El nacimiento de París 5 Lutecia Juliano Pipino el Breve
© Copyright Fernando Conde Torrens
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1. Entra París en la Historia de la mano de Julio César. Uno de los pueblo galos, los Aeduos, llama en su ayuda a Roma.
2. Roma, con Julio César, expulsa a los Helvecios y, a petición de los Aeduos, derrota y expulsa a los germanos de Ariovisto.
3. Cuando Galos y Romanos quedan solos, la Galia se rebela contra el invasor, amigo de los Aeduos y de unos pocos más. César sitia Alexia.
4. César toma Alexia, pacifica la Galia, celebra su triunfo en Roma y deja paso a Octavio, que será Augusto perpetuo. La Galia es ya una provincia.
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Lutecia en el siglo IV
(Fuente: Histoire de France Illustrée. Tomo I, des origines a 1.610. Paris, Librairie Larousse, hacia 1.912.)
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Unos doscientos años – o así van a pasar
para que algo suceda – digno de mencionar.
Los violentos Germanos – vuelven a traspasar
el Rhin y las legiones – no les logran parar.
Tienen, pues, territorio – vasto que depredar,
campesinos inermes – que robar y matar,
y cosas similares, – fácil de imaginar.
Es Constancio segundo – quien tiene que atajar
el tema mientras trata – de al Persa derrotar.
No puede en el Oeste – y en el Este actuar,
de forma que en Juliano – tiene que delegar;
no lo hace de buen grado, – pues ordenó matar
a su padre y sus primos – y con ello evitar
que al tío se le ocurra – el trono ambicionar.
No contento con ello, – mandó decapitar
al de Juliano hermano, – Galo, y ha de sacar
a éste de la mazmorra – y que deje el lugar
para mandar en Galia – las tropas a luchar,
sin ninguna experiencia – que le pueda ayudar.
Éste es, pues, el Juliano – que a París va a llegar.
Constancio ha, pues, dispuesto – muy generosamente
que Juliano es el César – de todo el Occidente,
mas las legiones manda – actúa astutamente –
su Legado Pretorio – Maximilio Clemente.
Tratará pues Juliano – infructuosamente
de coger él el mando – un año y al siguiente
pero como es novato – civil, militarmente,
Maximilio se niega – y ello rotundamente.
Por fin, aprovechando – jugada inteligente,
logra tomar el mando – de una poquita gente,
de dos legiones sólo, – escaso contingente.
Con ellas y su astucia – el verano siguiente
derrota a los Germanos – inopinadamente
y captura a su jefe – y a su lugarteniente.
Manda el jefe a Constancio – siendo él el remitente
y le pide a su tío – de manera insistente
de las cinco legiones – el mando consiguiente.
Constancio lo concede, – astuto e inteligente,
mas le manda un mensaje – diciendo que es urgente
que la mitad le envíe – a luchar en Oriente.
Pero la mayoría – de dicho contingente
es galo y contratado – con acuerdo insistente
para en la Galia sólo – ser siempre combatiente.
La gala soldadesca, – que ir lejos no consiente,
reclama el comandante – muy explícitamente
que se proclame Augusto – y muy rápidamente.
Juliano no desea – ir contra su pariente,
pero es aconsejado, – incluso sabiamente,
que acepta o corre el riesgo, – si su ”No” es persistente,
de ser linchado y muerto – por esa misma gente.
Llegada la mañana – del gris día siguiente,
Juliano hace un esfuerzo – desesperadamente
por calmar a los galos: – Promete firmemente
que sólo en tierra gala – habrá labor pendiente.
Las legiones reclaman – voz tronante y potente –
¡¡“Augusto, Augusto”!! gritan – Y Juliano consiente,
que acepta lo que piden – o allí queda inconsciente.
Juliano es ascendido – a escudo reluciente,
los galos lo pasean – y aclaman vivamente:
París es escenario – de algo sin precedente.
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Proclamación del Emperador Juliano en el Palacio de la Ciudad. Composición de Hoffbauer
(Fuente: Histoire de France Illustrée. Tomo I, des origines a 1.610. Paris, Librairie Larousse, hacia 1.912.)
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Juliano y sus Legiones – marchan hacia el Oriente,
Constancio con las suyas – se torna hacia Occidente,
y cuando la batalla – se juzga ya inminente
Constancio va y se muere, – muy oportunamente.
Juliano marcha a Roma – y el Senado consiente
y le corona Augusto – y todo el mundo asiente.
