Escuela virtual de Sabiduría de Pamplona.

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Tesis 50 El chupete de Occidente

Tesis 50 El chupete de Occidente

© Copyright Fernando Conde Torrens

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        Llega el momento de reflexionar desde una perspectiva más amplia para analizar el método que hemos seguido y de qué van a depender los frutos que con él consigamos. A fin de no perder el hijo conductor, dividiremos estas reflexiones según el tema que abordemos. En primer lugar, la esencia del Método y la del escrito al que se aplica.

        Hemos aplicado idéntico proceder a dos escritos cristianos diferentes. Efesios de Ignacio y Romanos de Pablo. No sólo eran diferentes las épocas en que ambos se supone que fueron escritos. Distinto autor oficial, distintos destinatarios … Pero lo que predomina sobre estas circunstancias es que la redacción de uno y otro obedecen a esquemas diferentes.

        Efesios original era una carta en la que un personaje, Ignacio, agradece a unos amigos su apoyo. Efesios original tenía un argumento, una línea conductora, unas ideas relacionadas con el momento histórico en el que la carta se escribía.

        Romanos es un conjunto de consejos de orden moral, casi por completo deshilvanados. No hay una línea conductora, no hay una perspectiva temporal, salvo en un cortísimo inicio, 4 versículos en total. Todo lo demás es un conjunto de frases yuxtapuestas. Igual pueden ser ésas como otras cualesquiera de la colección expuesta.

        Esta diferente esquema vertebrador va a tener su repercusión en todos los órdenes.

        *Las muletillas en Efesios de Ignacio se reparten tanto en los capítulos con originales como en los añadidos. Unos y otros hablan de la misma historia.

        * En Romanos de Pablo las muletillas desaparecen del todo allá donde hay originales. Los consejos morales y la verborrea del falsificador son incompatibles, las muletillas se refieren a otra historia.

        * Las «citas» son más selectivas. En Efesio de Ignacio apenas se dan en capítulos con fragmentos originales.

        * En Romanos de Pablo también las «citas» faltan totalmente en capítulos con fragmentos originales. El comportamiento es más parecido en ambos escritos y su relación con las «citas». Éstas huyen de los originales en ambos. No obstante, esto es de no demasiada ayuda, ya que las «citas» no se emplean apenas como instrumentos de extracción.

        * El argumento existente en la carta original de Ignacio a los Efesios es de una enorme ayuda para la reconstrucción del escrito original. El hecho de ser Romanos una lista de consejos hace mucho más difícil su reconstrucción plena. No obstante, sabemos bastantes cosas de ese original, según veremos al final de esta conclusiones.

        * Otro hecho del que hay que hablar es de esa ordenación de casi todo el eventual original en apenas dos o tres capítulos finales de Romanos, del 12 al 14, con una escueta despedida en 15. Contrasta con la diseminación del original en Efesios de Ignacio. Esa gran concentración se detecta al eliminar los bloques con muletillas, pero hace mucho más difícil el pulido final.

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El chupete de Occidente

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        No obstante, y volviendo al trabajo realizado, hay una conclusión de la que resulta difícil evitar: Siguen apareciendo indicios razonables para mantener la sospecha de que algo extraño sucede con nuestros «escritos sagrados». Siendo el campo en el que nos movemos difícil y resbaladizo, no sacaremos conclusiones definitivas, sería tal vez demasiado pronto.

        Pero sí puede mantenerse que prosigue la incertidumbre sobre la verosimilitud de cuanto se defiende desde la oficialidad eclesial. Hay que cerrar los ojos a muchos indicios razonables, a muchas coincidencias, que abogan en favor de que la redacción de los escritos del Nuevo Testamento presentan singularidades que exigen un análisis en profundidad. No cabe cerrar los ojos por más tiempo y seguir dando por buenas versiones que están mostrando posibilidades de ser falsificaciones integrales, obra de dos personas con ideologías opuestas o, cuando menos, excluyentes.

        Que toda una sociedad asuma ciegamente que nuestros guías ideológicos son trigo limpio, que su origen es digno de todo respeto, que las autoridades de todo el orbe concurran al unísono a dar el adiós y a celebrar el ascenso de cada nuevo dirigente de la casta sacerdotal constantiniana que se turna en el gobierno de ese ente, no es que resulte molesto o sea causa de envidia o rencor.

        La lástima es por quienes asisten, por quienes se prestan a la ceremonia versallesca, habiendo, como hay, serias sospechas de que se está ante un fraude de proporciones gigantescas, en el que los defraudados pueblan la tierra que nuestros dirigentes regentan, por designación o con el voto de los defraudados. Lástima, a fin de cuentas, por una sociedad, Occidente, que lleva en los labios, sin percatarse, un chupete descomunal, que sólo ven los que ya no lo llevan, porque superaron esa angelical edad.

        Cuando se termine el Método del algoritmo, y antes de explicar el tercer, que no último, Método, hablaremos de un libro que he comenzado a leer, sugerido por buenos amigos, en el que se dice todo lo que uno fue demasiado prudente como para no decir.

        Hasta mañana, amigos.

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……….  Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En www.sofiaoriginals.com expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.

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