Escuela virtual de Sabiduría de Pamplona.

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Los puntos fuertes del Cristianismo 2

Los puntos fuertes del Cristianismo 2

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© Copyright Fernando Conde Torrens, el 23-10-2.006

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        Estamos definiendo los puntos fuertes de nuestra ideología occidental. Y hemos mostrado que Conocimiento en el Nuevo Testamento, haberlo, haylo. De ello no se puede dudar, basta con leerlo, ahora que se sabe dónde está colgado. De modo que en sus orígenes, en la época fundacional, en el momento del parto ideológico, en el Cristianismo había Conocimiento. Esto es un punto fuerte y positivo de nuestra doctrina. Por más que el buen trigo esté mezclado y ampliamente rodeado de cizaña aviesa. Una vez escrito, repartido entre diversos autores y con varias firmas, el Nuevo Testamento se expandió por el Imperio romano.

        En los siguientes 100 años y en los que siguieron, tales escritos y otros más fueron interpretados, traducidos y manejados por los «Santos Padres», comenzando por San Ambrosio, de quien ya sabemos algo. San Jerónimo tradujo el texto griego del Nuevo Testamento al latín, la Vulgata, y el nuevo texto fue de obligado uso, mientras el texto original en griego del Nuevo Testamento fue prohibido y declarado fuera de la Ley (¿). Y son estos «Santos Padres» los que siembran el odio hacia los judíos, los que incitan a la intolerancia y a la quema de encinas, bosques, bibliotecas y cosas a ellas ligadas.

        Estos buenos “Santos Padres” ¿se alegran de contar entre sus manos con textos de Conocimiento? ¡Por Zeus, no! Procuran por todos los medios disfrazarlo, descafeinarlo, diluirlo, esconderlo y arruinarlo. Y lo logran. De modo que las generaciones siguientes al siglo IV y al V crecen sin saber que exista el Conocimiento, o la Sabiduría, y, menos aún, que lo tengan escondido en sus mismos Evangelios. La tesis de la casta sacerdotal, la que les da el protagonismo vital, es que el fiel necesita a la casta como intermediaria entre la Divinidad y la Humanidad, tópico querido por toda casta que se precie. Tesis que el Conocimiento echa por tierra.

        Pongamos un par de ejemplos de manipulaciones hechas por los “Santos Padres” citados. “En el principio existía el Logos“ pasa a ser “en el principio existía el Verbo”. Verbo que resulta ser otra definición del propio Hijo de Dios, de Jesucristo. En tiempos modernos pasó a ser la Palabra, termino difuso que tanto puede ser Jesucristo como la doctrina eclesial. Todo el prólogo del Evangelio de Juan fue mal traducido, y con ello, corrompido.

        El Reino pierde su sentido de bien interior, valioso, profundo, para ubicarse en la otra vida, después de la muerte, y sólo para los fieles cristianos. En tiempos modernos surge una teología que pretende que el Reino sea la justicia social en la Tierra, con lo que se pretende iniciar otro camino desviado que a ninguna parte conduce. El Reino es lo que era en los escritos primeros, algo humano e interior.

        Así que en breve plazo, en apenas 100 años, las escasas muestras de Conocimiento que el fundador real puso en el Nuevo Testamento son cuidadosamente borradas y mal traducidas adrede, para que el rastro se pierda definitivamente. El Conocimiento liberaría al fiel cristiano (“La Verdad os hará libres”), luego «el Conocimiento nos sobra», pensaron los guías supremos del montaje.

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Los puntos fuertes del Cristianismo 2

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        Tal fue la efímera vida que tuvo el Conocimiento en nuestros textos ideológicos. Por eso hay que matizar: Conocimiento en el texto griego, por parte de quien lo escribió. Pero no en la jerarquía, enemiga del Conocimiento dondequiera que éste asome. Por eso es muy relativo adjudicar Conocimiento al Cristianismo, si cristianos son quienes guían la nave de Pedro, que parece que lo son.

        Además de Conocimiento, nuestra ideología contiene abundantes muestras de moral. Diría que esta moral es poco predicada, pasa desapercibida y se ubica sobre todo en las cartas paulinas. Son máximas del estilo de “nada traemos al nacer y nada nos llevaremos al morir”, «Sed agradecidos» de Col. 3,15, o «No os canséis de hacer el bien» en II Tes, 3,13, o «Tened paz con todos» enRom 12,18. Es una moral práctica, de la época, y no se ha hecho demasiado hincapié en ella a lo largo de los siglos.

        Hay, para no dejarnos ya nada, loas y alabanzas a la persona del Fundador, al que se adjudica el papel de Salvador, Redentor, Hijo de Dios, etc. Se le adjudican milagros abundantes y en las cartas paulinas se habla de él con una locuacidad desbordada. No es un punto fuerte, forma parte de lo que aquí llamamos “barbaridades”, si bien éstas serían barbaridades en tono menor, no serían malignas de por sí si no las acompañaran las barbaridades de gran calado.

        Y hay, por último, las monstruosidades, las barbaridades que definen conductas de los humanos como pecado y prescriben el castigo a estos pecados: El infierno, la segunda venida a juzgar a los humanos, la fundación de una Iglesia, el poder de perdonar los pecados, la eterna condenación, etc. que sirven para dar a la casta sacerdotal un poder inmoral, interesado y que forma el núcleo de una manipulación dañina y mortal.

        Como consecuencia, no ya de lo que se plantó, sino de las interpretaciones, traducciones, prohibiciones y predicaciones posteriores, de los “Santos Padres” de los siglos IV y V y de sus sucesores, el Cristianismo ha privado a Occidente del contacto con el Conocimiento y éste sería el mayor daño que ha hecho a nuestra sociedad. Pero esto entra en el terreno de la praxis, de cómo se han usado los textos fundacionales, no en el contenido de éstos, que incluían el Conocimiento, aunque, a decir verdad, de poco nos ha servido.

        Y éste es un análisis desapasionado del contenido de nuestros textos mal llamados «sagrados». Su mayor virtud, la única de hecho, contener Conocimiento, quedó eclipsada por actuaciones humanas de los falsos “Santos Padres”, cuya labor fue perfeccionar el camino que habían iniciado unos escritos «no todo lo convenientes que hubieran debido ser». El premio que recibieron a su trabajo de «perfeccionar» el invento fue el título de santo, virtual también él, como todo lo relacionado con nuestra ideología.

        No dudo que este artículo no satisfará a los fieles cristianos, pero tampoco se escribió con ese fin. Posiblemente, tampoco entrarán aquí …

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………. Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En www.sofiaoriginals.com expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.

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Enlace al siguiente artículo: El Peri Stefanon.

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