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La Pintura 131 El Barroco 6

La Pintura 131 El Barroco 6 Incompleto

© Copyright  Fernando Conde Torrens, el 12-5-2.008

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         Hoy vamos a entrar propiamente en la decoración de techos barrocos. Al principio, cuando se me ocurrió añadir la sub-serie «Techos», tenía una docena de techos pintado por Pintores barrocos y con ellos contaba para mi empeño. Pero adquirí por un azar unos libros sobre Arquitectura y días más tarde el libro sobre el Barroco del que he hecho uso para la divulgación de la investigación sobre Pintura que discretamente se lleva aquí a cabo, y ello me ha permitido ampliar el tema con edificios de las diferentes épocas y mantener un ojo en los techos de los mismos. Hoy por fin desembocamos en el punto primero, pero lo haremos al final.

          Aclararé que he hablado de «investigación» y no de «documentación», porque el objetivo inicial de esta serie fue averiguar quiénes fueron los primeros auténticos pintores en nuestra actual Europa. Lo que los egipcios hacían era dibujar y colorear. Lo mismo que los griegos en sus vasijas. Dibujaban el contorno y llenaban los diferentes zonas con tintas planas. Y eso no es Pintura. La Pintura debe dar sensación de volumen, de perspectiva. Y mirando, por orden de aparición en el tiempo, dibujos de tumbas y templos, vi que los primeros pintores de nuestro continente fueron los etruscos, como puede verse en este enlace, artículo colgado el 11-6-2.007.  No diré que sea una auténtica investigación a nivel mundial, pero en ningún sitio había leído tal cosa.

        Antes veamos dos ideas, que se funden en una sola, que podemos colegir de cuanto vamos viendo. La idea común es que la Arquitectura monumental se hace con fines propagandísticos. Y cada cual hace propaganda de lo que le es más querido, de aquello para lo que y gracias a lo que vive. Y vive bien: La prueba de que vive bien es que puede dedicar dinero en abundancia a hacer propaganda de sí mismo y de lo que le da de comer. La Iglesia hace propaganda de su género ideal y las monarquías, de sus glorias pasadas. Nótese cómo lo que se ensalza pertenece siempre al género de las volátiles Ideas, que son mucho más dulces que la prosa diaria. De modo que la Arquitectura monumental entra de lleno en el terreno de las Ideas, de que trata este blog. Lo veremos en el caso de las dos poderes fácticos que ha habido en Occidente a lo largo de la Historia, el poder civil y el poder religioso. No se olvide que éste es un blog dedicado a las Ideas. No a las platónicas, sino a las reales, a las mundanas, a las de aquí. (Tal vez el lector piense que lo que me mueve es la maldita envidia, porque no tengo una biblioteca como las de los benedictinos. Bueno, pues también.)

        Vimos un día pasado alguna Biblioteca real o imperial. Vamos a ver hoy bibliotecas del otro poder fáctico, de la Iglesia. Por cesiones testamentarias de fieles temerosos de Dios y del infierno, predicado desde conventos y parroquias, no por habérselo ganado los titulares con el sudor de su frente, llegaron a poseer inmensas propiedades y cuantiosas fortunas. Ello les permitió acceder a la Arquitectura monumental y encargar a los mismos Arquitectos que trabajaban los reyes y príncipes, la construcción de sus palacios, monasterios e iglesias, desde donde poder seguir predicando. Podríamos ahondar en el tema ideológico – da mucho de sí – pero no lo haremos; baste lo dicho, como escribían los autores antiguos al final de sus capítulos.

