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El Imperio Seleúcida 7 bajo Antíoco III Megas

El Imperio Seleúcida 7 bajo Antíoco III Megas (223-187)

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© Copyright  Fernando Conde Torrens el Lunes 2-5-2.011

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        Todavía los monarcas seleúcidas no han tenido problemas sucesorios. El orden dinástico funcionaba. Dentro de un par de reyes se sumarán los problemas sucesorios. Hasta ahora, el que ha habido, con Seleúco II y su hermano Antíoco Hiérax, se resolvió en el seno de la familia … Por cierto, Antíoco Hierax murió antes que su hermano Seleúco II, guerreando, claro está. Por eso, a su muerte, y asesinado el hijo mayor, Seleúco III Cerauno, subió al trono el hermano menor, Antíoco III.

        Casi simultáneamente, en Egipto Ptolomeo III Evergetes (Mecenas o Benefactor), amante de las Letras y mal guerrero, cayó envenado por su hijo – de ahí lo de Filopator, amante del padre, con cierta sorna.  – Si el padre había sido un monarca flojo, el hijo lo era todavía más. Delegó sus poderes en su primer ministro, Sosibius, que era más astuto que su Faraón y no lo hizo mal, y se dedicó, Ptolomeo IV, a vivir como un Faraón. Entre otras cosas, completó al traducción de la Septuaginta, que había empezado su abuelo allá por el año 380 y se terminaría bajo su reinado, en el año 204.

         También en Macedonia accedía por la misma época al poder un nuevo monarca, Filipo V, que va a dar mucho que hablar. Estos dos reyes, nuestro Antríoco III Megas y Filipo V, no lo sabían, pero tendrían en su contra que Roma estaba a punto de derrotar definitivamente a los cartagineses – lo haría en Zama el año 202 AEC.- y a partir de ahí, Roma iba a empezar a mangonear en las tierras del Este, donde hasta ese momento hacían de su capa un sayo los Lágidas (Egipto), los Seleúcidas (Siria) y los Antigónidas (Macedonia). De hecho, siempre estaban peleándose por el dominio del Egeo

        Es decir, que en la vida las circunstancias cambian. O, dicho de otro modo, el tren no pasa siempre por una determinada estación. Aunque haya pasado toda la vida … puede llegar un momento en que ya no pase. La moraleja es aprovechar bien el hecho mientras pasa.

        Antíoco III va a destacar por reinar el período más largo de toda la dinastía. Reinará nada menos que treinta y seis años, hasta el 187. En tanto tiempo tendrá decisiones acertadas y otras equivocadas. Las primeras le darán gloria. La última de las segundas le causará la muerte. Pero …

        Ya vimos que su padre, Seleúco II Kalínico, tenía sátrapas rebeldes al Norte y al Este. Que decidió ir al Este, y que los partos lo derrotaron y mataron. Así que Antíoco III no quiso repetir la experiencia del padre y se volvió hacia el Oeste, hacia Egipto. Pretendió sacar provecho del débil carácter que ya sabía tenía el nuevo Faraón, Ptolomeo IV. Y para ello formó un ejército e invadió Cele-Siria. Entonces Sosibius actuó con astucia. Entabló negociaciones con Antíoco III, mientras mandaba emisarios para reclutar mercenarios en Grecia, Macedonia y la Tracia. Tampoco contaba Antíoco con una iniciativa que tomó Egipto, que fue contratar los servicios de 20.000 soldados egipcios, además de mercenarios griegos y macedonios. Con ello su ejército quedaba aumentado y a la altura del contrincante.

    La batalla se celebró al sur de la ciudad de Rafia, en una zona llana y bordeada por dunas. La línea de batalla, que tenía una longitud de unos cinco kilómetros era la siguiente:

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        Antíoco III disponía de 25.000 hombres en sus falanges.

                                            30.000 soldados de infantería ligera.

                                            6.000 jinetes.

                                            102 elefantes indios, más altos y agresivos.

        Ptolomeo IV contaba con 30.000 soldados en sus falanges.

                                                18.000 soldados de infantería ligera.

                                                5.000 jinetes.

                                                73 elefantes norteafricanos, menores y más lentos.

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        Pero el desenlace de la batalla no iba a depender de estas diferencias, sino de una idea fija que Antíoco III tenía: Quería matar a Ptolomeo. Y de la suerte.

        Los dos ejércitos estuvieron una semana uno frente al otro sin decidirse a atacar. Hasta que Antíoco III pudo comprobar que su rival se movía con su caballería y se colocaba en el ala izquierda. Él se colocó frente a él y dispuso la mayor parte de su caballería a su lado, con ánimo de perseguir a Ptolomeo. Antíoco III dio la orden de avanzar a su ala izquierda.

        Los elefantes de Antíoco y su caballería, desbordaron a los de Ptolomeo, que eran menos y más pacíficos. La caballería egipcio del ala izquierda opuso una débil resistencia y al poco de trabar combate, huyó. Antíoco se dedicó a perseguir a la caballería, dando por hecho que Ptolomeo estaba entre ellos. Pero Ptolomeo, al ver venir una hueste superior, se escabulló y se pasó al centro de su ejército, detrás de su infantería.

        El esquema de esta primera parte de la batalla es el que sigue.

Primera fase de la batalla

El Imperio Seleúcida 7 bajo Antíoco III Megas

(Fuente: Historia de la Guerra. La esfera de los libros, 2.006)

        Una vez que los egipcios se quedaron sin ala izquierda que protegiera su flanco, Antíoco debía haber vuelto grupas y atacado la retaguardia de su enemigo. Era lo obvio. Con ello es seguro que la batalla se hubiera decidido a su favor. Pero le perdió su ansia de dar alcance a Ptolomeo, supuestamente corriendo detrás de su caballería egipcia y delante de la suya. Lo que sucedió es que el ejército seleúcida se quedó sin mando, mientras el egipcio estaba mandado por su Farón. Y contaba con 20.000 egipcios enardecidos por luchar junto a su divino Faraón.

        Éste, que, aunque era amante de las letras, no era tonto, hizo avanzar su ala derecha, que se impuso a sus oponente y la obligó a retirarse.  Acto seguido, Ptolomeo dio orden de avanzar a sus falanges, mientras su caballería copaba por detrás las líneas seleúcidas.

Segunda fase de la batalla

El Imperio Seleúcida 7 bajo Antíoco III Megas

(Fuente: Historia del Guerra. La esfera de los libros, 2.006)

        El pavor se declaró en las filas seleúcidas, atacados por la retaguardia y con posibilidades de quedar rodeados. Cuando Antíoco, convencido de la inutilidad de su persecución, regresó al campo de batalla, su ejército huía en desbandada. Cele-Siria y Fenicia seguirían siendo egipcias.

        Así terminaba la Cuarta Guerra Siria. Antíoco IV megas, sin haber hecho aún honor al sobrenombre que le darían, decidió hacer las paces con el egipcio y dedicarse a sus satrapías rebeldes del Este. En esto iba a tener un poco más de suerte …

Continuará.

Enlace con el próximo día.

Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En https://www.sofiaoriginals.com/ expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano. En http://simonoperamagna.blogs.com/  hay comentarios y más información sobre este libro.

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