Escuela virtual de Sabiduría de Pamplona.

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Donde no puede estar una tumba 4 de 4

Donde no puede estar una tumba 4 de 4

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……….. Fue su madre, Elena, la que le descubrió el crimen de Fausta. Pero ahora su madre, Elena, estaba quejosa con él y le echaba en cara haber ordenado la muerte de su nieto mayor, Crispo, al que estaba muy unida. Constantino sabía que su madre era insistente y que lo trataba aún como si él fuera el hijo y ella fuera la madre. Sin percatarse de que ahora él era el Emperador de todo el Imperio y que se le debía obediencia absoluta. Y nula crítica por sus decisiones, que eran siempre lo mejor para el Imperio, que ahora dependía todo de él.

……….. Por eso había decidido mandar a su madre lejos, a Jerusalén, a que construyera templos al Hijo de Dios y se olvidara de su nieto de una vez. Felizmente, su madre había aceptado la misión y había salido con una gran comitiva de acompañamiento, dispuesta por él, camino de Siria. Constantino le había proporcionado la idea que tenía él de los Templos que había que construir y esperaba que con la edad que tenía su madre, ese tema de los Templos le llevara los pocos años que pudieran quedarle de vida. Mataría así dos pájaros con una flecha. Al mismo tiempo que salía su madre en caravana, Constantino envió mensajes a los tres mandatarios más insignes de Jerusalén, con órdenes bien claras de cómo manejarse respecto el cometido de su madre. Deberían satisfacerla en todos los aspectos, tratándola como si fuera él en persona.

……….. Sigamos nosotros el curso de la comitiva de Elena. Fruto de unas instrucciones que no conoce, Elena se va a encontrar con la plena colaboración de todas las autoridades de Jerusalén y de toda la Palestina. Ella buscaba la cruz de Jesucristo, pero por más que buscaron en calabozos y mazmorras, no pudieron encontrar tres cruces juntas en cárcel alguna. Le explicaron que sin duda se volvieron a utilizar y posiblemente se separaron, pues no todas las semans crucificaban a tres malhechores a la vez … 

……….. Se conformó entonces con encontrar el lugar del sepulcro de Jesucristo.

……….. «Eso ya es más fácil, Augusta«, le dijo el Gobernador. «Porque un lugar así es grande y no se habrá movido de donde estuvo en tiempos del divino Tiberio. Dejadme que haga algunas indagaciones con los más ancianos del lugar.»   

……….. El Gobernador de Palestina, que había venido de Cesarea a Jerusalén, se reunió con sus ayudantes, tratando de encontrar un lugar en el que se pudiera defender que hubo 300 años antes una tumba.

……….. «Debiera estar situada extramuros de la Segunda Muralla, Gobernador.» Le dijeron de entrada. Sacaron mapas de la ciudad de tiempos de Augusto y allá estaba la Segunda y la Tercera Muralla. Y en ella se veía claramente el lugar de las ejecuciones de los reos. Estaba en un alto, como no podía ser de otro modo, para que se viera desde las murallas de la ciudad.

……….. «Habrá que elegir un lugar más alejado de las murallas que el lugar del suplicio …» dijo el Gobernador pensativo. Y entonces a su ayudante se le ocurrió una idea.

……….. «Señor, se podría aprovechar el terreno que recientemente hemos expropiado al publicano Joseph ben Alí … Está más cerca de las murallas, pero nos saldría gratis y daría de sobra para un sepulcro y para media docena de sepulcros …«

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Plano topográfico de Jerusalén en 1.866. Misión francesa en Jerusalén.

Donde no puede estar una tumba 4 de 4

[Fuente: Les derniers jours de Jerusalen» de F. de Saulcy. París, 1.866]

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……….. «Pero – objetó el Gobernado – sería un sacrilegio meter en la ciudad la tumba de un difunto … Es contrario a todas las leyes de Roma.«

………..  Su ayudante tenía la respuesta preparada:

……….. «Tenéis razón, Dómine, si se tratara de un difunto. Pero no estamos buscando un lugar para la tumba de un difunto, sino para la tumba de una idea …«

………..  En la sala donde se celebraba la reunión se extendió un silencio absoluto . Todos estaban asumiendo las palabras del ayudante. Entonces éste prosiguió.

………..  «Todo sabemos, Dómine, que en tiempo de Tiberio, y bajo Pilato, no hubo aquí ningún ajusticiamiento a nombre de ese «Iesus Nazarenus«. Pero nuestro Augusto tendrá sus motivos para promover tal idea. Y nosotros debemos secundarle en sus propósitos.»

……….. El Gobernador lo pensó por un momento. Todos estaban de acuerdo, ya tenían el lugar de la tumba del tal «Iesus«. Él convencería a la mujer de que ése era el sitio que andaba buscando. Además, ordenó coger tres cruces viejas, desmontarlas y esconderlas en un recoveco del lugar.

……….. Y así Elena quedó encantada con la rápida solución encontrada a los dos problemas, la tumba y las cruces. La leyenda de que con una de ellas un moribundo se había curado fue un relato medieval para «edificación» del pueblo cristiano. No les costaba nada y detalles como ése encantaban al populacho.

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