Escuela virtual de Sabiduría de Pamplona.

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Deformaciones 2

……..Habíamos dejado el tema de la deformación en los siguientes casos: Deformaciones 2.


A. Que la “persona deformante” sea nuestro propio  progenitor.


B. Que lo sea nuestra pareja, o cónyuge.


C. Que pueda serlo tal vez la persona con la que nos hemos unido.


D. Que pueda serlo tal vez la persona con la que pensamos unirnos.

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Habrá que ir caso por caso. 

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A. Que la “persona deformante” sea nuestro propio progenitor.

Lo primero puede ser convencernos de que no estamos en un caso desesperado, ni irresoluble, ni siquiera adverso.

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Si aceptamos plenamente, o sospechamos, o aceptamos como posibilidad, que estamos en esa situación porque hemos elegido nacer en un hogar así, deformante, lo primero será averiguar por qué estamos en esa circunstancia. Posiblemente tengamos una Asignatura Pendiente muy fuerte. Lo que  Paloma Cabadas llama “Trauma Nuclear de la Conciencia” (TNC).

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Es muy posible que tengamos un TNC relacionado con la Autoridad, la Posesión, el Abandono o el Rechazo. Y hayamos elegido nacer en una atmósfera donde nos van a dar TNC hasta en el carnet de identidad, o hasta en el cielo de la boca, como dice una persona entrañable que conozco. Y el trabajo que tenemos que hacer es vencer precisamente eso que tanto nos duele, eso con lo que nos golpean una y otra vez. Y lo hace la persona de la que más cuesta “No dejarse afectar”, nuestro progenitor.

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Porque lo que tenemos que hacer como Objetivo Número Uno de nuestra existencia es superar ese Trauma. Y para eso estamos metidos en él hasta el cuello. Y desde bien pequeñitos. Para que no digamos que no tuvimos suficientes ocasiones.

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Desengañémonos. Nada es al azar, ni porque sí, ni porque Dios lo quiso. Lo quisimos nosotros. Y lo hicimos cuando operábamos con nuestras mejores Capacidades, con las Capacidades Superiores. Seamos, por tanto, ahora, consecuentes. Porque si no se acepta lo evidente de la Evolución, ¿cómo vamos a evolucionar?  

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Podemos quejarnos, maldecir nuestra mala suerte y quedarnos sin superar el Trauma. O podemos luchar contra él, con las Reglas, con las dos primeras, sobre todo – que son, no se olvide, un seguro de Felicidad – y salir victoriosos de la Gran Batalla. Y avanzar pasos de gigante en el proceso de nuestra maduración como seres humanos.

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La fría observación dice que no todos los pequeños nacidos en un hogar especialmente apropiado para superar su trauma Nuclear de la Conciencia lo logran. No lo logran los que transmiten la “enfermedad” a su propio hogar. Lo logran quienes anulan la herencia, quienes no son deformantes viniendo de un hogar deformante. Nuestra felicitación a estos últimos.

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B. Que lo sea nuestra pareja, o cónyuge.

Ya hemos dicho que la postura … que sale sola, de menor resistencia, es la inanición. Dejar hacer, no hacer nada, consentir, no oponerse. Pero es una reacción equivocada. Porque significa anularnos como personas. Y esa anulación cada vez va progresando, hasta que llega a alcanzar extremos incomprensibles para todo el que no sea la persona anulada.

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Cuando están los dos solos, cuando el hogar lo forma sólo la pareja, la postura de cada uno afecta a cada uno. Es entonces cuando se le suelen ver las orejas al lobo, y es entonces cuando hay que hablar, aclararse, discutir, ponerse en su sitio y, si fuera preciso, poner remedio para siempre. Pero eso es tema del tercer o cuarto caso.

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Pero si han venido hijos, entonces ya lo que uno haga no afecta sólo a uno mismo, sino que afecta – y más fuertemente todavía, porque tienen menos defensas – a los hijos. Y éstos tienen derecho a que se les permita evolucionar. Y la persona no deformante tiene una cualidad, de la que puede no ser muy consciente, pero que es muy real: Es la persona más evolucionada, lo es mucho más que la persona deformante. Y no puede hacer dejación de su responsabilidad, que es no dejar que el menos evolucionado, el menos adelantado, el más inmaduro, imponga las reglas y el ambiente del hogar.

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Deformaciones 2

      Deformaciones 2

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Aun aceptando que los hijos deban superar unas Asignaturas Pendientes relacionadas con las “losas” del “progenitor deformante”, van a necesitar la ayuda, el apoyo, de la pareja del deformante, para ser capaces de salir adelante. No lo pueden hacer todo ellos, hay que ayudarles y para eso hay que ponerse en su sitio y reclamar voz y voto, tanto como el otro, como el gallo del corral. Y que unas veces ceda uno y otras, otro. Hay que contrarrestar, hay que equilibrar. Los hijos tienen que tener conciencia de que en casa hay dos progenitores, uno con peor genio que el otro. Ellos acudirán al que deben; en eso no hay que enseñarles. Y éste debe ser su abogado defensor frente al otro, no conformándose con las migajas, sino con la mitad del pan del día.

