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Egipto Antiguo 64 y Ptolomeo XII 7

En «Egipto Antiguo 64 y Ptolomeo XII 7» Ptolomeo XII prepara su testamento.

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© Copyright  Fernando Conde Torrens, el miércoles 10-4-2.013

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        En el artículo anterior vimos las peripecias de Ptolomeo XII en busca del reconocimiento de Roma. La búsqueda le lleva hasta Asia Menor, a la sombra de Pompeyo el Grande, el mismo al que su hijo, que ahora contaba 14 años, mandará cortar la cabeza; ironías del destino.

        Dos años más tarde, el año 55, Ptolomeo vio cumplidas sus esperanzas y junto a un suficiente ejército romano se encaminaba desde Siria hacia el Sur, hacia el Egipto que había dejado de ser suyo. Al frente de la caballería de esa hueste estaba un joven oficial, de nombre Marco Antonio. El marido de Berenice IV, Arquelao del Ponto, vio llegado el momento de pagar por su trono. Al frente de sus soldados se enfrentó en una guerra de guerrillas con la formación romana que se dirigía hacia la capital, Alejandría. No sobrevivió por mucho tiempo y en una escaramuza resultó muerto.

        La suerte de Berenice estaba echada en cuanto su padre logró su propósito de vencer con oro el poder del augurio emitido en Roma. Sin duda que Pompeyo conocía el valor real de los augurios, el oro que los comprara. Por eso no tuvo reparos en romperlo, si el precio recibido lo merecía.

        Podría pensarse que el padre perdonaría a la hija, pero no fue así. Posiblemente, el odio albergado en esos cuatro años de exilio había abierto un abismo infranqueable entre ambos. Cuando Alejandría se rindió ante el ejército que amenazaba sitiarla, y Berenice cayó en sus manos, a los meses ordenó su padre que la ajusticiaran. Le quedaban cuatro hijos aún …

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La recolección del papiro

Egipto Antiguo 64 y Ptolomeo XII 7

(Fuente: La Cultura del Antiguo Egipto. Rebecca Kingsley et alia. Quantum Books Ltd. EDIMAT LIBROS)

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        A Ptolomeo XII le quedaba una tarea pendiente, devolver el dinero que había pedido prestado a los prestamistas romano. Éstos, ansiosos por recuperar su capital más los intereses, confiaron sus cuentas al acreedor principal, de nombre Rabirius. Como garantía para la devolución de la deuda, había sido acordado que Ptolomeo nombraría a Rabirius Administrador del reino, quien controlaría todas las transacciones que se hicieran en Egipto, hasta que la totalidad de la deuda estuviera zanjada. Y eso fue lo que se hizo.

        Claro que este acuerdo no pasó desapercibido. Rabirius tampoco perdería ocasión para hacer saber quién mandaba allí. Su control se ejerció durante un año. Tras él, no es difícil que la deuda estuviera más que pagada. Pero lo que sí sucedió es que se fue generando el mismo tipo de resentimiento popular por las medidas impositivas que tomó el romano. Como Ptolomeo ya conocía las consecuencias de las iras del pueblo alejandrino, al cabo del año, y al primer aviso de una incipiente rebelión popular, Ptolomeo XII despidió a su Ministro de Finanzas, Rabirius, y la paz volvió a reinar en el Egipto de nuevo bajo su mando.        

        Esto sucedía el año 54. Ptolomeo Auletes contaba 58 años de edad. Los excesos a que se había abandonado no le auguraban muchos años más de vida. Pensó en su sucesión. No tenía mucho donde elegir. Su hija mayor, Cleopatra, tenía 15 años. Se había mantenido al margen de los manejos políticos de Berenice. Estaba muy bien educada, era muy culta y despierta, hablaba varios idiomas, contaba con ella para su sucesión. Su hijo mayor contaba 14 años. Era un carácter mucho menos brillante que su hermana, era débil, pero era su primogénito. Contaría con él para su sucesión. Podrían casarse cuando pasaran unos pocos años.

        Su otra hija, Arsínoe, contaba 10 años de edad. Era demasiado joven y tampoco le era necesaria. Legaría el trono a los dos mayores y les recomendaría la armonía común y que se unieran en matrimonio a su muerte. Por otro lado, el pequeño sólo tenía 6 años. Su turno llegaría si alguno de sus hermanos mayores moría.

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Amuleto de loza. El ojo sagrado de Horus. Museo Británico

Egipto Antiguo 64 y Ptolomeo XII 7

(Fuente: La Cultura del Antiguo Egipto. Rebecca Kingsley et alia. Quantum Books Ltd. EDIMAT LIBROS)

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        Redactó su testamento y lo puso en conocimiento de sus hijos. Luego lo envió a Roma, en una nave con múltiple escolta y con abundantes regalos para los principales jerarcas romanos. Era su última largueza y no se quedó corto. No quiso nada con el Senado, aunque lo elogió en su testamento. Nombraba a Pompeyo su albacea testamentario. Y le rogó en un escrito privado que protegiera a sus hijos e hiciera cumplir su última voluntad. Todo ello por todo lo que habían compartido juntos.

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Enlace con el próximo día: Egipto antiguo 65 y Ptolomeo XII 8.

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………. Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En https://www.sofiaoriginals.com/ expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.

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