Egipto Antiguo 178 Caza mayor en la Ulterior, o «toda esta tierra es mía».
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© Copyright Fernando Conde Torrens, el Viernes 28-2-2.014
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En el anterior artículo hemos visto a Julio César pasando revista a sus experiencias extra-conyugales en la Hispania Ulterior.
En Roma y gracias a su nueva posición consiguió un puesto como Edil Curul el año 65. Su principal labor consistía en ocuparse de la magnificencia de los Juegos de ese año. Y César se empleó a fondo. Era otra forma de lograr el reconocimiento de la plebe.
Dos años más tarde, en el 63, con 37 años, fue elegido Pontífice Máximo, cargo en el que se enfrentó a Catulo, que contaba con el apoyo unánime del Senado. Como la elección se efectuaba en los Comitia Tributa, es decir, por las Tribus, la popularidad de César le permitió ascender al cargo.
La esposa del Pontífice Máximo tenía ciertas obligaciones relacionadas con los sacrificios a realizar a los dioses cada mes. Correspondía al Pontífice Máximo ser el portavoz del Colegio de Pontífices, formado por 15 Pontífices. Debía responsabilizarse, entre otras funciones, de los Anales Máximos, que recogían lo sucedido en el año en curso.
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Fresco romano. Museo de las Termas. Roma
(Fuente: Historia de la Humanidad, Tomo 10. Roma Republicana. J. M. Roldán et alia. Arlanza Ediciones, S.A. 2.000)
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Al año siguiente consiguió ser nombrado Prétor. De entre los ocho Prétores elegidos por las Comitia Centuriata, se eligió a los cuatro que irían a gobernar Cerdeña, Sicilia y las dos provincias de Hispania en calidad de Proprétor o Gobernador. A César le tocó en suerte gobernar la Hispania Ulterior. Como Gobernador de la misma, y con la experiencia obtenida en su anterior destino de Cuéstor, decidió que no perdería el tiempo, ni la oportunidad de enriquecerse y enriquecer a Roma. Logró ambas cosas y también creó estrechas amistades con familias hispanas prominentes.
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Roma en los tiempos finales de Julio César
(Fuente: Historia de la Humanidad, Tomo 10. Roma Republicana. J. M. Roldán et alia. Arlanza Ediciones, S.A. 2.000)
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Ni que decir tiene que su ascenso le valió una mayor cotización entre la población femenina local. Fue a la Hispania Ulterior sin su esposa Pompeya. Y en esta ocasión sólo tuvo amantes de buena familia. Se terminaron sus visitas a establecimientos públicos. En su calidad de Gobernador se relacionó con todos los personajes más importantes de la provincia. Y al invitarlos a su residencia extendía la invitación a sus esposas o hijas. Sus deseos eran ley, ya que tenía Imperium, es decir, facultad legislativa.
Se informó y la amante bailarina que antaño había tenido era ahora la esposa de un mercader cordobés que poseía una flotilla de barcos que llevaban salsa garum a Roma. No la vio, pero le dijeron que ya iba por su quinto hijo. Había engordado mucho. De las demás ni se acordaba. Ahora se ocupaba de jóvenes de mucha más valía.
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Hispania 100 y 150 años antes
(Fuente: Historia de la Humanidad, Tomo 10. Roma Republicana. J. M. Roldán et alia. Arlanza Ediciones, S.A. 2.000)
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Decidió que sus aventuras debían ser cortas, para poder disfrutar de la variedad. De lo contrario, sería como haberse traído a Pompeya con él. Ahora no tenía que irse a casa de ellas para satisfacer sus deseos. Eran ellas las que venían a su residencia cuando él las requería. Ideó un método que le dio resultado desde el primer día.
Durante la cena miraba repetidamente a una o dos mujeres, las más hermosas, acostadas en los triclinia. Al final, en la despedida, les decía en voz baja que le gustaría enseñarle las partes más interesantes de su residencia. Él se refería a su dormitorio. Y ellas así lo entendían. Casi invariablemente, al día siguiente llegaba un mensajero con una propuesta de cita. Era el inicio de un nuevo romance.
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Vaso de terracota. Museo Arqueológico. Arezzo, Toscana
(Fuente: Historia de la Humanidad, Tomo 10. Roma Republicana. J. M. Roldán et alia. Arlanza Ediciones, S.A. 2.000)
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César llegó a la conclusión de que la mujer que acepta tener una aventura a espaldas de su marido cambia su mentalidad con el cambio de lecho. Porque las encontró tan atrevidas y fogosas como eran las profesionales a las que tuvo para sí en su anterior visita a la provincia. Intrigado por este hecho, llegó a a preguntar a su nuevas amantes si eran tan desinhibidas con sus esposos. Y la respuesta fue que no, que con él cumplían con su deber de dar placer al hombre. Era fuera del matrimonio cuando ellas buscaban el suyo propio. Y César concluyó que eran iguales las romanas que las hispanas: Temían al qué dirán tanto unas como otras. Y todas querían que los hombres del entorno de su marido tuvieran una opinión adecuada de ellas.
Lo que favorecía, a su vez, que sus maridos buscaran fuera lo que no obtenían en su alcoba. Así, el oficio más placentero del mundo se nutría solo, tanto entre ellos como entre ellas. En consecuencia, César empezó a no tener el menor reparo en frecuentar a cuantas bellezas conociera. Había aprendido las mañas de las profesionales y las enseñaba a las aficionadas. Estaba contribuyendo a extender la ciencia amatoria. Era la suya una manera de mejorar la raza. Nadie se lo podía reprochar …
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Enlace con el próximo día : Egipto antiguo 179. El divorcio con Pompeya.
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Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En https://sofiaoriginals.com expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.
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