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Historia descafeinada y 3

Historia descafeinada y 3

 © Copyright  Fernando Conde Torrens el Viernes 20-11-2.009

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        Hay determinados medios de comunicación de los que cabe esperar una versión no ya descafeinada de la Historia de las Ideas, sino abiertamente deformada, interesadamente sesgada. Hemos visto ejemplos recientemente, no merece la pena insistir. Una característica de los tolerantes es que deben ser tolerantes hasta con los intolerantes. Una virtud de la democracia es que no encarcela a los que se manifiestan contra ella. Una virtud de la Inquisición, por poner un ejemplo de un ente opuesto a la tolerancia, era que encarcelaba y forzaba la voluntad de las personas que manifestaban ideas contrarias a las suyas. Malo sería que nos pareciéramos a este tipo de sujetos. 

        Pero una cosa es aceptar el contraste de pareceres, como se decía antaño, permitir que todo el mundo diga lo que piensa, y otra es callarse y no defender las propias ideas. Dialogando, no belicosamente, con quienes mantienen opiniones dispares. Con los que en algún aspecto se coincidirá y en otros se discrepará. Hoy el tema en este artículo es por qué hay que investigar en tantos temas en los que los especialistas debieran dar una versión por demás precisa. 

        Y mantendré que muchos especialistas no son neutros en esto de la Historia, porque los especialistas se dividen según tres intervalos de frecuencia, dos extremos y uno intermedio. Sería deseable que hubiera una parte neutra en la parte central, pero eso no llega a ser posible por la complejidad de la vida moderna, en la que la política y la economía han entrado en todas las facetas de la vida. 

        Un extremo del conjunto de especialistas en Historia militan en la corriente de opinión del tipo «Desmontando Ágora«. Económicamente tienen fuerza. Son muy activos, muy eficaces, no paran en medios para hacer proclamar su versión de la Historia. Disponen de medios de comunicación abundantes para hacer llegar su versión a todas las partes donde se les escuche.

        Sería deseable que en el extremo opuesto hubiera otro nutrido grupo de especialistas que mantuvieran una postura opuesta, rabiosamente sincera, incluso comprensible en tal sector una cierta beligerancia, en oposición a la filosofía del extremo opuesto. Pero esta opción sólo puede operar con muchas limitaciones, ya que en ocasiones las versiones opuestas a las, digamos, conservadoras  no son políticamente defendibles, ni económicamente saludables. 

        Pondré un ejemplo vivido que condensa cuanto se acaba de decir. Hace algún tiempo tuve ocasión de pasar unos días en una extensa región hispana donde gobernaba la izquierda. Acababa de editar «El Grupo de Jerusalén» y esperaba una acogida favorable en los medios de comunicación oficiales de la Comunidad. No fue así. En bastantes sitios me encontré las puertas cerradas. Ya me volvía a mi tierra con cierta sensación de desconsuelo y extrañeza, cuando en una capital de provincia y en un medio de comunicación dependiente del Gobierno Autonómico alguien, bastante entusiasmado con la información que yo divulgaba, decidió hacerme una entrevista con una cámara de televisión al hombro, lo que creo que ellos llaman una entrevista «enlatada». Se emitiría más tarde, con una presentación introductoria, y me mandarían la cinta del programa cuando esto sucediera. Pasado un tiempo prudencial me llamó la persona en cuestión, disculpándose. El programa no se había emitido. Sus jefes le dijeron que el tema no era oportuno, ya que la Semana Santa tenía mucha tradición en aquella Comunidad. Y, claro, mi libro …

        Esto no es una queja, es una constatación. O, si se prefiere, un sucedido. No tienen la misma libertad los dos extremos para propagar sus teóricamente opuestas versiones de la Historia. Un extremo actúa a pleno pulmón, libremente, sin obstáculos. El otro actúa coartado, limitado, a medio gas. 

        ¿Qué le ocurre al gran intervalo central, a todos esos especialistas que pudieran verse libres de tendencias centrífugas? Que captan dónde está la fuerza, que dependen de la buena opinión de esa facción activa en Congresos, becas, Revistas especializadas, medios de comunicación … entidades donde uno de los extremos tiene el poder y la gloria. Y comprenden que deben ceder un poco para no desentonar. Puesto que su existencia vital depende del buen entronque con el medio, se amoldan y entran en la corriente, eso sí, procurando mantenerse no en el centro del cauce, donde impera uno de los extremos, sino cerca de la orilla, dando una de cal y otra de arena, vamos. Creo sinceramente que la entrevista comentada es una buena muestra de ese nadar y guardar la ropa, de modo que uno pueda defender su postura ante un extremo y ante otro, uno no sea felicitado ni por un extremo ni por otro, pero no se granjee enemistades eternas ni con un extremo ni con otro.

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Historia descafeinada y 3

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        El experto sale airoso de la prueba a que se ha visto sometido, pero el oyente, el lector, el espectador, el no experto, sale con una idea descafeinada de la Historia, porque recibe una versión que no es «ni fu ni fa«. Como decía el otro, «fe, fi, fo«.

        ¿Cómo eran los maromos de la Antigüedad? Respuesta honrada: Eran unas malas bestias. Con los adversarios eran crueles hasta un extremo que hoy nos resulta inconcebible, que hiere nuestra sensibilidad. Ya sé que mostrar en la película a Hipatia asesinada por sus verdugos como lo fue, desollada con conchas marinas, fáciles de conseguir en Alejandría, resultaría demasiado fuerte. Pero sería bueno que si le traen a un historiador/a para hablar de lo que sucedió, dijera la verdad y no hiciera malabarismos verbales para dar a entender que en la Alejandría del año 391 no pasó nada de particular, vamos, lo de siempre …

        Las formas de castigar a los enemigos supuestos durante la Antigüedad y durante toda la Edad Media fue despiadada, terrible, feroz, visto con nuestras coordenadas mentales y sentimentales. Pero si uno habla de Historia, eso hay que decirlo. Así se comprenderá que hemos progresado un tanto. O un amarreko.

        No he sabido de Hipatia a raíz de la película «Ágora«; la conocí hace muchos años, cuando me interesé por la Historia de las Ideas. No puedo decir donde leí la forma tremenda en que la dieron muerte, pero los textos eran coincidentes. Ahora se ha cambiado a que la golpearon con tejas: Cogieron tejas del árbol caídas y le dijeron, «has sido una niña mala; toma, por mala» y la mataron a tejazo limpio. Eran malos, pero fueron considerados. Y en el film, todavía se le ahorran los tejazos. Hay que reconocer que Amenábar es una persona moderada.

        Por eso puntualicé, en el primer comentario, que la película estaba suavizada respecto a la realidad. Así y todo, los protestantes protestaron. Es que no hay manera de tenerlos contentos …

        Moraleja: Hay que leer un montón de libros, a ser posible de tres siglos distintos, si queremos saber realmente qué pasó en el mundo en este vidrioso tema de las Ideas.

        Anda que en menudo fregado nos hemos metido …

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……….  Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En https://www.sofiaoriginals.com/ expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.

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