Escuela virtual de Sabiduría de Pamplona.

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Tutankhamon g

Ponemos fin, con «Tutankhamon g», a la saga de este Faraón, viendo su sarcógago funerario.

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© Copyright  Fernando Conde Torrens, el 12-11-2.005

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……….Hoy terminamos nuestra visita a la tumba de Tutankhamon contemplando el ataúd de oro que acogía su cuerpo. Ya se ha dicho que es una obra maestra de la orfebrería de todos los tiempos. Entre otros aspectos, su contemplación y conocer sus características van a justificar el «deporte nacional» de los árabes egipcios de la Edad Media, su fervor por el saqueo de tumbas antiguas. La riqueza que se escondía en las tumbas era un aliciente de primer orden. El hecho de considerar como extraños a los antiguos pobladores del país conquistado añadirá el resto.

……….Al igual que la máscara de ayer, nos permite conocer hasta qué nivel había llegado el arte de los orfebres egipcios en fechas tan tempranas. Y comprender también la fama que los egipcios tenían ante los demás pueblos, por la antigüedad de su civilización y lo exquisito de sus obras de arte, no sólo la Orfebrería, sino la Arquitectura y la Escultura. Recuérdese que hacia el siglo VII AEC, los griegos hacían unas esculturas como las que reproduzco a continuación. Y esto era hacia el año 650 AEC, cuando los egipcios dominaban la Escultura desde mil o dos mil años antes.

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La escultura griega arcaica. Primeras experiencias

Tutankhamon g     Tutankhamon g  Tutankhamon g

(Fuente: Historia de la Humanidad. El nacimiento de Grecia. Arlanza Ediciones, 2.000.)

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……….Ahora se comprende también el amor de Egipto por Nubia, donde abundaban las minas de oro. El oro que se empleaban profusamente en especial para acompañar a los divinos Faraones en su viaje hasta la eternidad. O hasta que aparecía un ladrón más avispado que los demás, o con mejores oportunidades. Aún no hemos visitado Nubia, ni visto las obras que allí dejaron los Faraones deseosos de su oro. Lo haremos. Y Abu Simbel será nuestra principal estación. 

……….Veamos pues el famoso sarcófago una vez limpio y reluciente. En el momento de los funerales, los sacerdotes derramaron con generosidad sobre el ataúd aceites perfumados. Con ello, el ataúd perdió gran parte de su brillo y belleza. No lo hemos visto en las fotos en blanco y negro de la época del descubrimiento. Veámoslo ahora. En la versión amplia podemos apreciar cada una de las piezas incrustadas en la pieza matriz, que es de oro. Podemos ver también las pequeñas irregularidades, producto de golpes involuntarios, sea cuando se introdujo en la tumba, sea cuando se sacó de allá. Dicen los expertos que es imposible calcular el tiempo que costaría fabricar hoy en día una ataúd igual.

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El ataúd de oro. Versión amplia. Museo Egipcio de El Cairo. 

Altura, 1´88 metros. Pero 110´4 kilos. Oro macizo con incrustaciones.

Tutankhamon gTutankhamon gTutankhamon g

(Fuente: EGIPTO. El mundo de los faraones. KÖNEMANN, 2.004)

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……….Nótese, a la altura de las rodillas, un cartucho con el nombre de pila de Tutankhamon. Se lee en el sentido de la escritura, de izquierda a derecha, que no es precisamente de arriba hacia abajo. El rostro del difunto tiene cierto aire de tristeza, nostalgia, como si tuviera la mirada perdida en el infinito. Corresponde bien a un difunto que ya está en otro mundo … Esto se nota especialmente en la imagen reducida que viene a continuación.

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El ataúd de oro. Versión reducida

Tutankhamon gTutankhamon gTutankhamon g

(Fuente: EGIPTO. El mundo de los faraones. KÖNEMANN, 2.004)

 

        Y con esta imagen termina nuestra visita a Tebas, al Valle de los Reyes y al tesoro de Tutankhamon. Deje el lector volar su imaginación y trate de visualizar lo que debía contener la tumba de un Faraón conquistador y renombrado, como Tutmosis III, Amenofis III, Ramsés II o Ramsés III. Nos faltan por ver algunos Templos más, desperdigados por el Alto y el Bajo Egipto. Estamos siguiendo un viaje virtual, pero geográfico, y ya hemos dado cuenta de El Cairo, con Saqqara y Gizeh, y de Tebas, más recientemente. 

