Escuela virtual de Sabiduría de Pamplona.

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Dolencias 2

Dolencias 2

 © Copyright Fernando Conde Torrens      144

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……….Hablando de dolencias, tratemos de concretar la actitud a tomar ante ellas una vez que se han producido, una vez que notamos los síntomas. Será fácil saber si estamos entre una agresión de tipo mental-emocional, cuya causa es un disgusto pasado, una inmersión, a agresión física leve y desapercibida, o una agresión física evidente. Para el gráfico a preparar las hemos clasificado según la gravedad. Dolencias 2

Son, por tanto, del Tipo 1 las agresiones emocionales tipo disgusto, que nos pasan completamente desapercibidas. Llamaremos del Tipo 2 las agresiones físicas leves y desapercibidas, tipo inmersión. Y serán del Tipo 3 las agresiones físicas evidentes. Establezcamos una escala del 1 al 3. Uno para las agresiones tipo disgusto. Dos para las agresiones por inmersión, que pasan desapercibidas en el momento. Tres para las agresiones físicas flagrantes.

.Adelantemos que el gráfico no es Matemática pura, es flexible, es aproximado. Pero su misión no es tanto encajar en un intervalo numérico nuestras dolencias, sino más bien conocer nuestro organismo y darnos cuenta de cómo “enfermamos”. El gráfico, con toda su imperfección, es cualitativo, no cuantitativo.

.Empezaremos anotando el proceso que soporta nuestro organismo en dolencias de los tipos 2 y 3, que son las más frecuentes, las más visibles, las más evidentes. Y las más cortas. Por eso podemos sacar los datos con facilidad, porque se curan en … una semana. Son del Tipo 2 las agresiones leves, desapercibidas hasta que llegan los síntomas. Y son del Tipo 3 las agresiones físicas evidentes. No todas las agresiones del Tipo 3 son martillazos o golpes en un ojo. Entran en este Tipo 3 las contracturas, las roturas de fibrillas haciendo un ejercicio algo violento. Hace poco he sido testigo cercano de una rotura de fibrillas.

La característica de las agresiones del Tipo 3 es que se evidencian de inmediato, porque el cuerpo avisa. Sentimos dolor en cuanto se ha producido la lesión, la Agresión. Anotemos cuándo se produjo la agresión y la duración de ésta. Observemos el desarrollo de la recuperación, cuánto tiempo tarda el organismo en recuperarse. Y anotémoslo. Lo que nos interesa es la relación entre la Recuperación y la Agresión: Cuántas veces mayor es el tiempo de la Recuperación que el tiempo de la Agresión.

Hallemos el cociente Tiempo de la Recuperación entre Tiempo de la  Agresión. El tiempo mínimo de una Agresión es una hora. Un golpe en el ojo con la puerta, cuenta, para este cociente, como una Agresión de una hora. Veremos que la relación entre la Recuperación y la Agresión es muy alta.

Conforme la Agresión deja de ser violenta y pasa a ser suave, inadvertida, nos alejamos del tres y nos movemos hacia el dos. Por ejemplo, será Tipo 3 claro un golpe con un martillo, pero una rotura de fibrillas por ejercicio indebido, estará entre el Tipo 3 y el Tipo 2. Digamos que será Tipo 2´5. Y unas agujetas por ejercicio excesivo podrían catalogarse como una inmersión en una actividad levemente agresiva, o incluso más cercana al Tipo 1.

En general, una Agresión Tipo 1 es advertida de inmediato, porque nos golpea de manera evidente. Una Agresión Tipo 2 tarda en advertirse 24 horas. En una Agresión del Tipo 1, disgusto emocional mantenido, tardan en aparecer los síntomas entre 15 y 30 días. De ahí el medir el tiempo en que tarda en aparecer los síntomas, para poder situar la  Agresión en el gráfico.

Si vamos recopilando con paciencia cómo reacciona nuestro organismo y cuánto tiempo tarda en recuperarse de las diferentes faenas a que le sometemos, obtendremos un gráfico parecido al que sigue.

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Dolencias 2

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La línea roja une las recuperaciones más lentas, las de Máxima duración. La línea verde, las recuperaciones más rápidas, la de  mínima duración. Todos los puntos de nuestras dolencias estarán entre ambas líneas. Porque obtendremos una nube de puntos.

Pero ya hemos indicado que el objetivo de este trabajo no es lograr un gráfico perfecto, sino llegar a una comprensión perfecta de la fascinante máquina que es nuestro cuerpo. Él reacciona siempre, y reacciona igual, alterándose, inflamándose.

Deberemos localizar nuestro comportamiento perfecto: Nuestro cuerpo no agredido. Y ver sus constantes. Y a partir de ahí, captar el menor desarreglo, alteración o estropicio. Por pequeño que sea. Tiene una causa: Una agresión. Localicémosla. Nada de “es la edad” o “Cualquiera sabe, cualquier cosa”. No. Hay una agresión causante de ese desarreglo. Una copa de vino puede ser la agresión/causa de un mínimo desarreglo digestivo. Aquí no decimos “no bebas ni gota de vino”, sino aprende y elige. Pero elige con conciencia clara.

Y entonces, cuando conozcamos de verdad a nuestro cuerpo comprobaremos:

* Que a toda Agresión  reacciona o protesta SIEMPRE de la misma manera, inflamándose.

* Que se cura él solo, si dejamos de agredirle.

* Que podemos ayudar a la recuperación cuanto más cerca del Tipo 1 estamos.

¿Qué pasa si persistimos en la Agresión? La inmersión permanente en tabaco, deja vivir hasta los 75 años, aproximadamente. La inmersión permanente en alcohol no deja al adicto jubilarse; se lo lleva entre los 55 y los 65 años. La inmersión en las drogas, hace su trabajo antes. Nótese que el alcohol hace perder la conciencia al que abusa de él (borrachera). El tabaco, no. Porque es menos agresivo y deja vivir más.

No reconocer y no parar las agresiones que causan las dolencias produce en los humanos efectos dañinos. Les llaman enfermedades degenerativas y crónicas, pero lo que hay detrás es una agresión permanente, crónica, ignorada.

Otro aspecto sobre el que conviene pararse un instante: En las alteraciones de la salud se da siempre un fenómeno de acción-reacción, de causa-efecto, de AgresiónInflamación. Las dolencias no aparecen solas, no se contagian por dentro, ni es cosa de virus o bacterias malignas. Las dolencias no se multiplican por generación espontánea, desde dentro, por contagio, de un órgano a otro, por «metástasis». Hace falta que se dé otra Agresión diferente para que surja otra dolencia / inflamación en otro órgano distinto.

Y, si distinto es el órgano, distinta es la emoción /disgusto. Si la mala nueva de que tenemos una dolencia seria nos provoca un miedo atroz, eso genera otro disgusto, que se manifestará cuando entremos en relax, en vagotonía, tras superar el primero. No es contagio interno, ni transmisión, es el disgusto producido por el miedo a los posibles efectos de la primera dolencia. Sin disgusto no hay dolencia. Por eso es bueno saber, para no temer.

Trate de hacer el lector el gráfico de cómo funciona su máquina, pero, sobre todo, acostúmbrese a observarse con lupa y a averiguar de dónde vienen realmente las cosas. Saber es poder.

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……….Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén»,  «La Salud», recientemente «Año 303. Inventan el Cristianismo» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En  https://sofiaoriginals.com/ expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser
humano.

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