Escuela virtual de Sabiduría de Pamplona.

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Una investigación sobre los orígenes del Cristianismo 1 de 4

Una investigación sobre los orígenes del Cristianismo 1 de 4

Paz y Luz. Agosto de 2.019

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……….   Es la primera vez que puedo exponer mis hallazgos en un Foro internacional. Trataré de estar a la altura de mis ilustres colegas.

……….   El tema al que me he dedicado en los últimos 31 años es doble. Cronológicamente, primero me dediqué a revisar las doctrinas que había en la Europa antigua, en el Imperio romano, antes del cambio de era. Y así di con el Conocimiento de los Maestros griegos. Y considero tales a Pitágoras de Samos, Parménides de Elea, Xenófanes de Colofon, Empedocles de Agrigento, Sócrates, Pirrón de Elis, Zenón de Citio, Epicuro, Epicteto y Plotino. De todos ellos se nos han conservado textos, aunque sólo sean fragmentos. Y todos enseñaban lo mismo, aunque lo expresaran con diferentes palabras. Esto se comprende cuando se ha vivido aquello que ellos describen. Si no, tal vez no.

……….   La doctrina del Conocimiento me sedujo y me hizo preguntarme cómo era que no estaba presente en nuestro Cristianismo, si éste lo había fundado un Hijo de Dios, que debía estar al corriente de las ideas que había circulado por el mundo. Eso me hizo preguntarme quiénes habían fundado realmente el Cristianismo, cuándo, dónde y por qué.

……….   Fui consciente de que la tarea que me había impuesto podía ser inalcanzable, imposible de cumplir. Pero eso no me asustó. Al menos, lo intentaría. Decidí que tenía que partir de la buena fe, creyéndome todo lo que ponían los libros del Nuevo Testa-mento. Sin prejuicios. Si aparecían indicios extraños, los anotaría y ya vería a qué conclusiones me llevaban. Yo trabajaba para mí, sin siquiera la idea de publicar lo que encontrara. Pero contaba con una ventaja, había dedicado 7 años a estudiar, practicar y hacerme con el Conocimiento. Confiaba en que ello me iba a ayudar, y así fue.

……….   Tenía otra arma en mi zurrón: De joven había estudiado grafología y sabía que cada persona tiene una letra característica. Había leído mucho, había escrito versos desde los 13 años, incluso había escrito un libro – sobre Autoayuda, extraída del Cono-cimiento – y sabía también que cada persona tiene una forma de escribir característica.

……….   De ahí que deduje que el método para saber quiénes escribieron los Evangelios y demás libros del Nuevo Testamento era estudiar detenidamente los textos. Ellos debían desvelar el secreto de quiénes fueron sus autores. Yo manejaba la Biblia Nácar Colunga, lo cual fue un buen punto de partida. Pero pronto me di cuenta de que debía poder leer los textos en griego y entenderlos. “Traductore, tradittore”, que dicen los italianos. No podía contentarme con leer traducciones, debía leer los originales.

……….   Eso me obligó a aprender griego koiné, lo que me llevó un par de cursos de enseñanza reglada de griego. Felizmente, el griego del NT es muy fácil, por lo monótono, lo esperable. Y llegué a poder leer, provisto de un vocabulario no demasiado extenso, casi sin necesitar mi diccionario VOX. Se me dan bastante bien los idiomas. Hablo francés e inglés y traduzco latín y griego. Latín de mis tiempos de estudiante de Bachi-ller elemental. Nunca he estado en un Seminario.

……….   Mientras no di los Cursos de griego, me tuve que conformar con mi Nácar Co-lunga. Y con ella descubrí lo que iba a ser una de las tres pruebas documentales:

Las dos etapas de redacción con ideas opuestas.

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……….   Me dije que antes de entrar a analizar los Evangelios, que eran muy largos, iba a empezar a estudiar los escritos de los discípulos del “Maestro bueno”, así lo llamaba. Eran más cortos y reflejarían lo que ellos habían aprendido del Maestro, de cuya existencia no tenía la menor duda.

