En «Filetero de Paflagonia y el mundo helenístico 24» veremos la primera parte del drama de Lisímaco y Seleúco I, que guerrearon entre ellos apenas heredados sus reinos.
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© Copyright Fernando Conde Torrens, el lunes 3-1-2.011
El elemento guía que tomaremos para asomarnos al período 280-180 AEC en el mundo helenístico va a ser el reino de Pérgamo. Es cierto que no existía como tal durante la guerra de los Diádocos, pero su trayectoria ilustra muy bien la decadencia del Imperio Seleúcida, incapaz de someter a disciplina a un pequeño reino, las cualidades de los monarcas helenísticos y las condiciones de vida de muchas ciudades durante este período.
Los griegos conocían de la existencia de Pérgamo y de su poderosa fortaleza desde «La Retirada de los Diez Mil» o Anábasis, escrita por Jenofonte el año que en Atenas condenaban a Sócrates a beber la cicuta, el año 399 AEC. A su vuelta, pasaron por Pérgamo y arrebataron a acrópolis al sátrapa persa del lugar.
El siguiente episodio en que los libros mencionan a Pérgamo es cuando Alejandro se dirige al Sur desde el Helesponto tras la batalla de Granico. Pasó por Pérgamo y se dice que dejó como responsable de la ciudad a una mujer, Barsino, la viuda del que había sido su enemigo, Memnón.
En el año 323, a la muerte de Alejandro Magno, el Imperio se dividió entre los generales y Lisímaco quedó al cargo de la Tracia, la parte europea situada encima de Asia Menor. Con la satrapía, recibió su parte del tesoro que Alejandro poseía, extraído de las arcas persas, 9.000 talentos. Como ya hemos visto, el año 301 Lisímaco y Seleúco I derrotaron a Antígono y a su hijo Demetrio en la batalla de Ipsos. Lisímaco se quedó con la mitad Norte de Asia menor, mientras Seleúco conservaba la parte Sur. Lisímaco sabía que el futuro estaba en Asia Menor, de modo que trasladó su residencia de Lisimaqueia, en la Tracia, al Asia Menor. Se fijó en la inexpugnable fortaleza, o acrópolis, que tenía Pérgamo y allá decidió guardar su tesoro, los 9.000 talentos. Y se los confió, cuando tuvo que ausentarse, a su lugarteniente, un eunuco, Filetero, de Paflagonia.
Perspectiva de la Pérgamo baja desde la acrópolis y restos de ésta
(Fuente: Arqueología de las ciudades perdidas. Volumen 2. Salvat, S.A. de Ediciones. Pamplona, 1.986.)
He tratado de averiguar qué riqueza suponía esa cantidad de dinero, 9.000 talentos. Y de fuentes varias he llegado a la conclusión [revisable, si se demuestra el error] que 40 talentos equivalen a un millón de sestercios y también a 1.000 kg. de oro. Por tanto, Lisímaco disponía para gobernar su satrapía de 225.000 kg. de oro, o si se quiere 225 toneladas de oro. No está mal, por Zeus …
Lisímaco, como el resto de Diádocos, no sabía conformarse con lo que tenía y, aplicando la ley del vecino y en alianza con Pirro, rey del Épiro, invadió a su vecino occidental, Macedonia, expulsando al monarca que allí reinaba. Ya maduro, tomó como esposa a Arsínoe, hija de Ptolomeo I. Ésta al poco tiempo le convenció de que su hijo Agatocles planeaba matarle para así subir al trono. Tanto insistió la egipcia que Lisímaco ordenó al muerte de su propio hijo. [La historia de la segunda mujer que se carga al hijo de la primera, y sucesor por derecho propio al trono, mirando por sus propios hijos, va a ser algo dejà vu en la Historia.]
Despechada la viuda de Agatocles por la muerte de su esposo, se exiló a la corte de Seleúco I, instándole a declarar la guerra a su ex suegro. Poco le hacía falta a Seleúco para que se pusiera en guerra con alguno de sus ex-compañeros los Diádocos, porque, sin pensárselo dos veces, le declaró la guerra
En el año 281 a.C., Seleúco I y Lisímaco entraron en guerra. Lisímaco murió en el campo de batalla de Curopedio, en la Lidia.
Seleúco I reclamó a Filetero su fidelidad y, de paso, el tesoro de su ex-jefe muerto. Filetero se declaró súbdito de Seleúco I y le prometió el envío del tesoro tan pronto pudiera garantizar un traslado seguro. Pero no terminaba de asegurar el envío de tanto oro … Para su buena suerte, al año siguiente moría Seleúco a manos de un hijo de Ptolomeo I, al que Seleúco tenía como invitado y apoyaba para recuperar el trono de Egipto, que había heredado su hermano mayor. Pero de estos detalles nos ocuparemos cuando toque el Imperio Seleúcida y sus monarcas.
Busto de Seleúco I, Nicátor. Museo Arqueológico Nacional. Napoles
(Fuente: Historia Universal Larouse. La Grecia Clásica 450 a.C. – 27 a.C. Larouse, 2.005.)
Bástenos ahora saber que el año 280 moría apuñalado Seleúco I y le sucedía al frente del Imperio Antíoco I. La fidelidad que Filetero juró era a Seleúco, no a Antíoco. Así que decidió que el tesoro estaba muy bien donde estaba y que vinieran a por él si lo querían …
Como Filetero va a ser el fundador de la dinastía que gobernará y hará grande el reino de Pérgamo, procede que sepamos que era hijo de Atalo y Boa, por lo que sus sucesores serán llamados Atálidas. Tan pronto decidió ser cabeza de ratón, se dedicó a defender su fortaleza en previsión de posibles represalias del monarca Seleúcida al que había despechado. Pero, felizmente, Antíoco tenía cosas más importantes que hacer que reclamar aquellos 9.000 talentos escondidos a tanta altura y Filetero acabó sus días en paz, a la edad de 80 años, y en la cama. Previamente había prohijado al hijo de su hermano para que le sucediera, dada su condición. Era el año 263 a.C.
[Pienso para mis adentros que un guionista moderno no lograría un guión más truculento.]
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Enlace con el próximo día: La Acrópolis de Pérgamo en el mundo helenístico 25.
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………. Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En https://www.sofiaoriginals.com/ expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.
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