Egipto Antiguo 162 Magnanimidad de César en África, donde perdona a la mayor parte del personal civil.
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© Copyright Fernando Conde Torrens, el 1-1-2.014
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En el anterior artículo hemos visto cómo las tropas de Escipión, sin mandos, se ensañan con los civiles y pasan por la espada a todos los habitantes de una villa. Catón, gobernador de África, logra que esos soldados abandonen Útica, sobornándolos.
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Mapa de la zona de la guerra de África, con Leptis Minor
(Fuente: Atlas Antiquus. Dr. Henry Kiepert. 10th Edition. Dietrich Reimer. Berlín, 1.890)
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César no tardará en aparecer a las puertas de Útica. Catón no tiene tropas suficientes para defender la ciudad. Durante bastantes años se ha opuesto a César con todos los medios a su alcance. Sabe que está perdido. César no puede perdonarle la vida. Pensando en los suyos, confió sus hijos a un pariente lejano de Julio César, llamado Lucio César, y, ya decidido, simulando acostarse como un día más, se retiró a su habitación.
Pero antes había llevado a la misma una espada y con ella, una vez solo, se la hincó en el vientre, lanzándose sobre ella mientras la sujetaba contra sí. Con la espada clavada, cayó al suelo. Los familiares y el médico oyeron la caída. Subieron corriendo y lo encontraron en el suelo, con la espada clavada en el bajo vientre. Lo levantaron, retiraron el arma y cerraron la herida.
Pero él dijo a su hijo, que estaba con él:
«Siempre me has obedecido, has sido un buen hijo. No me falles en el momento más importante de mi vida, cuando me dispongo a marchar. Me debes respeto, y por eso te exijo que me dejes hacer mi voluntad. Es posible que no tardemos mucho en encontrarnos.«
Y diciendo esto, se retiró de una manotazo las vendas con las que trataban de contener la fuerte hemorragia que sufría. El hijo agachó la cabeza y, llorando, hizo una señal de asentimiento. Todos permanecieron en la habitación hasta que Catón, unos minutos después, expiró.
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Instrumental médico romano, de bronce, hallado en Pompeya
(Fuente: La Ciudad Antigua. Atenas y Roma clásicas. Peter Connolly – Hazel Dodge. Acento Editorial, 1.998)
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Al día siguiente, Lucio César convoca al pueblo de Útica, a cuantos quedaban en la ciudad, nobles y plebeyos, libres y esclavos y les dice:
«Ciudadanos de Útica, todos sabéis ya que el gobernador Catón ha querido pagar la derrota que Julio César ha infringido a sus tropas, allá en Thapsus, y se ha quitado la vida. Entendía que era un obstáculo para el futuro de la ciudad. Él no podía rendirla al vencedor, y tal vez por eso ha preferido marcharse. No hay nada que impida que Útica siga su historia como colonia romana y capital de la provincia de África.»
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Vasos de bronce para las sangrías, método usado hasta el siglo XVIII
(Fuente: La Ciudad Antigua. Atenas y Roma clásicas. Peter Connolly – Hazel Dodge. Acento Editorial, 1.998)
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«Abramos las puertas de Útica al nuevo gobernador, abramos Útica al futuro y al nuevo Imperator de Roma, Julio César. Le conozco y sé que es respetuoso con los muertos y generoso con los vivos. No tiene sentido que nosotros, ciudadanos civiles, le neguemos lo que nuestros soldados no pudieron defender.«
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Norte de África en época republicana
(Fuente. Historia del Mundo Antiguo. Ediciones AKAL, S.A. Tomo 41. Marco Simón. 1.990)
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El discurso de Lucio César fue aclamado por todos los presentes. Y las puertas de Útica se abrieron al vencedor de Thapsus. Mesala y sus jinetes tomaron posiciones en todas las puertas. Un par de días después de la batalla, César con el resto de las Legiones sale de Thapsus hacia el Norte, por la carretera de la costa. Llega a Uzita, donde había un almacén de Escipión con material de guerra, abundante trigo y otros pertrechos, ahora sin guarnición, pues todos los soldados de la misma habían huido, y se hace con todo ello. Su camino le lleva a Hadrumetum, donde encuentra a Quinto Legario , el legado del proprétor, y al hijo del gobernador, Gayo Considio, hijo, a los que perdona la vida. Deja en la ciudad una Legión al mando de Livineyo Régilo, y se dirige a Útica.
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Interior de la casa de los Griffi en Pompeya
(Fuente. Historia del Mundo Antiguo. Ediciones AKAL, S.A. Tomo 42. J. F. Rodríguez Neila. 1.990)
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Después de pacificar la ciudad y ponerla en manos de la caballería de César, Lucio César pide al comandante de la caballería que le dé una pequeña escolta para dirigirse al encuentro del Imperator. Mesala ya ha enviado un par de correos con las últimas noticias en Útica, informando a César de la muerte de Catón y de la rendición de la ciudad. Accede a la petición de Lucio César y éste parte de Utica en dirección a Thapsus. A media tarde se encuentran con las tropas de César que se dirigen a Útica y es recibido por César.
Cuando le llevan a presencia del general, Lucio se tiende a los pies de César y le ruega por su vida, lo único que le pide. César no piensa en ningún momento en tomar venganza en la persona de un miembro de su familia y le perdona su alianza con sus enemigos. Lo mismo hará con los personajes más altos que han quedado en Útica, entre ellos varios senadores que tomaron partido por Pompeyo, le acompañaron en su exilio a Oriente y, tras la batalla de Farsalia, huyeron a África. También perdona al hijo de Catón, al que no hace responsable de las posturas tomadas por su padre.
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Enlace con el próximo día: Egipto antiguo 163. Las desventuras del vencido rey Juba.
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Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En https://sofiaoriginals.com expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.
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