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La ley del vecino en el mundo helenístico 20

«La ley del vecino en el mundo helenístico 20″ es una ley patológica, geográfica e  inmunológica; en resumen, una Ley de la Naturaleza, que explica el pasado, el presente y el futuro. Conociéndola, se comprende todo. Por ello, trasciende ya de mera Ley, para convertirse en Filosofía de vida. Y ello a pesar de haber sido descubierta en esta casa.

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© Copyright  Fernando Conde Torrens, el viernes 24-12-2.010

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        Le he dado vueltas todos estos días a la forma de explicar el período helenístico sin liar la cosa demasiado y creo que he dado con la manera. Hay que tener en cuenta que se van a dar cambios importantes en la Historia de los pueblos y van a intervenir un número elevado de protagonistas. ¿Cómo explicar todo de modo que el lector no se pierda con tanto nombre y tanta fecha? Veamos …

        Conviene partir de un axioma, ya dicho con anterioridad:

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El vecino es el enemigo. Al menos, el enemigo potencial.

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        Si es más fuerte que nosotros, un día u otro nos invadirá, matará a nuestros varones, violará a nuestras mujeres, venderá como esclavos a los que queden y se quedará con nuestras casas, nuestras riquezas, nuestras tierras y nuestra alma. Porque a partir de que lo perdamos todo, los que quedemos no tendremos ciudad, ni patria, ni tierra, ni personalidad jurídica. Seremos vagos y maleantes, desposeídos de todo, que precisan robar para subsistir. Y que terminarán mal, un día u otro.

        Y si nosotros somos más fuertes que el vecino … el primer rey, dirigente o político local que se dé cuenta del hecho, convencerá a nuestros mayores y nos guiará para que invadamos sus tierras, matemos a sus varones, violemos a sus mujeres,  vendamos como esclavos a los que queden y nos quedemos con sus casas, sus riquezas, sus tierras y sus almas. 

        Así que, de un modo u otro, el vecino es el enemigo del que hay que protegerse o al que hay que aniquilar, que es otra manera de protegerse. La ley de la selva rigió, si uno es optimista, en nuestra vieja Europa desde tiempos inmemoriales. Y todo la Historia que vamos a repasar se regirá por esa ley, el vecino es el enemigo. Por eso, como también se ha dicho, hace sólo tres generaciones, los muchachos de cada pueblo salían, cuando no sabían qué hacer, a tirarse pedradas con los del pueblo vecino, para mantener la llama viva. Era el deporte heredado de los mayores, que hicieron lo propio. Hoy la televisión ha sustituido al deporte ancestral por antonomasia, batirse con el vecino.

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De la colección de cerámicas de Sir William Hamilton

La ley del vecino en el mundo helenístico 20

Decoración de una jarra del cónsul inglés en Nápoles que demuestra nuestra tesis

.(Fuente: The Complete Collection of ANTIQUITIES from the Cabinet of Sir William Hamilton. TASCHEN)

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        Para entender la Historia antigua, no sólo el período helenístico, hay que comprender esta bárbara ley. Más tarde ya adaptaremos la «ley del vecino malvado» a nuestros días, porque, desgraciadamente, la tal sigue en vigor, sólo que estilizada, depurada y mucho más sofisticada. Las pedradas se han sustituido por recomendaciones comunitarias, que suena mucho mejor.

        Pero volvamos a nuestro período helenístico, del año 320 al año … entre 170 y 70, según la zona que consideremos. El periodo helenístico finaliza cuando Roma se apodera de un determinado reino helenístico, gobernado por griegos o sus descendientes. Los romanos no van a cambiar apenas las condiciones de vida de los reinos helenísticos. Pero, desde el momento en que las decisiones se toman en la lejana Roma, hemos entrado en lo que los historiadores denominan el Imperio romano, porque será la Roma Republicana en su paso a la Roma Imperial la que se hará dueña de los reinos en que se fragmentó el Imperio que Alejandro conquistó a Darío III, el último monarca persa.

        Para entender bien este período, vamos a hacer un barrido de Oeste a Este por los países que bordean el Mediterráneo y aparecerán los actores del largo drama que durará los dos siglos y medio que van del año 320 al año 70, año en que Pompeyo se hará con la parte central de los reinos helenísticos y entrará en Jerusalén.

        En primer lugar, ocupando el Sur de Hispania y con capital en Cartago, los cartagineses. Pretenden formar un Imperio y entran en colisión con sus vecinos, los romanos. Roma pretende lo mismo y ha conquistado ya media Italia. Será la potencia que predominará sobre todas las que la rodean. Más al Este, Macedonia, la tierra natal de Alejandro y uno de los tres reinos más importantes en que se dividirá el antiguo Imperio Persa. Más al Este, el Imperio Seleúcida, de los sucesores de Seleuco I, que tendrá dos capitales, Antioquía del Orontes, al Oeste, y Seleucia del Tigris, al Este. Al Sur, Egipto, al mando de los Ptolomeos. Nacerán algunos pequeños reinos en el límite norte del Imperio Seleúcida, como el reino de Pérgamo y algún otro que veremos.

        Nacen por la debilidad del Imperio situado al Sur y este debilidad provendrá de la inmensidad del territorio y de la poca personalidad del monarca sucesor. De que el monarca pusilánime no aplica «la ley del vecino». Si la aplicara y no se durmiera en los laureles, otro gallo le cantara al Imperio. Hay que decir que los laureles son suaves, aterciopelados y lujuriantes, y … ¿¿¿quién se resiste a tales laureles …???

        No será nada extraño, pues, que el protagonista primero, Cartago, haga alianzas con el tercero, Macedonia, para combatir al segundo, Roma. Ni que Pérgamo, situado en Asia Menor, se alíe con Egipto, alejado de él, para castigar al vecino Imperio Seleúcida. O se alíe Pérgamo con Roma para batallar contra Macedonia, situada entre ambos. Y Roma, que ansía conquistarlos a todos, otorgue su amistad y use a Pérgamo, cuando le toca batir a Macedonia. Y se haga con Pérgamo cuando ya ha conquistado Macedonia. Y aplique la misma política burda cuando se trate de hacerse con Egipto o el Imperio Seleúcida. La línea divisoria entre Roma y el nuevo Imperio Persa, ya no helenístico, serán el Tigris y el Eufrates, Mesopotamia, que Roma tomará y tendrá que abandonar más tarde. 

        Tenemos ya, a grandes rasgos, esbozado el drama que nos espera: Todos contra todos. Pero todo ello dentro de un orden. El orden que impone la vecindad geográfica, pues, no se olvide, la ley por excelencia será «la ley del vecino».

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Continuará. Enlace con el próximo día.

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……….  Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En https://www.sofiaoriginals.com/ expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.

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