Escuela virtual de Sabiduría de Pamplona.

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Sentimentales 100 y Mente Superior 2

Como nadie nos enseña qué partes tenemos, cómo estamos constituidos y cómo se funciona bien y cómo mal, funcionamos como Dios nos da a entender. Y no acertamos, la mayor parte de las veces. Seamos mentales, sólo sentimentales, o sentimentales-sensitivos. Sentimentales 100 y Mente Superior 2

Un termómetro universal para saber si acertamos o no es el sufrimiento. Si sufrimos, es señal clara, inequívoca, infalible, de que no estamos acertando, de que estamos funcionando mal. Pero el sufrir no nos dice qué hacemos mal, ni cómo corregir; sólo nos dice que algo hacemos mal. Y aun esto, mucha gente lo ignora, porque  tampoco se enseña. No es extraño que con tamaña ignorancia, sigamos funcionando mal y echándole la culpa de nuestro sufrimiento a los demás, a la Vida, o al de Arriba, si hay alguno.

Vamos a pararnos hoy en cómo funcionan los sentimentales y sentimentales-sensitivos. Porque ambos tienen en común que su desarrollo prioritario ha sido en la vertiente corazón. Y la vertiente mente ha quedado mucho menos operativa.

 ………. Sentimentales 100 y Mente Superior 2

Sentimentales 100 y Mente Superior 2

      Sentimentales 100 y Mente Superior 2

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Y para no empezar con teoría obtusa, pongamos un ejemplo. Sea nuestra persona todo el personal de una Compañía. Nuestra mente inferior será el sargento de la Compañía. La Mente Superior será el Capitán de la Compañía.

Sería estupendo que el Capitán estuviera siempre alerta, siempre presente, para que en la Compañía se hiciera lo que él mandara. Pero no es así. El Capitán está siempre en su despacho, dedicado a sus cosas, con la puerta cerrada; puerta de madera maciza, de modo que no ve lo que pasa más allá de la puerta. De hecho, el Capitán no se entera de lo que hace el sargento, si va o vuelve de los barracones de los soldados, ni de lo que hacen éstos.

Los soldados creen que en la Compañía manda el sargento, porque sólo le ven a él. Además, a éste le encanta mandar, disfruta, se “realiza” mandando, guiando, dando órdenes. Pero siempre manda lo opuesto a lo que mandaría el Capitán, siempre se equivoca, dirige siempre en la dirección opuesta a la correcta. Y eso a los soldados les pesa, lo soportan mal, lo pasan mal. “El sargento es un amargado”, dicen por lo bajo. Y el Capitán, sin enterarse.

El Capitán sólo aparece por la Compañía cuando se lo pide el sargento. La línea de mando se cumple escrupulosamente. Y cuando aparece el Capitán y manda, el sargento y todos los soldados obedecen sin chistar. El sargento, entonces, se hace uno con la voluntad de de su Capitán. Y en tales casos todo va de cine. El problema es que prácticamente nunca el sargento decide llamar al Capitán, por lo ya dicho, porque le encanta mandar a él.

Pues bien, ése es el caso de los sentimentales. El sargento, esto es, la mente inferior – que es buena para aprender cosas desconocidas, pero no para mandar, enjuiciar, ni guiar – está funcionando casi permanentemente. Pero ella se guía, o está tremendamente influida, por los sentimientos que imperan en esa persona.

Sentimientos que pueden ser positivos o negativos. Cuando sean positivos, el sargento llama al Capitán: La mente inferior, aligerada de cargas y penas, se abre a la Mente Superior, y acepta las buenas sugerencias de ésta. Y entonces la Compañía vive en paz. Porque el Capitán, la Mente Superior, es muy buena persona y sólo manda lo correcto, siempre acierta. Y los soldados están siempre contentos con la forma de mandar de su Capitán.

Pero muchas veces la última noticia llegada del exterior es una mala noticia, y los sentimientos que hay en esa persona son negativos. Y la mente inferior se hace eco de ellos y todo son malos humores, dudas, iras, rayos, truenos y relámpagos. Es la tormenta. Y esas tormentas dejan un poso muy amargo, días de tristeza, soledad interior y amargura. Hasta que el tiempo lo cura. Más que curar, permite olvidar y que otros hechos, no tan adversos, lleguen y cambien un poco el sentimiento. Claro que lo que llega lo admitimos a través de la lente oscurecida del poso de la tormenta anterior. Y es necesaria mucha luz para taladrar la oscuridad de la lente.

Bien, entonces ¿cómo reaccionar? ¿Cómo diagnosticar lo que nos está sucediendo? ¿Cómo cambiar nuestro comportamiento a mejor?

Lo primero, debemos comprobar que nosotros funcionamos como se ha comentado. Si es así o se dan algunas variantes. Ajustar el modelo a lo que nos sucede a nosotros. Es fundamental trazar nuestro modelo, comprender quién guía, si una mente o la otra, si el sargento o el Capitán.

Tenemos que distinguir si estamos operando con la mente inferior como guía suprema, o si es la Mente Superior, a la que hemos llamado para que nos guíe bien. Este paso es el más importante. Debemos dejar de ser niños. Hay que intentar ser adultos. Y conseguirlo. Basta de ignorancias dañinas, basta de infantilismo, basta de analfabetismo interior. O nos damos cuenta de cómo actuamos, o merecemos que nos las den todas en un carrillo. No somos adultos si no sabemos ni lo qué hacemos. Ya lo dijo Sócrates hace milenios “Humano, conócete a ti mismo”. Y se refería a esto. Precisamente a esto. Porque si ni siquiera te conoces, no te mereces nada.

