Escuela virtual de Sabiduría de Pamplona.

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La Escuela de la Vida 2

De las tres Capacidades Superiores, la Mente Superior es la capacidad más asequible, más al alcance del individuo. Esto es especialmente cierto para los humanos mentales, para los varones, mayoritariamente. La Escuela de la Vida 2

Para las hembras, la Evolución las lleva a poner en marcha el Cuerpo Superior, la capacidad de acceder al Mundo Sutil, a la Dimensión de los antepasados, con la imagen sutil del cuerpo físico, con el Cuerpo Sutil, o Superior, dotado igualmente de los órganos de los sentidos. A esta misma Dimensión se accede con la Mente Superior, facultad que unos pocos varones – mentales ellos – adquirieron en el Segundo o Tercer Curso de la Escuela de la Vida.

………. La diferencia entre acceder a la Dimensión Sutil, y a todos los conocimientos adquiridos por todos los humanos en su paso por la Escuela, es que el acceso al Conocimiento Universal a través de la Mente Superior se da de mediante el Saber. Por decirlo de otro modo, es un conocimiento telepático. Se sabe y punto. Sin más acompañamiento, ni más regalías. En cambio, el acceso al Conocimiento Universal poniendo en marcha el Cuerpo Superior es mucho más vívido, espectacular, directo y completo. El acceso, o conexión, mediante la Mente Superior se da mediante el pensamiento; viene por telepatía, por conceptos, sin sonidos.

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Con el Cuerpo Superior, en cambio, una persona sentimental-sensitiva no sólo siente, con su corazón inferior, sino que incluso ve y recibe los mensajes a él dirigidos por los antepasados que velan o están interesados en ella. De ahí que la conexión a través del Cuerpo Superior sea mucho más impactante, completa y espectacular que la que se logra con la Mente Superior. De forma que podríamos decir que la Mente Superior es la calderilla de lo Superior.

Esta espectacularidad (y el ser muy pocos los que lo logran) hace que a muchas personas  sentimentales-sensitivas que ponen en marcha el Cuerpo Superior y sus prestaciones, les entren fuertes sentimientos de inseguridad, al comprobar que las experiencias que ellas tienen salen del campo que los no sensitivos – que son la inmensa mayoría que les rodea – consideran normal, y lleguen a tener ciertos complejos de ser “anormales”. En el pasado a no pocos sentimentales-sensitivos se les internaba en sanatorios mentales – llamados entonces Manicomios – porque manifestaban tener unas experiencias que sus poco evolucionados médicos calificaban de “anormales”. Hay que pensar en el terror que tales “apariciones”, o mensajes de ultratumba, causaban en el sujeto, máxime cuando nadie le explicaba el hecho con la naturalidad que se debiera.

Y es que tenemos los humanos de todos los tiempos la manía de considerarnos “metro universal” y calificar de “normal” lo que nosotros – y
con nosotros, la mayoría – experimentamos y de “anormal” aquello de lo que no tenemos experiencia. Negándonos a reconocer que la Ciencia va desentrañando los secretos de la Naturaleza de manera continua y que nunca puede suponerse que no haya ya fenómenos que desconozcamos.

Es algo parecido a lo que hacían los antiguos, que adjudicaban a un dios los fenómenos que no entendían, como los vientos (adjudicados a Eolo), o las tempestades del mar (adjudicados a Neptuno). No hay tales dioses, sino las fuerzas de la Naturaleza. Del mismo modo, no hay tales locos, sino seres especiales, no comunes, que han logrado capacidades sutiles que desconoce la generalidad, que, en su incultura y falta de comprensión y humildad, llama “anormalidades”.

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Demos un salto en el tiempo y vengámonos al presente. Estamos ya en el Sexto o Séptimo Curso de la Escuela de la Vida. A estas alturas del proceso se han dado ya muchas combinaciones, es decir, humanos que han tenido existencias como varones y como hembras, y ha aprendido a desarrollar tanto las facultades mentales como las sentimentales. Incluso han llegado a ser sensitivos, tanto ellos como ellas. También está dicho que experiencias fuertes tenidas en existencias anteriores, sobre todo en la inmediatamente anterior, dejan rastro, poso, o huella, y esa deformación, o sufrimiento repetido, deja una señal que marca nuestra personalidad, o idiosincrasia, actual, que es la resultante de todas las experiencias tenidas, de todo nuestro aprendizaje en la Escuela.

A esta huella, una Profesora de lo Sensitivo, Paloma Cabadas, fuente obligada en este tema, llama el Trauma Nuclear de la Conciencia. Y señala en su libro, de igual título, la manera de superar dicho Trauma. El tal viene a constituir nuestra principal Asignatura Pendiente, sin la cual no aprobaremos el Último Curso en la Escuela.

Hoy en día hay tal riqueza de idiosincrasias combinadas entre alumnos del actual Curso de la Vida que resulta imposible resumir en una sola receta la fórmula que permita a todos alcanzar la Plenitud como seres humanos. Pero, con la experiencia que como género humano tenemos, puede bosquejarse el planteamiento común que tenemos los humanos, el borrador del sendero a recorrer. Cada uno de nosotros nos sentimos obligados a lograr la máxima nota, un Sobresaliente, en las tres Capacidades Sutiles: Mente Superior, Corazón Superior, o Fondo, y Cuerpo Superior. Y estamos empujados a volver de nuevo a la Escuela hasta no haber terminado los estudios y logrado esos tres Sobresalientes.

Tratemos ahora de seguir la historia de aquellos varones y hembras primitivos que bajaron, en tiempos de las glaciaciones, y forjaron, lo mejor que supieron, sus personalidades primitivas en medio de un mundo despiadado y brutal como era el de entonces. No es que el de hoy sea gloria bendita, pero al menos han mejorado no pocas facetas, como las  posibilidades de formación. Hoy hay muchas más facilidades de acceder a textos de formación – de Sabiduría, decimos aquí – que las que había hace sólo 50 años, época que aún recordamos bien. Aprovéchelas el buscador.

Es necesario sabe dónde estamos, saber cómo somos, qué tenemos poco, bastante y muy bien desarrollado, y saber por qué las cosas son así. Debemos conocer en qué somos fuertes y en qué aspectos somos débiles aún. Y para que se entiendan nuestras carencias y nuestros logros, sepamos qué es lo que proporcionan cada una de las Capacidades, o Cuerpos, Superiores, o Sutiles, de que hablamos.

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Fernando Conde Torrens es autor de «Año 303. Inventan el Cristianismo», recientemente editado, «Simón, opera magna«, «El Grupo de Jerusalén«, «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En  la Web https://sofiaoriginals.com expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser
humano.

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La Escuela de la Vida 2       En Colaboración con Delfín

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