Otra descripción, en «La cueva interior», del trabajo del «buscador». Conviviendo con los pequeños que se pelean por juguetes sin valor, y ascendiendo a la Dimensión Superior siempre que lo desea. La verdadera Vida está Allá Arriba, indudablemente.
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© Copyright Fernando Conde Torrens
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A Mary Carmen, espeleóloga sutil.
No es arriesgado afirmar
que todo aquél que posea
de cuanto se va exponiendo
la personal experiencia
no necesita ya libros,
tiene la Fuente Secreta
de todo el Conocimiento
que imaginarse uno pueda.
Liberado de pasiones
sabe vivir en la esfera
de los cándidos pequeños
que se disputan la tierra,
en el mundo del tener
en que los niños pelean
y se construyen imperios
de papel de plata y cera.
Sabe comprender y amar
a tanta persona ingenua
que por desconocimiento
a su hermano pisotea;
sabe ver ese espectáculo,
pero lo ve desde fuera,
pues sabe desde muy dentro
que eso no es sino quimera.
Y sabe subir también
hasta la Casa Paterna,
allá donde el Espectáculo
y el Espectador se mezclan
en una pura Armonía
de Serenidad Perfecta,
en un Gozo no causado
sino por la propia Esencia,
siendo todas las galaxias,
siendo todas las estrellas,
siendo el éter que las une
y siendo esa flor pequeña.
Siendo, en fin, el Gran Espíritu
que en todo vive y penetra,
que es el perfume en la flor,
que es en la ganga la mena,
la mantequilla en la leche,
igual que en la ostra es la perla,
o el aceite en la semilla.
Que es el Alma de la Tierra
aquello que no se ve
pero que forma la Esencia,
como la savia en el árbol
o el calor en una estrella,
como el Conocer del Sabio
o el candor de una doncella.
Diré por fin algo más
y es que bajo la apariencia
del mismo Dios o del Acto
Creador está la Esencia
Una, Simple, Omnipresente,
tan sólo de Bien repleta.
Quien sigue nuestro Camino
a la Esencia se reintegra
y al igual que una tortuga
retrotrae dentro de ella
y entra en el caparazón
sus manos, pies y cabeza,
quien en su seno recoge
sus sentidos y potencias,
quien en la simplicidad
del Puro Ser se recrea,
y se desnuda de todo,
y entra solo en la caverna,
sin temores, confiado,
porque ella es tibia y es tierna,
quien se hace un niño pequeño
y en la Esencia se concentra,
si se olvida del entorno,
si las nueve puertas cierra
y deja la mente limpia,
la Energía se despierta
y, potente, le transporta
a otro mundo, a otro planeta.
Sólo existe allí lo Pleno,
y con no poca Potencia,
nadie puebla aquellos predios,
pero a nadie ver quisiera
quien es pleno estando solo
y sin embargo concentra
todo el Cosmos en sí mismo
de misteriosa manera,
pues él es el Creador,
él, galaxias y planetas
que por él fueron creados,
él es quien cosas engendra
y él es la cosa engendrada,
por extraño que parezca.
Entonces el sabio siente
que en lo Unico se encuentra.
Sabe que es ya por sí mismo,
sabe que el Mal no le afecta,
y juzga todas las cosas
con absoluta certeza,
pues buscó la Plenitud
«y todo lo demás llega
por añadidura…» dijo
alguien que cubrió la Senda
y que bebió de la Fuente
que salta a la Vida Eterna.
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Fernando Conde Torrens es autor de «El Grupo de Jerusalén», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En https://sofiaoriginals.com/ expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.
La cueva interior
La cueva interior
La base es perder el miedo…y tener la mente abierta…
Desde luego. Miedo a nada, en cuestión de ideas. Y mente abierta y con sentido crítico, sin creerse nada, lo diga quien lo diga. Aplicar el propio sentido común y sentir qué nos dice esa «voz interior» que es muda pero «chiva» cosas. Un saludo.
Que bonito, ya no me acordaba de las puertas. Creo que algunas cosas las leí prematuramente y quizás por ese motivo las eché en el olvido.
Bueno .. ahí están, para poderlas usar de nuevo. Estas cosas conviene repasarlas al cabo de bastante tiempo, porque en ese intervalo cambiamos, y más tarde somos capaces de captar detalles que antes nos pasaron desapercibidos. Captamos tanto como «somos». Y vamos creciendo continuamente … De modo que no importa adelantarse al leer. Eso sí, esto es para hacer, no sólo para aceptar … Un cordial saludo, Carmen.
He leído la cueva interior, y se me han saltado las lágrimas,y también al escuchar el ave María y el Caro Bambino…Quizás soy emocional más que mental….