Las etapas del buscador
© Copyright Fernando Conde Torrens 35
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……….Hace unos cuantos años, más de 20, yo leía a Carlos Castañeda – tengo 6 libros suyos. Eran libros para romper esquemas. Al buscador Castañeda le llamaba guerrero. Tiene un cuento, que he modificado ligeramente, que él titulaba los enemigos del guerrero. Yo las llamé «Las etapas del buscador«.
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……….El cuento empieza cuando uno empieza a ser buscador, en la segunda parte del Nivel III. Para ello debe ser buena persona. Y portar a la espalda una «Mochila» consistente. En la primera etapa, cree firmemente y no se plantea dudas. Nuestra historia comienza con la primera duda sobre la religión oficial, sobre el Cristianismo.
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……….El primer enemigo del guerrero es el miedo, decía Castañeda. Miedo a salir del rebaño, miedo a las consecuencias de la soledad, miedo a ser uno su propio guía. Ha sido tan tranquilo seguir lo que decían los otros … Sin embargo, el sin sentido, las contradicciones le hacen a uno buscar otras cosas. Vence el miedo, deja de creer, deja de obedecer y, movido por no sé qué fuerza interior, uno abandona el rebaño. Ha superado al primer enemigo del guerrero, ha dejado atrás la primera etapa de las que hoy definimos. Si no vence el miedo, nunca será buscador. Pero, una vez vencido, jamás el miedo volverá a ser su enemigo. Ha sido vencido para siempre.
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……….Al poco tiempo, a uno le llega la claridad. Ve las cosas por sí mismo y queda asombrado de lo claras que son. La claridad es gratificante, está un nivel por encima de la creencia y, además, es propia, no es ajena, no es debida a terceros. Y el buscador se instala en la claridad y vive a gusto en ella. Pero con el tiempo, la claridad se convierte en su enemiga, pues le retiene y le impide seguir adelante, más arriba. Le impide llegar al Ser y no porque la claridad sea mala, sino porque es una antesala, un preludio, un anticipo. Un anticipo que puede hacernos creer que ya es bastante. Y no lo es.
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……….Cuando, advertido de algún modo, el buscador busca más, mayores profundidades, se encuentra con la posibilidad del Ser, de Ser Plenitud. Ha de luchar mucho y duro consigo mismo para subir a la escarpada cima del Ser. Y ha de vencer la tentación de adquirir el Poder por atajos, sin identificarlo con el Ser Plenitud. Esto no debe sucederle a un buscador. Sólo puede ser tentación para quien entró aquí movido por la curiosidad, por la publicidad. Pero no para un leal, honrado, de corazón sincero. En comparación, el esfuerzo que hizo para vencer el miedo y lograr la claridad es ínfimo, frente a lo que ha de batallar para pasar de la claridad al Ser. Esta etapa le llevará años, no docenas, pero sí varios.
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……….En el camino, antes incluso que el Ser, hay otro peligro, el poder. El poder no es peligro cuando se sitúa después del Ser. Pero si, de la claridad, se quiere pasar directamente al poder, éste se convierte en un enemigo mortal. El guerrero que atisba el poder y en parte lo logra nunca librará la batalla, mucho menos vistosa, del Ser.
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……….Como no es un enemigo para el buscador, sólo diremos que el poder es ayudarse de medios externos para subir a lo que le han dicjho que es la Cima de la Montaña Sagrada, aunque sólo sea por unas horas y con perjuicio serio para su salud. Pero eso, insistimos, no es propio de los buscadores, sino de merodeadores. Y tampoco es la Cima. Es un sucedáneo barato. Pasa por ser la Cima, pero sólo para quienes nunca la han pisado.
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……….Superados el miedo y la claridad, que hay que dejar atrás, y el poder, en el que no hay que entrar, uno accede al Ser. El Ser colma de lleno sus aspiraciones como Ser Humano. Sólo se es ser humano cuando se alcanzó la cima agreste y afilada del Ser. El Ser es irrenunciable, una vez alcanzado, jamás se pierde. La vuelta atrás es imposible. Ahora hay que tomar aliento. Y en ese tiempo, formarse.
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……….En este sitio al Ser no les hemos llamado así siempre, he usado las expresiones de «la Iluminación pequeñita» y «la Iluminación grande«. Porque ellas relativizan esa palabra rimbombante – y que no me gusta usar – de «Iluminación«, que incluso suena mal en nuestros oídos. Los orientales que son muchos más realistas que nosotros – cualquiera puede serlo, dada nuestra edad – citan la palabra con el respeto que merece, pero nosotros … Por ser como somos, sólo la he usado cuando alguien se me ha adelantado con ella, menos hoy.
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……….Lógicamente, antes hay que experimentar «la Iluminación pequeñita» y luego ya le llegará el turno de «la Iluminación grande«. En este orden, ya se comprende que la grande no es enemiga de la pequeña, sino su complemento obligado. Y también se puede comprender que perseguirlas en el orden inverso sea un error esencial.
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……….Cuando uno ha logrado «la Iluminación«, sea la que sea, el enemigo final, la Muerte, deja de ser enemigo para uno. Eso se percibe con toda claridad incluso cuando uno tiene ciertas experiencias en lo sutil, antes incluso de acceder a la cima del Ser. Por lo que, ciertamente, la Muerte sólo es enemigo en las primeras etapas de las que estamos dando cuenta, para los pequeñajos. Un poco de experiencia personal en lo sutil y lo que los demás llaman «muerte» deja de ser una incógnita para el buscador. Y sabe tanto que no existe, en el sentido de final, como lo que hay tras ese cambio.
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……….Así son las cosas y así las hemos contado, contando con la ayuda de alguien que combinaba el Saber con los atajos. Porque atajo es buscar el poder por medios técnicos y no naturales. Pero así y todo dejó escritas páginas preciosas, que desde aquí agradezco …
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Foto, cortesía de MJC. Siguiente artículo: Los miedos.
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