Los hijos
© Copyright Fernando Conde Torrens, el 1-10-2.008 37
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......Todos queremos lo mejor para nuestras hijos. Y si tenemos algo positivo, se lo daremos, sin pensarlo. Máxime si es algo que nos sobra, que tenemos una cantidad infinita del bien. El cariño, la armonía interior propia, la entereza interior, son factores que, cuando se dan, favorecen mucho la relación con los hijos. Hay un aspecto fundamental a tener en cuenta, los hijos crecen, nosotros también crecemos. Por tanto un hijo, y esto vale si es chico igual que si es chica, no siempre puede recibir lo mismo de nosotros. Y, del mismo modo, nosotros no siempre hemos podido dar lo mismo, ya que nadie da lo que no tiene.
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......Cuando los hijos son pequeños, de menos de 7 años, pueden recibir de nosotros cariño, atención a sus peripecias en la escuela, dedicación, juegos, confianza, apoyo en sus dudas infantiles, solución a sus «graves» problemas de relación en el Cole, enseñanza de cómo debe tratar a su hermanitos menores, etc. Todo eso se convierte en una ocasión de disfrute para el padre y la madre que son conscientes, que son buscadores. Ponerse a su altura, física, echarse con ellos por el suelo, jugar y revolcarse sobre la alfombra, hacer castillos o fortalezas de robots, jugar a muñecas con las niñas, son actividades que es imprescindible tener con los hijos si deseamos tener hijos. No deben cansar, ni costar, ni enfadar. Porque ese tiempo se acaba. Defiendo que la confianza entre lo padres y un hijo se genera en los primeros cinco años de vida del niño o no se logra nunca. Y eso depende del padre, no del niño. Un padre que regresa a casa de mal humor, se pone a leer el periódico o ante la tele, no se relaciona con los niños y sólo sabe regañarles, es un padre perdido, se ha perdido la paternidad entrañable.
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......En una primera etapa el niño es simple y pide simplemente estos contactos. Más adelante reflexiona y pide conversar, preguntar, comprender el mundo. Y hay que disfrutar conversando con él y percibiendo cómo se abre una inteligencia nueva a la vida. Es el momento de educar en la responsabilidad, la disciplina, el dominio de uno mismo, las cosas importantes de la vida y el camino que cada uno ha de recorrer. Decían lo antiguos que un humano evolucionará bien si ha tenido una buena educación de joven. Y nadie le dará la educación acertada y completa sino un progenitor que la tiene o sabe algo de ella.
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......Luego viene la etapa del despegue, la etapa en que el hijo comienza a volar con el bagaje recogido hasta ese momento. Es la etapa en que el padre y la madre han de aprender a dejar de ser padre y madre, respectivamente. Le es tan difícil al joven empezar a ser él, como a sus padres comprender que ha de ser él y no ellos, los padres. Como la edad que nos diferencia de ellos es siempre la misma, como les aventajamos en unos 30 años y tenemos más experiencia de la vida, podemos caer en la tentación de … no dejarle vivir su vida. Por un falso cariño, por una falsa protección … por Posesión maldita, dicho en directo. Tenemos que diagnosticarnos y ver cuál es la raíz de nuestro desasosiego. Si él actúa de manera natural y nosotros le seguimos tratando como si tuviera 5 años menos … el fallo es nuestro. Si el error al que vemos que se encamina es funesto, de los que arruinan una vida, intervengamos con tacto y oportunidad. Pero no cometen los hijos errores de esos cada día. Si el problema es de cada día …
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......En los Talleres suele salir el tema de la recompensa que uno puede esperar recibir de aquellos a los que ayuda. Y la consigna es: Da por el hecho de poder dar tú, da porque es bueno dar, despreocúpate de los frutos, da y que tu recompensa sea haber sido lo suficientemente potente como para haber dado. Dicho de otro modo, esperar recompensas, JAMÁS. Tampoco de los hijos. Es una cadena y todos pasamos por hacer de hijo/a y por hacer de p/madre. Se hace una vez de cada cosa y se acaba la película.
......Los hijos
......Nosotros ya recibimos lo que teníamos que recibir cuado fuimos hijos, de nuestros padres. Ellos nos dieron lo que supieron darnos, según lo que eran. Sigamos la cadena. Daremos según lo que somos. Lo cual es un aliciente para crecer nosotros, haciendo ciertas cosillas que ya sabemos cuáles son.
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......Una última idea, no hay responsabilidad por lo mucho o poco que hayamos dado a nuestros hijos. Cavilar si hace años sabíamos menos cosas y no supimos acertar en su educación es una actividad baldía, injusta y generadora de sentimientos negativos. Algo que nos catapulta lejos de la Felicidad. Y con eso, además de no acertar, no beneficiamos a nadie. El tema es el presente, nunca lo que pudo haber sido y no fue. Eso no ha existido y no se merece ni un segundo de nuestro tiempo.
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......Cortesía de MJC. Siguiente artículo: De separaciones.
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……….Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «Año 303. Inventan el Cristianismo», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En https://sofiaoriginals.com expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.
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Maravilloso tu enseñamiento, señor Fernando. Te agradecemos por tu tiempo y dedicacion para pasarnos estos enseñamientos. Ahora espero la otra parte, que me habia dicho.
Un abrazo desde Brasil.
Gracias, Juan. Pero atención, que de lo que se trata no es de que a uno le convenza algo, sino de hacerlo suyo y practicarlo. Como decía el otro, «anda y haz tú lo mismo …». L
Lo que sí te puedo asegurar es que el tiempo que un padre evolucionado dedica a favorecer el crecimiento y la evolución de sus hijos, a hacerles reír, a jugar con ellos, o a hablar, más adelante, es el tiempo mejor empleado del mundo. Se recoge fruto para toda la vida.
Un abrazo, Juan.
Sí, seguro, señor Fernando, que primero leer y luego practicar y ver el resultado. Pero estoy seguro de que va a dar resultado positivo. Un abrazo, señor Fernando.
Exactamente, Juan, así es. Lo que puedo adelantar es que los frutos van creciando a lo largo del tiempo, conforme los hijos crecen, ven lo que pasa en los hogares de sus amigos y comparan. Cuando aún son nilos, simplemente disfrutan. Ya mayores, es cuando valoran y se dan cuenta de la suerte que han tenido. Un fuerte abrazo, Juan.