        No obstante, con lo visto podemos hacernos ya una idea de qué supuso la civilización del Egipto de los Faraones. No me refiero a lo acertado de sus creencias, ni a lo democrático de su sistema político. Tratemos de echar una mirada panorámica sobre el mundo de aquel entonces y captaremos con toda probabilidad el avance que la civilización egipcia tenía sobre cuanto la rodeaba. Y ahora quiero centrarme en el hecho de su conquista y posterior desaparición. 

……….Han de pasar todavía 1.300 años, si comenzamos a contar desde la fabricación del ataúd de oro de Tutankhamon, para que Egipto caiga en la órbita romana. Pero entonces no se perdió su cultura, se perdió su independencia. Y habrán de pasar más de 600 años para que, conquistada la provincia romana de Egipto por los ejércitos del Islam, se pongan en peligro de desaparición los logros de su cultura. Ya antes, con la llegada del Cristianismo, en el siglo IV, no antes, Templos y costumbres sufren fuertes presiones que presagian su desaparición. El hecho es que para el año 800, por fijar una fecha holgada y redonda, la cultura del Antiguo Egipto es sólo un recuerdo que nadie tiene interés en mantener. 

……….Lo mismo sucederá con las invasiones de los bárbaros, según los romanos, o de nosotros, según los «bárbaros», durante el siglo IV y V, cuando el Imperio romano de Occidente sucumbe y su civilización se eclipsa para siempre. Quedará el Imperio de Oriente, que también caerá a mediados del siglo XV en poder del Islam. Tendrán que pasar 1.400 años para que vuelvan las alcantarillas a la vieja Pompello de Hispania (la actual Pamplona, desde donde estas crónicas se lanzan al éter). Y eso será con los franceses del 1.800. Ellos, al igual que los romanos, se lavaban a diario. Mis ancestros, muy poco.

……….Sirva toda esta divagación para impulsar a la reflexión sobre qué se pierde cuando una civilización sucumbe a la fuerza bruta de vecinos más numerosos, más fuertes, más brutos y peor preparados. Se pierde mucho, se pierde todo. El tosco vecino no pierde nada, y prosigue su vida tan feliz. Ha ganado territorio, palacios, riquezas, poder, dominio, fama y autoestima. Pero la Humanidad ha perdido. Y las pérdidas son irrecuperables. El que los vencedores no tengan conciencia de las pérdidas, el que estén ciegos para poder verlas, no las anula. Las hace inaprensibles, pero, como las otras, haberlas, haylas. Y es la Humanidad la que pierde, la que avanzó y de pronto sufre un retroceso gigante. Y vuelve a la edad de las cavernas, o de las tiendas de campaña, hechas de pieles de animales. 

……….Hay que llorar, como Humanidad, por los retrocesos brutales, por los golpes despiadados al péndulo de la Historia. Si no lo hacemos, si ni siquiera nos damos cuenta de que hemos retrocedido al nivel del hombrecillo de las cavernas … ¡diantres!, quizás es que somos precisamente, y todavía, un hombrecillo, o una mujercilla, de las cavernas. ¿Será eso posible …? 

……….Y conste que no estoy pensando en orfebrería, ni en salas hipóstilas. El lector ya sabe, estoy seguro, a qué me estoy refiriendo. Y, aunque no se me ve, tengo la cara de Tutankahamon en su tercer y más íntimo ataúd.

……….PD: Lo del nombre de pila, al igual que el mail que «enviaba» Howard Carter a su jefe, son gazapos colocados adrede para poner a prueba la capacidad de observación del lector. En ningún libro he leído que los egipcios se bautizaran sobre una pila.

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Siguiente artículo: Akhenaton.

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……….Fernando Conde Torrens es autor de «Año 303. Inventan el Cristianismo», «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En www.sofiaoriginals.com expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.

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