Escuela virtual de Sabiduría de Pamplona.

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Los sentimentales y sus batallas

……….Como consecuencia de sus características particulares, los sentimentales tienen ciertos retos para los que no están, tal vez, demasiado bien preparados. Uno de ellos es la salida del pozo negro. Hoy tratamos de los sentimentales y sus batallas.

Sin empezar a trabajar con las dos Reglas citadas, la opinión de un sentimental sobre cómo actuar cuando se está en lo profundo del pozo de la amargura, la tristeza y el desaliento podría ser la fatalista: “Bueno, esto iba a pasar. Ha pasado; eso no significa que tengas que hacer el esfuerzo de salir de ahí, que estés obligada a escaparte. Cabe dejarlo ser, hundirte hasta el fondo y luego salir. Llora todo lo preciso y ya saldrás.

Otra solución que encuentran quienes han avanzado en el Camino podría ser “que haya un 5% de ti que no se lo termine de creer. Un 5% que no esté totalmente involucrado. Salir es un esfuerzo muy grande y tú no eres capaz. Vale. Deja a ese 5% que vea el sufrimiento desde fuera. El 95% tiene tanto peso … métete en la mierda. Que el 5 % le diga al 95%: “Vaya por Dios, otra vez tú con tus cosas …”, que se ría, que todo pasa, y pasará. No necesitas rescatarte entera. A veces tienes que hundirte.

Desde aquí, en cambio, apoyaremos el hacer, aunque sea un poco tarde, lo que no se hizo antes, echarle coraje y voluntad al pozo, sustituyendo los negros nubarrones mentales por un saber qué ha pasado y cómo somos. Que sintamos ciertas cosas no significa que esas cosas sean ciertas, que sean realidad. Sólo significa que en un momento dado el entorno nos ha hecho sentir eso. Pero nosotros somos una cosa y lo que  sentimos es otra distinta. Debemos relativizar, separar el sentir del ser. ¿No se pasan las tormentas? ¿Acertamos absolutamente en todo lo que tememos que suceda? ¿Por qué va a ser ahora diferente?

Los fallos son para aprender, para darnos cuenta de qué alimentos nos sientan mal, de qué no debemos hacer. No son señal de nuestra nula valía; son señal de nuestra gran ignorancia. Somos como niños. ¿Cuándo lo dejaremos atrás?

Otro tema que trae de calle a más de un sentimental es el asunto de decidir. Cuando somos adultos, nuestras responsabilidades requieren que tomemos alguna decisión personal, ante la que estamos solos. Y entonces vienen las dudas.

A un sentimental decidir le cuesta mucho esfuerzo. El sentimental se focaliza en una única razón. No se plantea qué información hay, ni pretende recogerla toda.  No hace una valoración previa de la información, ni sopesa las consecuencias de la decisión. El problema empieza en que falta análisis y falta priorizar las diversas razones, en pro o en contra.

El proceso de decidir empieza cuando el sentimental ve una cosa con cierto detalle y decide en función de ese aspecto que ha  visto claro. Pero al rato, le aparece otra razón, otro peso en la balanza, y cambia su decisión primera. Y al rato aparece otra distinta, y cambia de nuevo la decisión. La práctica suya es reconsiderar siempre, todo.

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La imagen que siembra es que sus decisiones no valen nada, que uno no puede confiar en una persona así, que no se debe contar con ella para nada … Y eso es perjudicial para el indeciso. Porque la vía de procurar evitar las decisiones tampoco es solución.

En este aspecto no parece que haya grandes tácticas a aplicar, son medidas estratégicas, de menor calado: Para no actuar con precipitación, lo primero será preguntarse: “¿Necesito decidir esto ya?”

Si la respuesta es que no se puede demorar la decisión, preparémonos a decidir, pero para ello hace falta hacer análisis y hace falta priorizar. Listar por escrito las razones a favor y en contra de cada opción. Hacerlo con tiempo, con un poco de previsión, para ser «casi completos». Listar los factores no implica decidir, sino sólo analizar el campo de la decisión.

Hecho el análisis, listados todos los factores conocidos, llega el momento de hacer la valoración de dichos factores, porque no todos tendrán igual peso, los habrá más importante y menos importante. Valorar numéricamente. Y luego, sumar. Si hay casi empate, repasar las valoraciones con equidad.

Una práctica así debe evitar que aparezcan nuevos factores no considerados previamente. Y evitará que seamos una veleta. Y en lo sucesivo, una vez decidido, mantener la decisión. Nada de revisar, nada de reconsiderar. Sólo si se presentara un factor de tremenda fuerza, o causa de fuerza mayor, como que se hunda un continente. Porque si nos hemos equivocado, ya lo veremos, y veremos qué aspecto no tuvimos en cuenta, para tenerlo en cuenta en siguientes ocasiones.

La inestabilidad a la hora de decidir es tan evitable como la inestabilidad emocional. Pero hay que aplicarse, y practicar, hasta asentar un buen procedimiento para tomas las decisiones.

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Foto: Cortesía de M.J.C.   
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……….Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén»,  «La Salud», recientemente «Año 303. Inventan el Cristianismo» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En  https://sofiaoriginals.com/ expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.

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Los sentimentales y sus batallas           En colaboración con I, el 17-9-2.014         171

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