Es muy fácil distinguir si actuamos con la mente inferior o con la Superior. La mayor parte de las veces actuaremos con la inferior, casi siempre. Cuando estamos de mal humor, estamos actuando, hace ya un rato, con la mente inferior. Cuando no sabemos si acertamos o no, lo mismo. Cuando nos embargan sentimientos negativos, lo mismo. Cuando nos invaden los demonios, lo mismo, mente inferior.

Viene ahora la tercera fase: Debemos estar convencidos hasta la médula de que la mente inferior nunca acierta, se mueve por miedos, y siempre es negativa, crítica, contra nosotros y contra los demás. La dirección acertada está en la dirección opuesta adonde la mente inferior apunta, adonde guía. Y tenemos que tomar esa otra dirección, siendo conscientes de que caminábamos en la dirección equivocada.

Hacer eso, cambiar de dirección, con la tormenta encima, es peliagudo. Exige mucha convicción, fuerza de voluntad. Y … estas cualidades no suelen abundar en el buscador sentimental. Porque son cualidades mentales y el buscador sentimental … está acostumbrado a dejarse llevar de los sentimientos. Pero tendrá que reaccionar. Quizás no lo logre a la primera, pero habrá que insistir. Y tal vez a la tercera o cuarta, logre cambiar el curso de sus pensamientos. Rechazar su manera de actuar, como errada que es. Y permitir que salga la luz. ¿Cómo? Llamando a la Mente Superior en su ayuda.

Todo buscador – y también toda persona – tiene experiencia de épocas, quizás cortas, en que sentía que no había problemas, que todo el mundo era aceptable, que la vida era agradable, que ella misma era suficientemente potente como para disfrutar de una vida así. Ésta es una descripción de lo que se siente cuando se funciona con la Mente Superior operativa. Es el Capitán mandando. Es algo radicalmente opuesto a la mente inferior amargándonos la existencia. Distinguir entre una y otra, está  chupado, es elemental, es cosa de niños.

¿Qué errores nos impiden analizar y distinguir entre una y otra situación, siendo como son antagónicas, excluyentes, opuestas? Nuestra ignorancia enciclopédica. Es como para insultarnos, de necio para arriba, por ser tan inconscientes, tan estúpidos.

Nos creemos que siempre trabajamos con la misma mente. Nos creemos todo lo que fabricamos con la mente tonta. Damos el mismo valor al error que al acierto. ¿Qué puede esperarse de un espécimen así? Que vaya por la vida dando traspiés tras traspiés.

¿Y por qué se repite tanto un comportamiento que sienta mal y que es erróneo? Hay dos factores que se suman: La mente inferior  siempre está presente y la mente inferior es una irresponsable.

No notamos cuándo es la inferior la que guía porque no sentimos diferencia fisiológica alguna cuando manda el sargento a cuando manda el Capitán, volviendo al símil inicial. La mente inferior está siempre operativa, siempre activa. Y es la que ya conocemos. Estará mandando por ella misma u obedeciendo a la Mente Superior, ése es el factor que nos pasa desapercibido. Porque no ligamos el carácter positivo o negativo de las órdenes que lanza con el acierto o no, ni con el caso o no que le debemos hacer.  Recordemos que la mente inferior debe pedir respuesta y ayuda a la Mente Superior para que ésta salga de su despacho y luzca. Si tampoco hemos pedido ayuda a la Superior, otra circunstancia más a tener en cuenta para saber diferenciar. “¿Hemos pedido ayuda? No. ¿Estamos de mal humor? Sí”. Pues, entonces …

Y el segundo aspecto que explica nuestra equivocación permanente es que la mente inferior se convence a sí misma de que la culpa del mal rato que hace pasar a la Compañía la tienen los demás, la mala suerte, la Vida … quien sea, cualquiera menos ella. No sabe guiar bien, le gusta hacerlo, lo hace mal y luego se escuda en los demás. No quiere ser responsable de sus actos. Le es tan fácil convencerse a sí misma de que no tiene la culpa …

La forma de llamar en su auxilio a la Mente Superior y la respuesta de ésta varía de los mentales a los sentimentales. Los mentales preguntan a la Mente Superior la decisión acertada y ésta responde mentalmente, como por telepatía. Y uno sabe que ha recibido la Verdad. Esto es así en cuanto se tiene un poco de rodaje, no las primeras veces. Los sentimentales recurren a sus Guías, porque son el medio de comunicación con la Mente Superior – la única que tienen sus Guías – que está dispuesto para ellos. Claro que los Guías respetan la libertad del guiado y le permiten seguir haciendo caso a su mente inferior …y equivocarse, porqué ésta es su vida, que decían antes. Pero sépase, a partir de ahora, que una acierta siempre y la otra no acierta nunca.

Ya lo dejó escrito aquel gran Maestro que fue  Tony de Mello, que decía, más o menos,

si sufres, mira dentro de ti, porque algo estás haciendo mal”.

Y así es.

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Foto: Cortesía de MJC.            Siguiente artículo: Sentimentales 100% y Reglas

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……….Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén»,  «La Salud», recientemente «Año 303. Inventan el Cristianismo» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En  https://sofiaoriginals.com/ expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.

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Sentimentales 100% y Mente Superior 2         En colaboración con Delfín, el 17-7-2.014

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