Escuela virtual de Sabiduría de Pamplona.

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Tertulia con Destino

Tertulia con Destino en Julio 3

Comunicación de Destino

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        Hola Fernando,

                                Ultimamente me ha dado por leer libros sobre la historia de la Ciencia y las Matemáticas. Mis últimos cuatro libros van sobre ese tema y siempre los primeros capítulos se inician en el mismo punto cronológico: con la antigua Grecia. Es impresionante lo que llegaron a hacer estos griegos, una lista interminable de nombres como Erastóstenes, Pitágoras, Euclides, Arquímedes, Hipatia, Teón, Diofante, Tales, Eudoxo, Apolonio, Hiparco, Herón, Aristarco, Galeno, etc, etc.

        He estado leyendo sobre el Museo y la Biblioteca de Alejandría; parece ser que durante la existencia de esta Biblioteca el mundo antiguo tuvo una de las épocas de máximo esplendor evolutivo del saber. Durante más de 500 años en aquellas paredes se debatieron la mayoría de descubrimientos científicos del mundo antiguo: Sobre Matemáticas, Medicina, Astronomía, Geometría, etc. Los sabios que se reunían en el Museo llegaron a ser más de 100.

        Tenían aulas de lecciones, instrumentos astronómicos, salas de disección donde descubrieron que el sistema nervioso y el cerebro formaban una unidad, jardines botánicos, zoológicos, máquinas de vapor, relojes sofisticados, midieron la altura de las montañas de la luna, la longitud de la circunferencia de la Tierra con bastante exactitud, algunos de ellos postularon el heliocentrismo, etc. En la Biblioteca llegaron a haber cerca de 700.000 manuscritos, una auténtica maravilla.

        ¿Cómo acabó todo este esplendor?. Tú lo sabes mejor que muchos: El Emperador Teodosio prohibió las religiones no-cristianas y mandó destruir todo lo que proporcionaba luz a los hombres. Teófilo, obispo de Alejandría, destruyó la Biblioteca y el Serapeum. La Biblioteca desapareció en el siglo V, aunque durante siglos echaron la culpa a los árabes de la destrucción de la Biblioteca, hoy en día se ha demostrado que eso es falso, ya que fue el Emperador que constituyó el Cristianismo como religión del Imperio el causante de tal destrozo. Una de las últimas grandes científicas que tuvo la Biblioteca fue Hipatia; murió descuartizada por un grupo de cristianos, la historia de su vida es apasionante:

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http://www.divulgamat.net/weborriak/Historia/MateOspetsuak/Inprimaketak/Hipatia.asp

Enlace caído que podría ser suplido por este otro:

https://www.nationalgeographic.com.es/historia/actualidad/hipatia-de-alejandria-fue-asesinada-hace-1600-anos_9078

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        Es triste decir que los textos más antiguos que se conocen de los científicos y matemáticos griegos distan muchos siglos de sus originales. Por ejemplo, el manuscrito más antiguo de Arquímedes es del siglo X, cuando Arquímedes había vivido entre los años 287 y 212 antes de Cristo. Es paradójico echar la culpa durante siglos a los árabes, cuando la mayoría de textos griegos que han llegado hasta nosotros lo hicieron gracias a ellos. Los árabes ampliaron el saber griego, mientras Occidente entraba en la más absoluta oscuridad a partir del siglo IV:

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http://es.wikipedia.org/wiki/Biblioteca_de_Alejandri­a

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        La mayoría de expertos cristianos se vanaglorian de decir que no se puede dudar de la historicidad de Jesucristo porque los escritos más antiguos del Nuevo Testamento distan pocos años de su redacción original, mientras que, por ejemplo, el manuscrito más antiguo que conservamos de Aristóteles es 1.400 años posterior a él y nadie duda de su autenticidad. ¡¡¡¿Cómo iba a ser, si no?, si Teodosio arrasó con todo aquello que ponía en peligro su plan!!!.

        Da que pensar que en la actualidad se conserven más de 3.000 copias de papiros y códices del NT cercanos a la época de su redacción original y sin embargo no ocurra lo mismo con las obras de otros personajes históricos. Esto huele un poco mal …

        Saludos,

                        Destino

 

Tertulia con Destino

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        Hola Destino.

                            Ya puedes imaginarte que me agrada el tema que sacas a colación y la información que proporcionas. En efecto, la labor de los antiguos griegos, tanto los nacidos en la Hélade, o actual Grecia, como en las colonias (Magna Grecia), como sus continuadores en los reinos helenísticos, con especial protagonismo del Egipto ptolemaico, son increíbles, asombrosos y envidiables. Esa mentalidad es la que nos hacía falta. Tengo la impresión que esa mentalidad se mantiene en las Ciencias hoy en día pero no en el campo de la Ética, ni de la Educación, ni de la Ideología. Y es posible que falte algún «ni».

        Y no se mantiene, ni hubo continuidad en la mentalidad abierta e inquisitiva que tenían los antiguos griegos y allegados porque irrumpió, defendemos aquí, la Posesión ideológica de los que nada saben. El que sabe, el culto, el que sabe estar, el ético, sabe tolerar. No exige que todo el mundo piense como él. No lo necesita, no se siente ofendido, no se cree redentor de sus congéneres.

