de sus posibilidades.
Ellos, que son Capacidades Superiores puras, limpias, sin nada más, sólo pueden comunicarse con nosotros con ellas, ya que no tienen otra cosa. Por eso les resulta casi imposible hacerlo si no las hemos desarrollado aún. De ahí la importancia de hacerlo, de ponerlas en marcha, de operar con ellas todos los días. Lo ideal es tenerlas implantadas como mente y corazón por defecto, es decir, que la Mente Superior sea la mente que usamos a diario, siempre. Y que el Corazón Superior sea nuestro corazón habitual, con el que sentimos, a todas horas, todos los días. Eso es «la Meseta«.
Pero, si eso no se ha logrado todavía – y es una Meta terriblemente ambiciosa – al menos que todos los días, o casi todos, encontremos un rato para darnos cuenta de que, eliminado toda preocupación mundana, tengamos la tranquilidad necesaria para conectar con la Capacidad Superior que más a mano nos cae: La MS los mentales, y el CS las personas emocionales. Para que en ese rato “nos pongamos a tiro” de nuestros Guías y puedan inspirarnos lo que tiene que decirnos de cara al corto plazo, si algo hubiera.
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Pensamiento involuntario
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Vamos a ver hoy una forma de conexión intermedia, un lenguaje sutil, un truco. No para recibir ideas o mociones, sino para ser conscientes de su presencia. Creo que las llaman “sincronías” y también, tal vez indebidamente, “sincronicidades”. Una sincronía es cuando dos sucesos se dan al mismo tiempo, a la vez. Viene del griego “sun” (pronunciar “sin”) = juntamente, a la vez y cronos = tiempo. Aquí hay tres hechos que se dan a la vez: El impulso de ellos, un acto reflejo nuestro y un momento especial, que debe ser pactado previamente.
Explicaré primero cómo empezó esto en mi caso. En un trabajo comercial que tuve hace años, siendo autónomo, debía visitar Clientes que estaban en Sevilla, Málaga, Murcia, Alicante, Valencia y Barcelona. Ello me obligaba a hacer la “gira Sur” – así la llamaba – cada tres meses, aproximadamente. Tres o cuatro viajes al año.
Necesitaba cinco días laborables para visitarlos a todos. De ahí que debía aprovechar el fin de semana para el trayecto más largo, que era ir desde Pamplona a Sevilla. Saliendo de viaje a las 10 de la mañana, llegaba a Sevilla al atardecer. En aquel entonces no había autopistas en España. Tampoco mi coche tenía aire acondicionado.
De modo que mi viaje era tranquilo, tenía todo el día por delante. Al salir de casa ponía el cuenta-kilómetros auxiliar a cero, para poder pasar los gastos de kilometraje. Iba conduciendo un día y, al cabo de una hora o algo así, se me ocurrió mirar a ver cuántos kilómetros llevaba recorridos. Y el cuenta-kilómetros marcaba 100. Pensé para mí, “¡vaya, qué casualidad!” Seguí el viaje sin darle importancia. Al cabo de otro rato, la vista se me fue al cuenta-kilómetros. Y esta vez marcaba 200 km. Pensé: “¡Demonios, esto ya no es casualidad!”
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………. Fernando Conde Torrens es autor de “Año 303. Inventan el Cristianismo”, recientemente editado, “Simón, opera magna”, “El Grupo de Jerusalén”, “La Salud” y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En https://sofiaoriginals.com expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.
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