Será el primer Augusto – en París residente;
de París el recuerdo – siempre tendrá presente,
porque en París él tuvo – del Rubicón su puente.
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El anfiteatro de Lutecia, quizás de Adriano
(Fuente: Histoire de France Illustrée. Tomo I, des origines a 1.610. Paris, Librairie Larousse, hacia 1.912.)
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Y creció la ciudad – con mucho monumento
por la margen izquierda – del Sena turbulento,
quedose despoblada – si el romano opulento
se trasladó a su villa – donde vivir contento,
si el habitante pobre, – ya flaco y macilento,
murió porque la peste – lanzó en París su aliento,
por el bárbaro paso – de hordas sin sentimiento
que siegan vidas como – quien se come un pimiento.
El Imperio fenece – tras desastres sin cuento,
y los bárbaros pueblos – son dueños del momento.
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Los hunos
(Fuente: L´Histoire de France. M. Guizot. Librairie Hachette et Cie. París, 1.877.)
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Uno de tales pueblos – fija su asentamiento
en el Sena. El rey Clovis – tendrá este pensamiento:
Unir bajo su mando – reinos que suman ciento.
Somete a los vecinos – por cruel procedimiento,
a traición, por sorpresa, – de eso no hace recuento.
Por el sur de la Galia – deja un rastro sangriento,
sitiando a Carcassonne, – pero falla en su intento.
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El rey Clovis zanjando un problema de autoridad con su hacha
(Fuente: L´Histoire de France. M. Guizot. Librairie Hachette et Cie. París, 1.877.)
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Se casa con Clotilde – en un cierto momento,
cristiana borgoñona, – que deja sedimento
en su rudo marido. – Sin arrepentimiento,
Clovis se hace cristiano, – porque hizo juramento
un día en que luchaba – contra un gran regimiento
de Germanos que asolan – su región de aposento
que de lograr victoria – rápido como el viento
se volverá cristiano – en agradecimiento.
Y de cara a París, – su gran merecimiento,
la nombró capital, – tal y como lo cuento,
de su reino, que el franco – agrandó con gran tiento.
Hijo de Meroveo, – al dar su último aliento
dejó puestas las bases – de la Francia que intento
plasmar cómo se forma, – plasmar su crecimiento
relatando las fases – desde su nacimiento.
Cada rey merovingio – hizo la tontería
de hacer puntual reparto – de lo que poseía
entre sus hijos mozos – cuando al fin se moría.
Con Clovis fue otra cosa, – que hermanos no tenía.
Tan ancestral costumbre – de facto conducía
a que lo ya ganado – de nuevo se perdía
partido en varios trozos – que algún hijo querría
fuera lo que su padre – poseyó cierto día.
Y así un rey merovingio – la vida pasaría
organizando trampas – en una cacería
para que un accidente – su hermano sufriría
porque un lacayo suyo – no tuvo puntería,
o encargando a un taimado – esbirro de alma fría
que apuñale a Fulano – o que a otro le dé vía.
Con tales maniobras – el monarca perdía
prestigio entre su pueblo, – pues todo se sabía.
Con el tiempo dejaron – el trabajo que había
para que el Mayordomo – de Palacio lo haría,
y cien años más tarde – él sustituiría
hasta al mismo monarca – y rey se nombraría.
Pipino de Hersital – tal cosa empezaría,
suplantando al monarca – y su hijo más haría:
Carlos Martel llamado, – muy famoso sería,
pues derrotó a los moros – con mucha valentía
y ganó entre los suyos – respeto y nombradía.
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Rey merovingio y su escolta
(Fuente: L´Histoire de France. M. Guizot. Librairie Hachette et Cie. París, 1.877.)
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Su hijo, Pipino el Breve, – en tanto reinaría
estrechó relaciones – con Roma, pues quería
que el Papa coronara – su testa. Tal hacía
el Papa Etien II – y a cambio recibía
los Estados que el franco – luego conquistaría
a cierto rey lombardo – que años atrás había
expulsado a Bizancio – de tierras que tenía
lindando a las de Roma, – tierras que el Papa ansía.
Así, “yo te corono – y te doy dinastía,
y Estados Pontificios – será la prenda mía.”
Se lleva a cabo el trato – y Pipino sería
coronado y dos hijos – que Pipino tenía.
Cuando murió Pipino – su reino dejaría
a los dos hijos suyos, – pero uno lograría
que el otro se muriera. – ¿De qué? No se sabía.
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Continuará …
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………. Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En https://www.sofiaoriginals.com/ expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.
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