Escuela virtual de Sabiduría de Pamplona.

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Quién manda y 2

La sentimental se da cuenta de todo eso, trata de compensar, a solas, los errores en que su pareja incurre, reconduciendo el ambiente en el sentido correcto. Pero eso  sólo puede hacerlo cuando su pareja no está en casa. Hace dos generaciones ella tenía mucha mano para esta labor de corrección, porque no trabajaba fuera de casa y estaba todo el día con sus hijos pequeños, o a su llegada del colegio, cuando éstos tenían la edad. Hoy en día ella ha perdido oportunidades, al trabajar igual que el marido y tener un horario tan exigente como el de él. De hecho, hasta las labores de la casa, como cocinar, fregar o planchar, suele ser compartidas. Como no hay más remedio que hacer.  Quién manda y 2

Esta situación, adversa para ella, tiene muchas posibilidades de favorecer su evolución. Pero solamente si ella trabaja en la dirección correcta, de fortalecer su interior, de crecer a pesar de no tenerlo todo a favor, o quizás gracias a ello. No es momento de señalar cómo, pero la idea general es equilibrar, hacerse con lo que no se tiene, o no se domina tan bien como se quisiera.

La solución de los impacientes suele ser romper la baraja. Aquí no propugnaremos por tal solución, salvo que haya violencia reiterada por parte del mental hacia cualquiera de los componentes de la familia. Eso no debe tolerarse, ni darlo por inevitable.

Conviene matizar sobre el nivel de evolución del mental, del dominante. Mala vista tuvo la parte sentimental si aceptó unirse a una pareja agazapada en el extremo inferior de la Evolución. Defendemos aquí que la diferencia de niveles de Evolución no debe ser muy llamativa, o la mejor parte se dará cuenta durante “el cortejo” y se alejará del indeseable sujeto. Puede ser que no lo hiciera, por no darse cuenta, por estar cegada, por inocencia, por nula preparación por parte de sus mayores. Y ya tenemos el problema planteado.

De peor a menos malo: El caso extremo lo formarían los mentales que, carentes de respeto, moral y corazón, maltratan a las personas de su hogar. El caso reiterado tiene vías, policiales y legales, para luchar contra ello. Y esas vías hay que aprovecharlas. Confiar en que “ya se corregirá” es una utopía, propia de quienes, por ser buenas personas, creen que los demás también los son. No es así. Los malos bichos lo son mientras viven. Y la única solución en casos extremos y de hospital es la distancia.

……….Quién manda y 2

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Vendría luego el maltrato emocional. Por amargura interior, por falta de educación moral, por complejo de inferioridad, el mental puede maltratar verbalmente, machacar, a los demás componentes del nido. Hecho esto de forma sistemática constituye un problema que el sentimental debe conocer.

Porque ella tiene suficiente control y fortaleza mental como para zafarse de la deformación que los comentarios permanentes del otro tratan de inducir en ella. Sabe las debilidades de su pareja y sabe que el otro es así, no dando valor a los comentarios peyorativos que él hace. Piensa ella que sus hijos hacen lo mismo. Y NO ES ASÍ.

Aquí suele estar el fallo en casos extremos de maltrato emocional, verbal. Que el niño cree que es cierto lo que su padre le dice. Los niños dan a las palabras el valor de hechos. Por eso se ponen a llorar de inmediato en cuanto se les dice “no te quiero”. Porque ellos dan a esas palabras el valor del hecho que describen y se sienten abandonados en ese mismo instante.

Un maltrato emocional – no hace falta que sea físico – puede alterar hasta la sexualidad normal de los hijos del sexo opuesto al maltratador, haciéndoles concebir tal odio y repulsión hacia ese sexo que les incapacite para una normal vida sentimental posterior. En unos casos se cambiarán las atracciones de sexo (homosexualidad o lesbianismo) y en otros se anularán las mismas (soltero/a huidizo/a). En cualquier caso, la vida del hijo o hija queda marcada por ese trato injusto, agresivo y deformante, que su otro progenitor, quien debiera protegerle, contempla y acepta sin darle la importancia que tiene.

Casos más suaves, o menos agresivos, deben también ser contrarrestados por el cónyuge más evolucionado. Hay una responsabilidad en la paternidad y todo no consiste en la convivencia, sino que es obligado mirar por la correcta formación de la prole. Y es la prole la parte más débil del hogar, sometida a quien no debiera implantar con exclusividad las costumbres y el ambiente que se respira en el hogar. En educación de los hijos es donde más debiera la persona sentimental ejercer su poder. E igual que no se debe consentir a los hijos que campen por sus respetos y hay que ponerles vallas – dentro de las que deben conducirse por la vida – con el marido, igual. Que los hijos crezcan en un ambiente neutro, sin continuas reprimendas indebidas, fruto del complejo del padre, debe ser una exigencia irrenunciable de la madre. Se sorprenderá al ver cómo una postura firme en este campo tiene el efecto de calmar las furias incontroladas de su pareja.

De ahí para abajo, queda al cuidado del buen sentir de nuestra querida componente sentimental, que no debe olvidar que el Saber lo tiene ella. Y ese Saber debe traducirse en hechos en favor de los suyos, y no quedar sepultado en lo más profundo de su corazón, para utilidad de no se sabe quién.

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Foto: Cortesía de ACC.             Siguiente artículo: Tomando decisiones.

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……….Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén»,  «La Salud», recientemente «Año 303. Inventan el Cristianismo» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En  https://sofiaoriginals.com/ expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.

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© Copyright Fernando Conde Torrens, el 17-10-2.014

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