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De hecho, el deformante tiene sólo el poder que le da el sometido, el sumiso, que se dice ahora. La capacidad de actuar se la da su pareja. Y cuando hay hijos de por medio, hay un deber, por parte del más evolucionado, para, aun con sus debilidades, crear una parcela de hogar en que los hijos encuentren paz, armonía, acogida y sosiego. Y eso sólo lo puede dar el más adelantado, el que no grita. No nos equivoquemos, gritar es un síntoma de debilidad, no de fuerza. Pero para eso deberá enfrentarse al deformante y reclamar su parcela de poder. Y eso hay que hacerlo, aunque cueste y resulte incómodo. Es un deber.

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C. Que pueda serlo tal vez la persona con la que nos hemos unido.

Cuando no hay prole sobrevenida, la situación es menos cruenta. Es dolorosa, pero no es sangrante. En los primeros tiempos las cualidades que hemos enunciado en la lista del “progenitor deformante” (Ver artículo anterior) se aprecian con menos nitidez, porque el sujeto las disimula. Pero no es posible disimular por largo tiempo, y hay características que van a aflorar, porque son muchas las cualidades que detectan al futuro “progenitor deformante”.

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La regla a aplicar es simplemente ponerse uno en su lugar. Saber estar, ser uno mismo, no dejarse amilanar, no dejarse dominar. Establecer parcelas. “En esto decides tú, y en esto otro decido yo”. Y lo que decida cada uno, el otro ha de aceptarlo.

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El acuerdo en todo es inviable, es una quimera. Porque ambos vienen de hogares distintos, con criterios distintos y con prioridades distintas. Lo que no se debe dejar es que sea uno el que decida todo y el otro, nada. Porque eso es dar cancha libre al posesivo-deformante. Y tampoco vale el que “en esto tengo que intervenir, porque me afecta”. Porque todo afecta a todos, a los dos. Éste suele ser el argumento del posesivo, futuro deformante.

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Por ejemplo, el trabajo de cada uno es propiedad exclusiva de cada uno. La trayectoria profesional, los cambios de trabajo, son para ser decididos por el sujeto, y ser éste apoyado por su pareja. No vale reclamar decisión en la vida profesional del otro  “porque me afecta”. Eso equivale al derecho de veto en todo y no quiere otra cosa el posesivo-deformante.

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Afortunadamente, hoy en día ambos tienen capacidad de trabajar y de generar dinero. En eso hemos avanzado mucho en sólo una generación.

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La regla podría ser conocer muy bien a la pareja y comprobar que no es un futuro “progenitor deformante” antes de hacerle progenitor. Y si hay sospechas de que lo sea, aclarar los roles de cada uno en el hogar antes de que vengan los hijos. Porque luego las cosas se complican mucho. Y lo que se podía hacer antes, tal vez si ellos son realidad, no se pueda hacer. Y entramos en la penosa dinámica del hogar deformante.

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Si hay tantas separaciones hoy en día – que bienvenidas sean – tal vez sea porque hay hoy más libertad que una generación atrás para seguir uno su camino si se ha equivocado, o le han engañado y “no todo el monte es orégano”. O no era él/ella como nos lo pareció. Y es buena, y conveniente, la separación antes de crear un hogar deformante. Todavía queda un poco menos del cincuenta por ciento del mercado para acertar mejor.

  

D. Que pueda serlo tal vez la persona con la que pensamos unirnos.

Éste es el caso más fácil, porque no se dan aquí algunas de las limitaciones que se dan en los dos casos anteriores.

. Deformaciones 2

Hay que advertir que en la época de la aproximación, cuando aún no hay lazos estables, tanto el posesivo-deformante como su familia actúan con gran lucidez, para disimular sus verdaderas intenciones, someter a la pareja elegida y formar con ella un hogar deformante, similar al de origen. Por eso resulta conveniente una relación larga, no de meses, sino de algún que otro año. Y lo mas distante posible, para captar con precisión las verdaderas intenciones del que se aproxima.

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Sabiendo lo que puede pasar si no se está alerta, sabiendo las formas de desenmascarar al futuro “progenitor deformante”, casi no cabe la posibilidad de errar el tiro. El principal enemigo es la ignorancia, la inocencia, la candidez que no pocas veces tenemos las buenas personas.

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No conviene ser oveja blanquita, que algo más del sesenta por ciento del personal son lobos …

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Foto: Cortesía de MJC.           Siguiente artículo: Servicio.


Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «Año 303. Inventan el Cristiansimo», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En https://sofiaoriginals.com expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.

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