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El timo de la Paleografía

El timo de la Paleografía

© Copyright Fernando Conde Torrens, el Martes 22-1-2.019

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……… Ésta es la segunda parte de una serie, cuyo primera parte es un artículo anterior, titulado «La pretensión de la Paleografía«. Conviene leerlo antes que el actual.

……… Hay otro detalle que queremos traer a conocimiento del lector. No existe ninguna carrera que se denomine «Paleografía». No hay ningún oficio o estudio que dé derecho a alguien a llamarse Paleógrafo. La Paleografía es UNA ASIGNATURA de la carrera de Filología, una asignatura. Así pues, un Filólogo que se dedique a la Paleografía de manera muy especial no es un Paleógrafo, sino un Filólogo al que le atrae la asignatura o la práctica de la Paleografía. El título de Paleógrafo, si así se designa, se lo ha inventado él. Porque no existe. Ningún título universitario dirá que es Paleógrafo.

……… Otra forma de comprender el tipo de argumentos que se exponen para defender una propuesta puede verse en el enlace que ofrecemos a continuación:

3. La antigua civilización egipcia constituye un verdadero enigma.

……… 25 mar. 2017 – Ver  «No obstante, esta cronología de los hechos no cuadra con la datación de la Gran Esfinge propuesta por Robert Bauval » (En el párrafo que comienza en «¿Cómo puede un egiptólogo …?

……… Así como ver «Los dos geólogos ucranianos lanzaron una nueva propuesta muy provocativa, según la que » (También en el párrafo que comienza en «¿Cómo puede un egiptólogo …?)

……… «apartado Oldcivilizations Leído ya el 30% del documento.)

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(Fuente: http://www.eltambor.es/2017/03/la-antigua-civilizacion-egipcia-constituye-un-verdadero-enigma/)

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La gran Esfinge de Gizah

El timo de la Paleografía

(Fuente:  http://www.eltambor.es/2017/03/la-antigua-civilizacion-egipcia-constituye-un-verdadero-enigma/ )

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……… Lea el lector hasta donde le haga falta para captar los complicados argumentos que deben emplearse para defender el propio criterio. No es extraño que otros investigadores utilicen otras fuentes como base y encuentren indicios para defender una propuesta opuesta.

……… Y como de simples opiniones se trata, defendemos aquí, no es extraño lo que se dice en el artículo que estamos leyendo:

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“Cualquier evidencia que contradijera «su versión» de

 la historia de Egipto ha acabado siendo desprestigiada.

De ese modo ocurre que los nombres de Robert Schoch,

John Anthony West, Robert Bauval, Graham Hancock

y tantos otros, suelen ir acompañados de apostillas como

«pseudociencia»”

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……… De modo que podría decirse que se forman bandos y unos bandos rechazan, e incluso desprestigian, las propuestas de los de otro bando.

……… Todo esto a cuento del valor que se debe dar a la propuesta de un Filólogo que se pone a emplear el maleable instrumento del parecido de letras, para atreverse a poner fecha a la redacción de un documento que no contiene la fecha en su propio texto.

……… Veamos ahora cómo se copiaba un escrito en la Antigüedad. El lector puede pensar que como nosotros copiamos los apuntes de un compañero que nos los ha dejado una tarde porque faltamos a clase aquel día, línea a línea, con el original delante. No es así. Se copiaba formando un equipo.

……… Un equipo con un “grammateos” que hacía cabeza, sentado frente a sus subordinados, y que leía despacio el texto del original. Y ante él, en pupitres, media docena de copistas, cada cual con un taco de papiros, todos iguales, para copiar en ellos lo que leía el “grammateos” jefe. Y de una lectura pausada del texto original surgían 6 hermosas copias.

……… ¿Qué pasaba si uno de los copistas se equivocaba y cometía un error? Ponía un pequeño trazo en el margen, a la altura del error, y ya sabía que terminada la lectura, debía conseguir el original, volver a ese pasaje y escribir en el margen, siempre amplio, la frase que había omitido al escribir.

……… ¿De qué error podía no darse cuenta? Había en griego antiguo casos de una o dos letras que tenían un mismo sonido que nuestra “i”, pero no se escribía como “i”. Eso podía confundir al copista si no sabía qué palabra era la que leía el “grammateos” jefe.

……… Decimos esto porque el copista del que nos ocupamos, que debía forzarse a escribir con un alfabeto propio de siglos atrás – para dar más antigüedad a la obra copiada – dando una determinada forma a las letras, podía olvidarse por un tiempo del tipo de letra a imitar. O hacerlo en algunas letras más que en otras.

……… De ahí que – defendemos – el resultado final no sería una escritura uniforme, propia del siglo que se quiere dar como época de la redacción, sino una mezcla de escrituras de épocas “vete tú a saber cuáles”. Por tanto – si nuestra hipótesis es acertada – uno que se sirve de la Paleografía pueda encontrar algunos pasajes con algunas letras del siglo I, otros del año 200 y otros de mediados o incluso de finales del siglo III, la época de Eusebio de Cesarea y Constantino. Y elegirá la que no haya sido elegida antes, para tener cierta originalidad.

……… No se pretende en este artículo desprestigiar a nadie. Bienvenida sea la Paleografía cuando se acomode en el espacio en el que trabajó largos tiempos. Pero si Filólogos osados, interesados, con poco trabajo, o ansiosos de agradar defienden que por el formato de las letras se puede datar un documento con suficiente fiabilidad, con 50 años de margen – como hemos leído en alguna ocasión – habrá que decirles que “a otro perro con ese hueso”. O lo que es igual, que no nos tomen el pelo.

……… La Paleografía como método de datación de documentos es un timo. A lo expuesto nos remitimos.

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