        Desgraciadamente para el género humano, los opuestos, lo que ni saben, ni tienen cultura, ni saben estar, ni usan la Ética, son – como consecuencia de las lacras o carencias que arrastran – intolerantes. Creen poseer la verdad universal y se ven compelidos a exigir que todo el mundo piense como ellos. Al comprobar que no es así, se sienten ofendidos y, creyendo hacer un favor a sus congéneres, se empeñan en redimirlos de su «error». Tan pronto como tienen la ocasión, imponen por la fuerza su ideología, sus filias y fobias. Si el resto de deja, lo permite, no reacciona, sucumbe una forma de ser valiosa y se la cambia por una uniformidad narcotizante, destructiva, letal.

        Y esto fue lo que sucedió con Constantino – ignorante como ningún otro Emperador anterior a él – y Teodosio, un general autoritario, tal vez menos fanático e ignorante que el anterior, pero con la misma falta de escrúpulos y de saber estar. Entre ambos dieron carpetazo a los logros científicos e ideológicos de los antiguos y sumieron a Occidente en la oscuridad, el fanatismo, la incultura y el monolitismo ideológico. Estamos en los inicios del siglo V, con los hijos de Teodosio en el poder. Vienen, mal que pese a unos pocos, siglos de atraso y de pérdida de valores valiosos para el ser humano.

        Hay que esperar a finales del siglo XIV e inicios del XV, es decir, unos 1.000 años, para que llegue la reacción, el Renacimiento. Para no ser tachado de parcial, dice así mi Diccionario Básico Espasa Quince en su Tomo Trece, página 1.425:

        Renacimiento: Época que comienza en el s. XV y se prolonga hasta el XVII, y que se caracteriza por un intenso florecimiento de todas las manifestaciones artísticas y un despertar vigoroso de todas las formas del pensamiento humano. Como una reacción natural contra el espíritu escolástico que durante la Edad Media limitó algunas posibilidades humanas y creó un concepto de la vida quizás demasiado metafísico, se inició, desde fines del s. XIV, un movimiento de liberación que se traducía en el estudio apasionado de los modelos griegos y romanos y un afán de investigación en el campo de la ciencia.

        Es decir, fue la Ciencia la que se liberó y comenzó a hacer lo que los griegos hacían mil años atrás, volver a la investigación como medio de ampliar el conocimiento. Además de estudiar lo que había quedado de la ciencia griega. indudablemente, los primeros tuvieron que sufrir la persecución de los poderes ideológicos, empeñados en mantener al rebaño en el redil ideológico y en el páramo cultural, por aquello de que es más fácil someter a los analfabetos que  a los ilustrados. La pesadilla de las jerarquías ideológicas fueron desde el siglo XVIII los intelectuales, los primeros en decir que no al tinglado ideológico.

        Mirando la Historia, parece ser que fue bastante más tarde, a mediados del siglo XIX, hacia 1.850, en Tubinga, cuando se dio el Renacimiento ideológico y se empezaron a poner en duda los dogmas establecidos en Nicea el año 325. Como se ve, fueron precisos más de 1.500 años para que algún colectivo se atreviera a ponerle el cascabel al gato. Porque el tema ideológico era aquél en el que se sustentaba el poder de la casta sacerdotal cristiana. La Ciencia pudo zafarse antes del corsé clerical, por ser la Ciencia un tema más lejano, menos emblemático, algo colateral. Como en el caso de la Ciencia, los intelectuales rebeldes sufrieron el acoso y derribo de los poderes fácticos ideológicos, sirviéndose a veces del brazo secular de los profesionales confesionales del gremio afectado.

        Si concedemos que la primera Revolución Industrial de hacia 1.875 fue el primer estallido global de la Ciencia, deduciremos que tuvieron que pasar 375 desde el inicio de la rebelión de los científicos, en el ya lejano 1.500, para lograr la superación de los logros clásicos, griegos y romanos. Concediendo a los griegos la iniciativa y a los romanos la imitación y extensión. Si añadimos este lapsus de tiempo (y nunca mejor empleado lo de lapsus) al inicio de la investigación en temas ideológicos, año 1.850 en Alemania, obtenemos el año 2.225, es decir, dentro de 213 años tendremos, de seguir el modelo de la Ciencia – y nada hace suponer que seamos capaces de superar a los científicos renacentistas – la recuperación ideológica que nos coloque ligeramente por encima en «saber de la vida» que el que había cuando la invasión de los pueblos bárbaros del Norte de los años 400.

        Demonios, da que pensar …

        Siento, Destino, que este Epílogo sea mucho menos optimista que lo fue tu Prólogo. Tú te fijaste en lo que te agradó, el esplendor del pasado, y me has dejado el birrioso presente y el nebuloso futuro. Definitivamente, te quedaste la mejor parte, pero no te lo reprocho.

        Un fuerte abrazo …

                Fernando

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