Escuela virtual de Sabiduría de Pamplona.

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Traduciendo Poesía

Traduciendo Poesia

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© Copyright  Fernando Conde Torrens

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        Hace apenas una semana llegó a mis manos un libro que no sabía que había comprado: Compré un libro con la historia de la Torre de Neslé, pero, encuadernado con él venía otro de Víctor Hugo, titulado “Chatiments”. Así, he podido ver cómo las gastaba Víctor Hugo con el Emperador Luís-Napoleón Bonaparte.

        Recordemos que Víctor Hugo se expatrió al tomar Napoleón III el poder mediante un golpe de estado. Y desde su exilio no cesó de escribir en contra del usurpador de la soberanía del pueblo. He traducido una parte corta, hay otras mucho más largas.

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XI

Cuando reinaba el César – y un eunuco a su diestra,

cuando Tiberio, Cayo, – Nerón, turba siniestra,                     (Cayo Calígula)

daban a Roma circo – y unos cuantos mendrugos,

el poeta cantó – el fin de estos verdugos,

y la Musa, entre versos, – echó de su presencia.

Mal príncipe, sobrino – de la pálida Hortensia,          (Esposa de Luís Bonaparte, su tía)   

por tu mujer hidalgo, – por tu madre almirante,

tú reinas por Diciembre, – miras hacia delante,           (el golpe de estado de Diciembre)

sin embargo, aun temblando – bajo el azote lírico,        (los versos con que él le fustiga)

tú dices en tu orgullo: – “Yo voy a ser histórico.”

No, pillo. El cementerio – real no ha consentido,          (los monarcas europeos le rechazan)

tú nunca vas a entrar – en la Historia, bandido,

harapo humano, búho – maltrecho, bestia muerta,

tú te quedarás fuera – y clavado a la puerta.

Jersey, octubre de 1.853.

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        Si el lector lee el francés, el original está en este enlace.

        Lo que este verso y su traducción me traen a la mente es el asunto de las traducciones de textos en verso en el idioma original que, luego, al ser traducidos … pasan a ser prosa común.

        Ya hemos defendido aquí que para traducir algo de otro idioma hay que reunir ineludiblemente dos condiciones: Conocer suficientemente bien el idioma extranjero del que se pretenden traducir y dominar el tema de que trata el texto original. Y si es texto en cuestión es una Poesía, hay que ser siquiera mediano poeta.

        He visto verdaderos desaguisados cuando un osado “traductor” sólo cumple la primera de las condiciones y, con ella en su haber, se cree capacitado para traducir cualquier cosa que ese idioma vio la luz. Para traducir un libro sobre Medicina, hay que ser Médico. Para traducir otro sobre Derecho, hay que ser Abogado. Para traducir un libro en Poesía, hay que saber hacer versos en tu idioma. Si no se ha hecho nunca, limítese el tal a traducir obras en prosa, novelas, que hablan de la vida, cosa en la que todos tenemos más o menos experiencia.

        En esto de la Poesía, defiendo que es indispensable la experiencia, una experiencia que venga de atrás, de toda la vida. Hay personas que nacen con facilidad para escribir en verso. Otras, nulamente dotadas para este tema, en su vida han escrito un pareado decente. Que los tales no traduzcan libros en verso, por favor. Que se limiten a traducir prosa. Y si es de un tema que conocen ampliamente, mejor.

        Recuerdo que mis primeros versos fueron de mi época de dejar mi pantalón corto, a los 13 años. Eran críticas burlonas a compañeros de clase, cuartetos que hacían reír a todos menos a uno. A los 14 me inicié con un tema más serio y escribí un romance sobre la Navidad y el nacimiento en Belén, cosas de la época. Seguí haciendo versos burlones, ahora ya a todos los compañeros de clase, dedicando un par de estrofas a cada uno, e incluyéndome yo. Así nadie me perseguía a muerte en el recreo.

        Un año más tarde hice una parodia del Cantar del mío Cid, un romance realmente largo, que gustó a la clase (no me metía con nadie). Al que no gustó fue a uno de los frailes profesores, que me castigó por una frase escrita sin malicia en la que él vio malicia.

        Seguía haciendo versos, ahora ya cariñosos, a mi familia con ocasión de todos los cumpleaños. Y algunos sarcásticos a mis hermanos más pequeños. Hice bastantes cuando me enamoré, pero de esos no voy a hablar, claro. En ocasiones, incorporé acrósticos en todos estos versos, sobre todo en los últimos.

        Y llegamos a mi primer trabajo serio, “Las Upanishads del Yoga”. Cayó en mis manos un libro en francés que era una traducción de unos versos en sánscrito, las Upanishads, obras de alrededor del año 500 antes de nuestra era. Lo traduje en verso, añadiendo algunos fragmentos propios. Del francés no fue difícil encontrar la versificación paralela en castellano. Pero el trabajo me llevó meses.

        Seis meses me llevó traducir un libro en occitano, idioma que se hablaba en el sur de Francia allá por los siglos XII, XIII y XIV. Este trabajo me costó 6 meses y antes tuve que conseguir un par de diccionarios de occitano, lo que fue fácil … en Francia. Fue entonces cuando aprendí y tuve que practicar arduamente estos versos con los que ahora estoy haciendo la historia de Francia y de París.

        Pero antes hice la “Oda al Monasterio de Piedra”, en romance, editada en el blog, y la historia idealizada de “Carcasonne”, en versos al estilo occitano. Con este bagaje no me cuesta traducir obras del francés en verso, en verso castellano. El de las Upanishads prueba que es posible traducir versos franceses en versos castellanos. La traducción en verso de los versos occitanos – y son más de 5.000 estrofas – prueba que es posible trasvasar versos occitanos a versos castellanos. ¡Y respetando la terminación!

        He de decir que es mucho más fácil componer versos que traducir una poesía que está en otro idioma a poesía en el nuestro. Por eso, sólo aquéllos a los que componer versos no les resulta dificultoso, sólo ésos pueden traducir versos y darles la forma de verso, sin traiciones flagrantes, sin confesiones implícitas, sin complejos de inferioridad camuflados.

Moraleja:

 

Está proliferando –

y no se debería

dar vicio tan nefando –

la sublime manía

de lucirse triscando

textos de poesía,

traduciéndolos, cuando

para ello no hay valía.

Limítese el ponente

a traducir la prosa

y admita humildemente

no valer “pa” otra cosa.

PD:

Prosa con cierto lirismo

que, a quien muy poco sabía,

dicen con grave cinismo

que es “moderna poesía” …

Mal me contengo a mí mismo

ante tanta felonía:

Ritmo y rima. Hay un abismo

si un texto ambas poseía,

y de Poeta el bautismo

sólo ese autor recibía,

que eso hasta en el Catecismo

de Calderón se decía.

Ritmo y rima. El silogismo:

Sin ambas, prosa bravía.

Sé que voy contra corriente,

pero me es indiferente.

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        Super-Postdata: La Moraleja de hoy es una buena muestra de la ironía que no me abandona desde los 13 años y que tantos disgustos me ha dado.

Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En https://www.sofiaoriginals.com/ expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.

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