……….   Empecé con la carta de Santiago. Le leí despacio. En este punto de la exposi-ción, voy a invitar a las personas aquí presentes a que tomen, en su casa, la Carta de Santiago y traten de separar las ideas sensatas, verdaderas, universales, de las ideas … que no cumplen estas condiciones. Unan luego todas las frases sensatas, válidas incluso hoy en día, y obtendrán el texto de la primera etapa de redacción. Subrayen las mismas. Y ahora formen dos conjuntos: Las ideas sensatas y las demás, que eran barbaridades conceptuales o moral elemental. Vamos a analizar ambos conjuntos de frases.

……….   Hay palabras que repetimos, tanto al hablar como al escribir, sin darnos cuenta. Las llamé “muletillas”. Señalemos las palabras que se repiten en ambos conjuntos. Son las “muletillas” de ambos escritores. Las barbaridades, la moral elemental, de un lado, y las frases con Conocimiento, del otro, no vienen de la misma persona. Porque son dos. Y, además, están en pugna uno con otro, ya que el segundo trata de destrozar las ideas del primero, a base de cortar sus frases con sus nuevas aportaciones. Las aportaciones del segundo son el 90% del escrito; las del primero son el 10% del escrito, y cortadas por la interpolación – que así se llama la práctica – casi pasan desapercibidas.

……….   Era extraño que el segundo redactor, que estaba más lejos cronológicamente del “Maestro bueno”, tuviera autoridad para destrozar el escrito del primero y casi anular su mensaje. El caso de Santiago no era el único; al revés, casi todos los escritos cristianos que analizaba estaban redactados en dos etapas de redacción con las mismas características. En concreto Marcos, Juan, Santiago, las 3 Cartas de Juan, la Didajé y las Cartas de Ignacio de Antioquía, que eran 7 en su versión corta.

……….   De forma que en la propia etapa de redacción del Nuevo Testamento, en la misma génesis fundacional, los escritos que habían llegado a nosotros reflejaban unas tensiones ideológicas brutales. Tensiones que no estaban en la historia que se nos había contado, donde todos los discípulos seguían las enseñanzas del Maestro. Y, sin embargo, estaban en los propios textos, eran innegables. Siempre estarían ahí, a la vista de todos. De todos los que quisieran ver.

……….   Eso me impulsó a tratar de obtener la primera etapa de redacción de los Evangelios de Marcos y Juan, en los que veía partes de Conocimiento. No los había en Lucas y Mateo.

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……….   Para ello tuve que definir más instrumentos. Ya con la Carta de Santiago deduje dos nuevos instrumentos de análisis: Las Ideas-fuerza y los modos de argumentar, que también llamé “modus operandi”.

……….   Las Ideas-fuerza son fáciles de entender: En un escrito ideológico, el redactor inculca ciertas ideas o enseñanzas en el texto. Y lo hace reiteradamente, no una sola vez. De ahí que se repitan, porque le gustan al redactor, las tiene en gran estima, las conside-ra verdades que el fiel cristiano debe hacer suyas.

……….   Los “modus operandi” eran las formas de argumentar, de razonar, por parte del redactor, al lector. Comparaciones, frases repetidas, como “no hagas esto, que ya sé que no haces.” Y otras que luego listaremos.

……….   Tenía 3 instrumentos, pero necesitaba más para poder separar Marcos original de Marcos interpolación. Observando atentamente, me fijé que muchas sentencias de Jesús cabían justo en un versículo. Tenían la longitud adecuada para necesitar un versículo. Con un versículo quedaban expresadas. Unas pocas necesitaban una frase muy larga, más de un versículo. Llegué a la conclusión de que las longitudes de las frases eran otro indicio para separar posibles frases auténticas de frases interpoladas.

……….   Otra base para sospechar de ciertos párrafos fue que eran préstamos del Evangelio de Tomás. No me extenderé en este Evangelio, considerado oficialmente apócrifo, que contenía más doctrina auténtica (Conocimiento) que ningún otro relato evangélico. Además, pasajes de Tomás había sido divididos y llevados a dos pasajes distintos de los sinóptico, tanto en Mateo como en Lucas. Eso significaba que Tomás era previo a los si-nópticos y que los redactores de éstos habían escrito su Evangelio con el de Tomás delante. A estas cuarteamientos de un pasaje de Tomás los llamé “dobletes”.

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Continúa en la segunda parte.

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