        Veamos en primer lugar la preciosa iglesia de un monasterio benedictino. La Orden benedictina fue fundada por San Benito de Nursia (480547), anacoreta italiano que institucionalizó la práctica de retirarse uno solo a un monte solitario para fundar reuniones de anacoretas, así se repartían el trabajo y podían dedicar más tiempo a orar. Tengo un librito con la regla de San Benito. El libro es de 1.758 y destaca por su modestia. Mide 6´7 x 4´7 cm. y me lo vendió un Vendedor de libros especializado en vender libros en un lamentable estado de conservación; hechos polvo, en una palabra. Tanto polvo le ha entrado el libro – que más parece haberse guardado en un corral, o vaqueriza, que en una biblioteca digna – que no me decido a encuadernarlo: La mitad de sus páginas no se leen, del polvo secular adherido. (He observado que cuando compras un libro antiguo, no sólo compras el libro. En el lote va incluido polvo de 200 ó 300 años, semillas, restos de café caídos sobre el mismo, incluso insectos, aprisionados por un brusco cerrar de sus páginas, y fosilizados. Todo sale con un pincel que hay que pasar pacientemente página a página. Además, está comido por roedores y no me extrañaría que alguna vaca lo hubiera rociado accidentalmente con alguna micción propia y conservara el ADN del vacuno.) Pongo el título a tamaño real del librillo y un par de páginas a mayor tamaño . En 1.758 «hay» se podía escribir con «h» o sin ella, indiferentemente, parece ser. La «s» se escribía como «f». Y si Rey se escribe con «y», «Reyno«, también.

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Regla del Gran Patriarca S. Benito, editada en 1.758.

La Pintura 131 El Barroco 6  La Pintura 131 El Barroco 6

(Fuente: Colección propia.)

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        Pues bien, unos 20 años antes de editarse el citado libro, los benedictinos de Melk tenían terminada esta impresionante abadía. El conjunto tenía hasta dos torreones de defensa y una serie de edificios entre los que nos fijaremos en la iglesia y en el aspecto general de la abadía, situada en la misma orilla del Danubio. Sírvanos la imagen de la iglesia para fijarnos en la sustitución de las columnas renacentistas por pilastras rectangulares adornadas con mármoles, estucos o maderas para disimular la monotonía de sus anchas paredes. Las mismas se coronan con estucos dorados que imitan capiteles corintios y por encima corre una complicada cornisa, que remata el conjunto de elementos verticales. Esta cornisa la volveremos a ver en numerosos edificios barrocos. Fijémonos también en los techos, donde vuelan multitud de ángeles vistos desde abajo, como han de verse los ángeles.

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Jacob Prandtauer y Josef Munggenast. Abadía benedictina de Melk, 1.702-1.738. Vista interior de la iglesia

La Pintura 131 El Barroco 6

(Fuente: EL BARROCO. Arquitectura. Escultura. Pintura. Könemann, 2.004.)

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        La iglesia no desdice del conjunto abacial, pero tampoco se excede en lujo. De haber vivido en aquella época, en una aldea cercana y séptimo hijo de familia campesina, quizás yo también hubiera tenido vocación benedictina. ¿A qué cosa mejor podía aspirar uno?

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Jacob Prandtauer y Josef Munggenast. Abadía benedictina de Melk, 1.702-1.738. Vista general desde el Danubio

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(Fuente: EL BARROCO. Arquitectura. Escultura. Pintura. Könemann, 2.004.)

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……….Los Emperadores, príncipes y reyes fundaban bibliotecas para asegurar las bases de la Ciencia de su tiempo. Pero también, siguiendo la tradición, las órdenes religiosas, como los benedictinos y los cistercienses, hacían lo propio. Los primeros fundaron, entre otros y hacia 1.750, contemporáneo, por tanto, del librito, el monasterio de Wiblingen, cerca de Ulm. Y en él no podía faltar la biblioteca, donde guardar las obras dignas de ser conservadas. Las demás, no.

……….Las columnas son de madera jaspeada. Las pinturas de la techumbre describen un jardín paradisíaco por el que pasean personajes celestiales y terrenos, con alusiones al saber cristiano antiguo. De hecho, todo el conjunto servía a los fines de la Organización. Fijémonos en la cornisa ondulante que sirve de base a la galería. Ésta da acceso al segundo piso de la biblioteca. El Barroco amaba las líneas curvas y hasta las barandillas tenía cierta panza, vistas desde arriba.

