Complementando los sentimentales

……..La primera condición que se requiere para alcanzar cierta meta es aceptarla, desearla, buscarla, concederle valor. Es lo que deben hacer los buscadores mentales para incorporar las formas de ser y actuar sentimentales. Aquí diremos que esa conquista, esa asimilación de la manera de ser sentimental, está a nuestro alcance. Por torpes y desmañados que nos parezca que somos. Todo lo logra la constancia. Complementando los sentimentales

……..Pero hoy nos toca hablar de cómo los buscadores sentimentales pueden – y les conviene – adquirir las capacidades mentales, para controlar y enriquecer su día a día.  En el artículo anterior hemos definido la manera de ser mental. Para no repetir ideas similares, remitimos al buscador sentimental a él. Y, en simetría a lo que allí afirmábamos, tal vez lo primero sea no calificar negativamente la manera de ser mental. Porque no se trata de adquirir todos los fallos, ni todos los excesos de las personas mentales cien por cien, sino de adquirir las buenos hábitos mentales.

……..Se trata deque en nuestro día a día funcione un equilibrio entre lo que sentimos y los que pensamos que debe ser cuando estamos en uso de nuestros mejores capacidades interiores.

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¿Cuándo estamos así? Cuando nos sentimos bien, cuando tenemos paz, cuando no percibimos problemas en el entorno. En esos momentos es cuando podemos comprender qué facultades debemos desarrollar, y cuando podemos ver con claridad que no nos debemos dejar arrollar por nuestros sentimientos cuando estos surgen con toda su potencia y su fuerza. A que esto últimos se de, lo llamamos aquí comportarnos como una persona “sentimental cien por cien”. Es decir, que todo su ser vibra al compás de las emociones, que no hay otra guía en su persona.

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Y esto es negativo; pasa luego factura. No se trata de renunciar a las emociones, se trata de compensar el peso excesivo que pueden tener en nuestra existencia cuando son ellas la única fuente de nuestra fuerza, de nuestro actuar. Es muy grato, como las burbujas del champán, cuando las emociones son positivas. Pero es demoledor y tiránico, cuando son negativas. Y nos hacen infelices, nos hacen similar a una cáscara de nuez, que tan pronto se levanta sobre la ola y sólo hay sol alrededor, como está en lo más profundo del abismo, con presagios que sólo preludian desastres  Y esa alternancia provoca inseguridad, dificultad para decidir, pobre impresión de uno mismo.

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De esa alternancia extrema conviene huir con el desarrollo de las capacidades mentales, de la lógica, que relativizará los impulsos fuertes de los sentimientos. La práctica de razonar, de comparar con situaciones parecidas del pasado, no van a hacernos desertar de nuestras facultades emocionales. Seguiremos siendo sentimentales de por vida, pero habrá una fuerza de compensación, un freno a los excesos del sentimiento.

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El objetivo a largo plazo es que tengamos una idiosincrasia dominante, ya sea mental o sentimental, pero que ésta generación, mental o sentimental, no sea el único motor de nuestras vidas. Que una y otra estén compensadas, equilibradas, controladas, por la otra vertiente, por la otra fuerza, por la otra idiosincrasia. Lo que tantas veces hemos oído, “en el punto medio está la virtud”. En este caso, en un equilibrio armónico entre el ardor de las emociones y la calma que imprime la mente lógica.

Hemos hecho mención al inicio de que “todo lo consigue la constancia”. Es este aspecto una traba, en la que el buscador sentimental tendrá que bregar y encontrará más dificultades. Por su propia manera de ser, la constancia cuesta. Y ha de ser con la Mente Superior con la que deberá adjudicársela. 

……..En la persona mental, la mente inferior, actuando en negativo – como ella siempre lo hace – genera sentimientos negativos y ya tenemos a esa persona en situación de no poder realizar tarea positiva alguna. Todos los propósitos y actuaciones que surjan en esas circunstancias serán equivocados.

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……..En la persona sentimental, el corazón inferior, generando emociones negativas – miedo, dolor, pena, rabia, duda – genera pensamientos negativos y se llega a la misma situación que la persona mental. Situación de la que no puede salir nada bueno.

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La solución, en ambos casos, suele ser dejar que pase el tiempo, confiar en que “no hay mal que cien año dure”, y recuperar la calma y la armonía interior a base de días, a base de olvido.

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Esas tormentas de pensamientos negativos – en un caso – y de emociones negativas – en el otro – son el momento en que no cabe avanzar, no cabe mejorar, no cabe adquirir habilidades que aún no dominamos. Hay que dejar atrás esas tormentas mentales y emotivas, y trabajar cuando hay, no ya calma, sino incluso bonanza, cuando luce el sol, en los períodos  en que no tenemos amenaza de tornado. Cuando luce el sol interior es el momento de razonar, de reflexionar, de marcarse objetivos discretos, de hacer propósitos de cambio, de adquisición de facultades que aún no tenemos, sean del signo que sean.  

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Y luego no pensar en cosas serias de éstas cuando estamos en medio de una tormenta negativa. Por aquello de que con gafas de color negro, todo lo veremos negro. Y lo de que en una situación  de ciclón, nada de lo que decidamos va a ser acertado.

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De modo que constancia, cuando ésta esté al alcance; cuando, por uno de esos  extraños milagros de la Naturaleza, luce el sol interior. Que, en la medida en que nos equilibremos, lucirá con más frecuencia.   

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Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «Año 303. Inventan el Cristianismo», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En https://sofiaoriginals.com expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.

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