Escuela virtual de Sabiduría de Pamplona.

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Mentales y sentimentales 3

Aunque ya lo hemos esbozado en un par de artículos  anteriores, pasemos revista a nuestra historia como seres humanos en ete artículo, Mentales y sentimentales 3.

Demos por bueno que somos seres humanos desde el año 40.000 antes del cambio de era (o AEC., Antes de la Era Común). Posiblemente lo éramos desde mucho antes, pero con estos 40.000 años nos bastan. Equivale a negar la plena humanidad al “hombre de Neandertal” y dársela sólo al “homo sapiens sapiens”. Lo que aplicaremos al “homo sapiens sapiens” seguramente lo practicaban también sus antecesores, pero los periodos de que estamos hablando son tan largos que sirven para comprender la adaptación de nuestros cerebros.

En el año 3.000 AEC., los sumerios descubrieron la escritura. Eso hace que desde esa fecha entren, los países en que se escribe algo, en época histórica, porque podían dejar constancia escrita de lo que hacían, con la escritura. Los demás países, o zonas, estarán todavía en la Prehistoria.

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Mentales y sentimentales 3

      Mentales y sentimentales 3

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Estos últimos 5.000 años de Historia, al menos de parte de la Humanidad, equivalen a 50 siglos. La esperanza de vida en tiempos antiguos era muy inferior a la actual. No es lejano a la realidad suponer cuatro generaciones por siglo como media en todo este período. Ello haría que desde el año 3.000 AEC. hasta nuestros días se han sucedido 200 generaciones en el planeta, producto de 50 siglos por 4 generaciones por siglo.

Comparemos con la Prehistoria, que arranca al menos en el año 40.000 AEC. Para facilitar los cálculos, contaremos 400 siglos de Prehistoria, en vez de 370. A estos 400 siglos debemos adjudicar una esperanza de vida aún menor, en torno a los 30 años. Eso hará que tengamos cinco generaciones por siglo, ya que a los veinte años se engendraba la prole, o incluso antes. En estos 400 siglos, se sucedieron, por tanto, 2.000 generaciones en el planeta, 10 veces más que en época histórica.

En estas 2.000 generaciones ya funcionaba la división del trabajo. Los varones cazaban o hacían la guerra y las hembras cultivaban la tierra y cuidaban del hogar, con la prole. Esa diferente actividad requería distintas facultades. Tanto para cazar animales como para cazar enemigos, los varones desarrollaron la capacidad de analizar las huellas de sus presas, cuadrúpedas o bípedas. De deducir lasnecesidades de las presas, de idear trampas para capturarlas, si de caza hablamos. Era necesaria la fuerza, para poder con las presas. De ahí la importancia que se dio a la fuerza, la que tenían los machos.

Nada de esto atañía a las hembras. Por eso ellas desarrollaron más la zona del cerebro en que se generan los sentimientos, necesarios para tratar con la prole y con las demás hembras de la tribu. Y esta zona se sabe hoy que es el hemisferio derecho del cerebro. Los varones, en cambio, funcionaron durante estas 2.000  generaciones, casi exclusivamente con el hemisferio izquierdo, el de la lógica, la deducción y la argumentación. Ellas lo hacían mientas tanto con el hemisferio derecho, el de la intuición y los sentimientos.

Hoy se sabe que el uso de determinados circuitos en el cerebro robustece dichos circuitos, mientras que los que no se usan quedan disminuidos y, finalmente, inactivos. Es como si los circuitos empleados se convirtieran en autopistas, con un tráfico denso, y los no usados se terminaran siendo caminos de cabras, casi intransitables.

Tantos siglos, tantas generaciones, empleando distintos modos de afrontar la vida, distintos circuitos diferenciaron a los varones y a las hembras.

Tenemos una herencia biológica distinta y actuamos de forma diferente. Ellas emplean prioritariamente el hemisferio derecho, y ellos, el izquierdo. Esto, defendemos aquí, es el origen de dos formas de vivir la vida, que hemos llamado “desde una perspectiva mental” y “desde una perspectiva sentimental”. Las facilidades y las dificultades que tienen unas y otros para poner en marcha, por  ejemplo, las reglas, es diferente. Su posición ante la Autoestima, es también distinta, como se ha adelantado en los dos artículos anteriores. Su facilidad para poner en marcha la Mente Superior y para conectar con el Fondo, o Corazón Superior, es asimismo distinta.

De ahí que una dirección de trabajo, para unos y para otros, para los mentales y para los sentimentales, sea, además de mejorar en las labores comunes [Reglas, Círculo Positivo, Contactos] incorporar cada vez más la forma de operar del hemisferio menos empleado, el que emplea el sexo opuesto.

El uso de sólo una parte de nuestras capacidades es algo negativo, perjudicial. Nos empobrece la vida. Nos impide la Evolución. Genera infelicidad o, al menos, nos dificulta la Felicidad plena.

Por así decir, no somos responsables de ser “mentales” o “sentimentales”, eso nos viene dado desde la cuna, por herencia biológica de 2.200 generaciones al menos. Pero sí somos responsables de perfeccionar nuestra herencia y completar nuestro bagaje, incorporando aquello que no tenemos suficientemente  desarrollado, la parte que más operativa está en nuestra pareja, posiblemente. 

Hemos entrevisto cómo se han podido generar las formas de ser “mentales” y “sentimentales”. Nos queda por ver cómo surgieron los humanos “sensitivos”, el tercer género. Que no por menos frecuentes son menos importantes.

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Siguiente artículo: Mentales, sentimentales y sensitivos.

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……….Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén»,  «La Salud», recientemente «Año 303. Inventan el Cristianismo» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En  https://sofiaoriginals.com/ expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.

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