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Ulm-Wiblingen. Biblioteca del antiguo Monasterio benedictino, con frescos de Frank Martín Kuen (1.744)

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(Fuente: EL BARROCO. Arquitectura. Escultura. Pintura. Könemann, 2.004.)

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……….Otro monasterio de la misma época tiene su biblioteca, ésta con suelo de madera. La biblioteca cuenta con más de 2.000 manuscritos y más de 10.000 libros. La galería se apoya en las seis pilastras que se pueden ver, rodeadas de estanterías para libros. Las pinturas del techo ilustran la defensa del dogma cristiano con argumentos teológicos y científicos. Si los egipcios no podían tener un espacio sin escritura, lo Barroco coloca estucados en la menor área disponible, como las cercanías de los ventanales, o como marcos de las pinturas.

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Peter Thumb. Monasterior de St. Gallen. Biblioteca del Monasterio, terminada en 1.766

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(Fuente: EL BARROCO. Arquitectura. Escultura. Pintura. Könemann, 2.004.)

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……….Hemos dicho que el otro poder fáctico, emparentado de cerca con el anterior, a Carlomagno y a Napoleón Bonaparte los coronaron como Emperadores los Papas del momento – también se ocupó de crear sus Bibliotecas reales. Realmente, da gusto visitar una de tales Bibliotecas. Hace menos de un año visité un par de ellas. Tengo que buscar las fotos, a ver si me dejaron sacarlas dentro de las mismas. Si es así, veremos algunas. Hoy nos conformaremos con ver una vista de la Biblioteca Imperial de Viena. En el techo, estucos, artesonados, pinturas, dorados, toda la parafernalia decorativa barroca. Y una galería con discretas curvas, como corresponde a una mansión imperial, en la que nada debe ser excesivo.

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Johann Bernhard Fisher von Erlach. Viena. Hofburg.

Vista del óvalo de la Biblioteca Imperial, 1.722

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(Fuente: EL BARROCO. Arquitectura. Escultura. Pintura. Könemann, 2.004.)

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……….Y, para terminar, uno de los techos que me llamaron la atención y que me decidieron a dedicar esta pequeña serie a techumbres. Bien están los cuadros para colgar de las paredes. Pero todos ellos tienen un defecto, que son rectangulares y uno ya sabe lo que puede esperar de una escena rectangular, que se acabe en los límites previstos. En cambio los techos … dan mucho más de sí … ¿dónde vas a comparar? En un techo tienes que andar para ver el cuadro completo y te puedes tropezar con el turista del país vecino, o con el de los ojos rasgados. Hay que estar mirando arriba y abajo, para no dar un paso en falso y caerte por la escalera o tirar un jarrón colocado sobre una columna en medio de la sala, no sabes dónde va a terminar el cuadro … Es mucho más emocionante, no hay color.

……….Descendiendo a este mundo y, en concreto a Italia, quizás uno de los mejores Pintores del siglo XVII en Italia fue Lucas Jordan (1.634-1.705). Lucas Jordan fue llamado a decorar las techumbres del Palacio de los Médicis. El escenario, un jardín paradisíaco donde ángeles gloriosos coronan a los no menos gloriosos miembros de la familia Médicis. A fin de cuentas, era Pintura monumental dentro de Arquitectura monumental. Las Artes monumentales se dedican a reflejar la honra y gloria de los que pagan el edificio, no se piense otra cosa. Dicho en dos palabras, pura propaganda. Eso no quita para que donde hay Arte, hay Arte. Las debilidades humanas son otra cosa.

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Glorificación de la familia Médicis, hacia 1.680. Lucas Jordan.

Pintura al fresco del palacio Médicis-Riccardi, Florencia

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(Fuente: La Pintura en el Barroco. José Luís Morales y Marín. Cortesía de Banesto. Espasa Calpe, S.A., 1.998. )

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……….Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «La Salud», «Año 303. Inventan el Cristianismo» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En www.sofiaoriginals.com expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.

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