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Egipto Antiguo 173 Egipto y Roma en el futuro

Egipto Antiguo 173 Egipto y Roma en el futuro, según pactan Julio César y Cleopatra cómodamente instalados.

 

© Copyright  Fernando Conde Torrens, el Lunes 17-2-2.014

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          En el anterior artículo hemos visto a Cleopatra y Julio César charlando. En el presente, prosigue la conversación.

        – «Desde luego, lo hace.» Y viendo que en la interrogante de Cleopatra había una pregunta tácita, César continuó. «Algo así se me ocurrió. Te lo tenían que haber dicho. Y como ese tipo de enseñanzas no es obra de un padre, sino de mujeres, tenían que haber sido mujeres. A lo que no llegaba era a las fuentes. Pero lo has dejado perfectamente claro, amor mío.»

        Ambos guardaron silencio. César necesitaba romperlo. Y volvió a preguntar.

        – «¿Todos tus criterios para el gobierno de tu país son obra de tu padre? ¿O has tenido alguna otra fuente de información?»

        Cleopatra sonrió. Sabía que no podía ser totalmente franca con su amante, dependía demasiado de él. Pero veía claro la razón de esta nueva pregunta, mucho más inocua.

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Relieve de Roma en época de Julio César

Egipto Antiguo 173 Egipto y Roma en el futuro

(Fuente: Historia de la Humanidad, Tomo 11. Roma Imperial. María José Hidalgo et alia. Arlanza Ediciones, S.A. 2.000)

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        – «En su mayoría son frutos de las conversaciones que nuestro padre tuvo con mi hermano mayor y conmigo. Lo hizo en sus dos últimos años de gobierno. Se dedicó a educarnos para ser monarcas de Egipto. Y lo hizo muy bien, ahora lo veo claro. Entonces no lo vi, y no le pregunté todas las dudas que me han surgido más tarde, cuando tuve que tomar decisiones de gobierno y decisiones personales.

        Recuerdo que en una de las últimas sesiones que tuvimos con él, me atreví a preguntar algo que me rondaba la cabeza desde tiempo atrás, pero no me atrevía a formular la pregunta, ya que casi era una reprensión. «Padre – le dije – y tú has aplicado todas estas reglas que nos estás dando?»

        Mi padre se quedó mirándome seriamente. Por un instante pensé que me iba a soltar un improperio y a expulsarme de su presencia. Pero al poco dulcificó su rostro y con una mirada de comprensión, me respondió:

        «Buena pregunta, hija mía. La verdad es que no. Han sido los años y haber cometido muchos errores los que me ha llevado a comprender lo que he hecho mal en mi reinado. Y enseñándoos todo esto a vosotros dos pretendo compensar a mi pueblo por lo mal que lo dirigí. Estoy seguro de que vosotros lo haréis bien. Dejad en algún lugar constancia de que fueron mis enseñanzas las que os prepararon para gobernar Egipto.»

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Parte Sur-Oeste de Roma, con el Panteón en el centro.

En primer plano, el Tíber y las murallas de Aureliano, muy posteriores.

Egipto Antiguo 173 Egipto y Roma en el futuro

(Fuente: Atlas of the Roman World. Tim Cornel & John Matthews. Facts On File. New York – Oxford. 1.982)

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        – «¿Y lo has hecho?»

        – «Sí. Pero no hasta que tú saliste para Siria. Antes no tuve ocasión, con las disputas constantes con mi hermano y sus instigadores. En el invierno pasado y en el Templo de Dendera erigí una estela explicándole al pueblo egipcio que todo lo que he hecho y haga en favor de mi pueblo se debe a las sabias consignas que me dio mi padre, Ptolomeo XII. A los pocos días la estela apareció encalada en blanco. Se limpió, se hicieron averiguaciones y se encontró a los culpables – dos sacerdotes ancianos que odiaban a mi padre – que fueron descuartizados, en castigo por su traición.»

        – «Bien hecho. Me refiero también a lo del castigo. Hay cosas que no se pueden tolerar.»

        – «Y ahora, mi buen César, ¿puedo hacerte yo una pregunta sencilla para ti?»

        – «¿Cómo podría negarme?»

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Parte de una legión saliendo de su campamento. Ensayando la «tortuga» o «testudo»

Egipto Antiguo 173 Egipto y Roma en el futuro

(Fuente: Historia de la Humanidad, Tomo 11. Roma Imperial. María José Hidalgo et alia. Arlanza Ediciones, S.A. 2.000)

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        – «En Alejandría me hablaste de lo que no querías para Egipto. Entonces el entorno no ayudaba a hacer planes concretos para un futuro que estaba rodeado de niebla. Ahora, un año después, ¿podrías referirme lo que deseas proponerme para Egipto? ¿Dónde encaja Egipto en tus planes para la futura Roma, bajo tu mando?»

        – «Era el primer tema que quería tratar contigo, mi Reina. Pensaba hacerlo de día y en esta Villa, pero tanto da hacerlo en este lecho y de noche. Tú y yo estamos habituados a resolver nuestras diferencias precisamente de noche. Me refiero en especial a nuestro primer encuentro, la única vez que discutimos un tanto agriamente. Tengo la idea general de lo que desearía para Egipto  Pero debía tratarla contigo y recibir tu aprobación. Una vez puestos de acuerdo en las líneas principales, los detalles los acordaremos también juntos, en este viaje.»

        Calló para ver el efecto de sus palabras. Y cuando comprendió que Cleopatra aprobaba su discurso, lo prosiguió.

        – «Quiero que Egipto se asocie con Roma. Pero no como un «reino amigo de Roma» simplemente, sino de otro modo más estable. Nadie ignora que Roma hace pactos con reinos vecinos fuertes en el momento del encuentro. Y que, pasada una o dos generaciones, otro Senado que no concedió ese derecho, lo deroga, el reino es conquistado y pasa a ser parte de una provincia romana. No es eso lo que deseo para Egipto.

        Debemos poner los medios para que se formalice un tratado especial entre Egipto y Roma. Un tratado de igual a igual. Un tratado que contemple a Egipto como reino independiente, con su monarquía. Que haga que ese respeto sea permanente, que ninguna modificación del mismo quede al arbitrio del Senado. Y que Roma siga siendo una Republica o, como espero, para a ser un Imperio dirigido por una persona fuerte. Ni debemos pretender que Egipto pierda su monarquía tradicional, que tú representas. Ni debemos querer hacer de Roma un reino al modo de Egipto. Ambos tienen su camino.»

        César calló y miró a los ojos de Cleopatra. Equivalía a pedir su opinión. Cleopatra no habló por unos instantes. Debía medir bien sus palabras, aunque esta escena ya la había previsto hasta en sus menores detalles.

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Enlace con el próximo día: Egipto antiguo 174. El problema de Roma.

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        Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En https://sofiaoriginals.com expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.

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