Egipto Antiguo 73 Cleopatra guerrera, preparándose para el futuro inmediato.
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© Copyright Fernando Conde Torrens, el miércoles 1-5-2.013
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En el artículo anterior hemos visto a Cleopatra instalada en Sidón los primeros días tras su expulsión de Egipto. Estamos en los primeros meses de la primavera del año 48 AEC.
A la Sidón de tiempos de Cleopatra sólo podemos acercarnos con la imaginación. Es posible que no fuera muy diferente a la que se ofrece en la imagen siguiente. Dotada de dos puertas, como Side, daban éstas acceso a las tres vías que partían de ella. Dos, Norte y Sur, siguiendo la costa, y una tercera, hacia el Este, que la conectaba con Damasco. La Acrópolis estaba situada en un promontorio rocoso, al Sureste de la ciudad, y ofrecía un aspecto impresionante vista desde cualquier punto de la urbe.
La ciudad, como toda Fenicia, había conocido sus mejores días en la Antigüedad, cuando sus habitantes, marinos en su mayoría, vivían de la pesca y del comercio con otras ciudades-estado, sobre todo helenas. Incluso habían fundado colonias en tierras lejanas. Pero más tarde cayeron bajo el yugo caldeo, luego el medo y luego el persa. Finalmente, el macedonio Alejandro la incluyó sin esfuerzo alguno en su Imperio. A su muerte, formaron parte del Imperio Seleúcida, aunque pasarían a manos egipcias y volverías a las seleúcidas de nuevo. Ahora se disponían a ser pasto del poderoso romano, que ya asomaba a sus puertas desde el Norte.
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Tal vez la Sidón helenística, con sus vías a Berytus (Norte), Damasco (Este) y Tiro (Sur)
(Fuente: Google-Maps y ArchSoft PhotoStudio)
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Cleopatra notaba la diferencia entre las ciudades de Asia Menor – donde Egipto entró cuando ya estaban fundadas – y las ciudades egipcias, construidas con criterios plenamente egipcios. Le gustaban mas las ciudades de su país, más ordenadas, diseñadas por arquitectos egipcios, al servicio del Faraón. Las ciudades tenían formas más regulares, generalmente cuadradas o rectangulares, protegidas por gruesas murallas. Las ciudades helenísticas tenían forma de riñón, o de huevo de ánsar.
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La ciudad-fortaleza de Mirgissa, en la ribera Oeste del Nilo. Puerta Norte exterior
(Fuente: The fortifications of Ancient Egypt 3.000 – 1.780 BC. Carola Vogel – Brian Delf. Ostprey Publishing Limited, 2.010)
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A Cleopatra le empezaron a interesar las murallas que defendían una ciudad. Sabía que debería entrar en lucha armada con su hermano Ptolomeo. O más bien con la terna de secuaces que lo tenían dominado. Ptolomeo era muy fácil de dominar. Cleopatra lo sabía muy bien. A ella le bastaba adoptar el aire con que su madre, también llamada Cleopatra, le amonestaba cuando era pequeño. Entonces, su hermano bajaba los ojos y se volvía manso como un cordero.
Suponía que Potino no usaría ese sistema, pero seguro que había encontrado uno para controlar su voluntad. Era contra ellos más bien contra quienes Cleopatra debía luchar. Se interesó por el tema de las murallas con su jefe de guardia, Presbus. Éste le explicó las características de las fortificaciones construidas en diferentes épocas y en diferentes reinos.
Él conocía bien las murallas de toda Asia Menor, pues había servido en los ejércitos de varios reinos, como el Ponto, Bitinia, Pérgamo, Caria y Licia, antes de venir a probar suerte en Siria. Las murallas más antiguas de que él tenía conocimiento eran las murallas judías. El reino de Judea nunca había sido una gran potencia militar; a lo sumo había dominado sus regiones limítrofes y había sido reino vasallo, bien de Egipto, o bien de Asiria. Sus fortalezas eran de pequeño tamaño, fáciles de tomar. Pero su punto fuerte eran las puertas, a diferencia de otros muchos casos, en que las puertas eran el punto débil, el lugar más eficaz para el asalto. Disponían de habitaciones con soldados a ambos lados del pasadizo de entrada que resultaban muy difíciles de superar en el momento del asalto.
Generalmente, las ciudades y fortalezas disponían de dos puertas, situadas muchas veces en lienzos contiguos de la muralla. Una era la puerta principal de acceso al lugar; y la otra, la secundaria. Las defensas principales estaban en la primera. Las protecciones para los defensores eran similares a las usadas en Egipto, elevaciones onduladas del perfil del paseo de ronda, situado sobre la muralla. El paseo de ronda era más ancho que en las fortificaciones helenísticas, similar al egipcio. El material de las construcciones era el adobe, reforzado con piedra sólo en los puntos más débiles, como las esquinas y las puertas. Eso los hacía presa fácil de las máquinas de sitio romanas.
Por eso Judea había caído con tanta facilidad en manos de los romanos, a causa, además, de que había una pugna dinástica entre los sucesores de los Asmoneos. El aspirante había pedido ayuda a Roma y Pompeyo había aprovechado esa solicitud para entrar con sus Legiones en el viejo reino y hacer de juez entre los contendientes. Al final había elegido al más débil y expulsado al monarca legítimo.
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El fuerte de Arad, al Sudeste del Negev
(Fuente: The fortifications of Ancient Israel and Judah 1.200 – 586 BC. Samuel Roca – Adam Hook. Ostprey Publishing Ld. 2.010)
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Enlace con el próximo día: Egipto antiguo 74. Preparativos militares.
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………. Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En https://sofiaoriginals.com/ expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.
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