Egipto antiguo 30 y Ptolomeo IV Filopator 1. El mantenimiento.
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© Copyright Fernando Conde Torrens, el Viernes 18-1-2.013
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* Ptolomeo IV Filopátor (222-204 a.C).
En el anterior artículo hemos visto que Ptolomeo III Evergetes tenía múltiples actividades, además de las militares y culturales, vistas en artículos anteriores. De modo que ser Faraón ptolemaico era todo un oficio, que requería dedicación completa. Para realizarla con eficacia había que estar mentalizado de que ése era el destino de uno, si uno era posible Farón, es decir, hijo de un Faraón reinante. Y ése fue el caso de los Ptolomeos que hemos visto hasta ahora, que se tomaron en serio su destino, hoy llamado profesión. Pero iba a verificarse una vez más ese refrán que dice «padre jornalero, hijo millonario, nieto pordiosero«.
Si Ptolomeo III había sido muy amante de las Letras, es posible que comunicara su entusiasmo por las Ciencias, con los descubrimientos de Eratóstenes, a sus hijos, de los que nombró a Eratóstenes tutor. Como hemos dicho, Ptolomeo III tuvo de Berenice II de Cirene 6 hijos, dos hembras y cuatro varones. Éstos últimos fueron:
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Ptolomeo IV, que le sucedió,
Lisímaco D,
Alejandro A
Magas C
Arsínoe III y
Berenice A.
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El Ministro de Hacienda, con vocabulario moderno, de Ptolomeo III Evergetes era Sosibius, un personaje de carácter fuerte y sin demasiados escrúpulos.
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Genealogía de Ptolomeo IV Filopátor
(Fuente: Las familias reales del Antiguo Egipto. A. Dodson y D. Hilton. OBERÓN. Grupo ANAYA, S.A. 2.005)
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Una vez que Ptolomeo III hubo proclamado solemnemente que su sucesor sería su hijo Ptolomeo y no otro – y esto sucedía cuando el hijo tenía 25 años – dicen algunos historiadores que, a iniciativa del Ministro Sosibius, el hijo mandó envenenar al padre: Si ya había decidido que él le sucediera, cuando antes mejor. Sosibius, que posiblemente conocía el carácter débil del hijo, prefirió servirle a él, e incluso hacer méritos, facilitándole el acceso al trono, más que seguir siendo el Ministro del viejo.
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Preparando una momia para el Más Allá
(Fuente: EGIPTO, visto por dentro. Stephen Biesty. RBA Libros, S.A., 2.005)
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El hecho es que Sosibius siguió siendo el hombre de confianza del hijo de por vida. Pero el hijo, Ptolomeo IV, también tenía sus amigos, con los que se corría no pocas juergas. Y entre éstos pronto ocupó un lugar preeminente Agatocles, cuya hermana, Agatocleia, era la amante de Ptolomeo IV. También Agatocles serviría a Ptolomeo IV hasta la muerte de éste. Muerte que se iba a dar 16 años más tarde. Nuestro trabajo ahora es analizar lo que pasó en esos 16 años.
Dicen los historiadores que Ptolomeo IV era un borracho. Es decir, que se emborrachaba con frecuencia. Este hecho ya le incapacitaba para llevar las riendas de gobierno. Y este hecho explicaría mejor que cualquier otro que sólo durara 16 años y muriera a los 41, tal vez con el hígado hecho migas. El alcohol es el vicio socialmente aceptado que antes se cobra factura de sus excesos.
Los antiguos ponían mote, apodo o sobrenombre a un monarca definiendo una característica sobresaliente del mismo o bien, con una gran dosis de ironía, calificándole precisamente de lo contrario. Así, si un hermano menor mandaba asesinar a su hermano primogénito, el monarca, para ocupar su lugar, podían motejarlo como Filadelfo, el que ama al hermano. Dado que Ptolomeo IV pasó a la Historia como Ptolomeo IV Filopátor, el que ama a su padre, de ahí la sospecha, no exenta de cierta base, de que el hijo mandó asesinar al padre, para acelerar algo que iba a pasar.
Hay que decir rápidamente que Ptolomeo IV Filopátor no tenía un carácter fuerte. Todo lo contrario, era amante de la buena vida, poco amigo de las responsabilidades, amante de las Letras, eso sí, pero también, según dicen algunos historiadores, juerguista, caprichoso, amigo de la bebida y promiscuo. Fue el primer Ptolomeo decidido a aprovecharse de su situación y no dispuesto a trabajar en absoluto para mantenerla. Sólo quería la parte amable de la vida. Las preocupaciones, para otros. Y ése otro era Sosibius, que tan bien le había servido al final de la vida de su padre, y Agatocles, de cuya hermana había empezado ya a disfrutar.
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Moneda de oro con la efigie de Ptolomeo IV Filopátor
(Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Ptolomeo_IV )
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El hecho es que Ptolomeo IV empezó a mostrar sus nulas facultades para llevar las riendas que habían venido a sus manos con rapidez. Delegó todo en sus dos ministros, Sosibius y Agatocles, y él se dedicó a vivir la vida. Su familia fue la primera que lo notó y su madre, Berenice II, la de Cirene, pronto le recriminó su proceder. Llegó a más, se propuso sustituirle y en vez del inútil Faráon Ptolomeo IV, promocionar a su otro hijo, Magas C. No debiera haberlo hecho. Y aun no está clara su potestad para tal decisión. El hecho es que Sosibius se enteró de los augustos planes, los comunicó al Faráon, posiblemente insinuó también la solución más rápida al problema, y éste, ni corto ni perezoso, ordenó que se matara a su madre, Berenice II, a su hermano Magas, el aspirante, y a los amigos de su hermano, que serían sin duda partidarios de él.
De paso, y como también le había reprochado su proceder poco decente, ordenó matar a su tío Lisímaco C, único tío que le quedaba por parte de padre. Al aspirante lo mataron mientras se bañaba, momento muy oportuno, en que la presunta víctima carece de defensas. Esta manera de quitar del medio a un oponente cercano, incluso familiar, se iba a repetir a lo largo de la Historia, por lo oportuno y por la limpieza de la operación.
Y ya, metidos en harina, y para que a nadie se le ocurriera dudar de su idoneidad para el trono, hizo matar a los otros dos hermanos, Lisímaco D y Alejandro A (ver genealogía, más arriba), no fueran a tener tentaciones escaladoras.
La purga citada pone una pincelada clarificadora sobre la catadura moral de Ptolomeo IV, el Filopátor. No ignoraba que ahora la responsabilidad de la dinastía quedaba de su parte y que debería hacer lo necesario para dotarse de un descendiente varón. Durante varios años lo intentó con su amante Agatocleia, pero sin mucho éxito. Eso le hizo dejarla.
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………. Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En https://www.sofiaoriginals.com/ expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.
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