La geografía tuvo una importancia vital en qué reinos florecían y cuáles llegaban a su ocaso. Pérgamo se alió con Roma, a la que tenía lejos. Eso se explica en «Pérgamo en el 170 Eumenes II Mundo helenístico 30»
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© Copyrigth Fernando Conde Torrens, el lunes 17-1-2.011
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Eumenes II (229-197-158 a.C.) Pérgamo en el 170 Eumenes II Mundo helenístico 30
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Lo bueno que tuvieron los sucesivos reyes de Pérgamo es que su posición geográfica les llevó a aliarse con Roma, que era su «no vecino». Roma era ya una potencia emergente que, para el año 197, había liquidado a Cartago en la Tercera y última Guerra Púnica. Cartago era ahora un páramo y los cartagineses, un recuerdo. Roma pudo volcarse en el Oriente. Y el Oriente era Macedonia en primer lugar.
La alianza de Pérgamo se hizo más estrecha y bajo Eumenes II la labor de Pérgamo no fue sólo de hostigar a la flota de Macedonia, sino que sus ejércitos pelearon en tierra junto con las legiones romanas. Eumenes II tenía de bueno que su padre ya había sido aliado incondicional de los romanos – precisamente había muerto en una reunión con ellos al darle un ictus, que le causó la muerte a los pocos días. Eso aumentó al capacidad de maniobra de Eumenes II, que pudo inclinar a los romanos a que lucharan o le apoyaran contra quienes le convenía. La actividad guerrera romana se recrudeció en tiempos de Eumenes y éste había apostado por el caballo ganador. Por ello, a toda opción de nueva guerra que plantara Eumenes II, el Senado romana estaba muy propicio a seguirle el juego.
No obstante, y como buen rey helenístico, Eumenes no se pasó la vida en el campo de batalla, sino que se dedicó a su ciudad – y a otras que cayeron bajo su soberanía, como consecuencia de las guerras que ganó con el apoyo romano. Prosiguió la labor de su padre, terminando el Altar de Zeus que éste había comenzado. Terminó asimismo las murallas, que incluyeran la ciudad baja. Dio un gran impulso a la Biblioteca, ampliando sus instalaciones e incorporando el nuevo material, el pergamino, fabricado en la ciudad y en todo el reino.
El impulso dado a las Artes al construir hermosos Templos y edificios públicos, hizo que emigraran a Pérgamo gran cantidad de escultores, literatos, filósofos, artistas y matemáticos. La ciudad era una de las tres mayores de todo el Oriente, junto con Alejandría y Antioquía sobre el Orontes, capital del Imperio Seleúcida..
Para celebrar su triunfo sobre los Seleúcidas y Antíoco III, fundó la ciudad de Hierápolis en el año 190 aC. Pero de este triunfo hablaremos mañana.
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………. Acueducto como los que había en la capital de los Atálidas Pérgamo en el 170. Eumenes II. Mundo helenístico 30.
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(Fuente: Grecia. Entre el Mito y la Historia. Ediciones Xaitalis. Atenas, 2.001.)
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Aunque el acueducto que estamos viendo no es griego ni romano, que de los dos había en Pérgamo, sí permite darse una idea de la magnitud de la construcción y de que cuánto sobresalía sobre las alturas de todas las edificaciones a las que servía. El que se ve en las imágenes data del siglo XVI y fue construido por Solimán el Magnífico. Como se aprecia, el acueducto es de ladrillo, material de construcción muy usado por los musulmanes, incluso en alcazabas y murallas, mientras que griegos y romanos los hacían de piedra. Por tener sólo 500 años ha llegado a nosotros, aunque también lo ha hecho el de Segovia, de época romana. Pero ésos ya los veremos cuando toque Roma.
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………. Acueducto en Kavala (en la Tracia de Lisímaco) Pérgamo en el 170. Eumenes II. Mundo helenístico 30
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(Fuente: Grecia. Entre el Mito y la Historia. Ediciones Xaitalis. Atenas, 2.001.)
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Aunque dejamos atrás al padre de este rey, Atalo I, de sus últimos tiempos es la batalla en la que las falanges macedónicas fueron derrotadas por primera vez por las legiones romanas. Este hecho sucedió el año 197, el último año de la vida de Atalo I. Batalla en la que él no intervino.
La batalla enfrentaba a Filipo V, rey macedónico, del que veremos la historia, con las legiones romanas mandadas por uno de los cónsules del año, Tito Quinto Flaminio. El terreno lo formaban unas pequeñas colinas en las afueras de la ciudad citada. Los macedonios se habían hecho fuertes en la parte alta y los romanos estaban en el valle. Con la caballería repartida en la alas, para evitar los peligrosos flanqueos, Filipo mandaba la parte derecha de las falanges, mientras su lugarteniente Nicanor comandaba la mitad izquierda.
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Las falanges macedónicas totalizaban 16.000 lanzas, o sarisas,
apoyados por 7.500 infantes ligeros y 2.000 jinetes.
Un total de 25.500 hombres
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Frente a ellos se alineaban 18.000 legionarios romanos
y 8.000 soldados aliados griegos.
Un total de 26.000 hombres al mando del cónsul Flaminio.
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(Fuente de estas cifras: La Guerra en el Mundo Antiguo. Víctor Barreiro Rubín. Almena Ediciones, 2.004.)
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Batalla de Cinoscéfalos. Triunfo de las legiones romanas sobre las falanges macedónicas(Fuente: Historia de la Guerra. The Times-La Esfera de los Libros, 2.006. )
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El ala derecha, mandada por Filipo arrolló a las legiones que se le oponían, mientras que las falanges de Nicanor todavía no había tenido tiempo de formar debidamente, por la estreches del terreno. Filipo debía haber esperado a que Nicanor formara en orden de combate sus falanges y avanzar en paralelo, arrollando con sus largas sarisas a las legiones, pero en vez de ello se lanzó colina abajo, en persecución de los huidizos romanos. Se abrió un hueco entre ambas alas macedónicas y ello fue aprovechado por un tribuno del ala derecha romana que, abandonando la lucha contra las falanges que le correspondían, agrupó varios manípulos y se lanzó a la izquierda para coger a las falanges de Filipo por la espalda.
La falange era temible de frente, pero tenía la retaguardia desguarnecida. La operación de flanqueo debía ser evitada por la caballería ligera, pero no la había en el centro de la formación. Un número muy inferior de legionarios romanos atacó por detrás la cerrada falange de Filipo y causó una masacre, hasta desorganizarla y dar cuenta de ella, ya que los macedonios no podían luchar uno a uno con sus pesadas y largas lanzas contra el legionario romano y su espada corta, que manejaba con gran agilidad y eficacia en el cuerpo a cuerpo.
De este modo, la imprudencia de Filipo, gran general, por otra parte, cegado al ver a las legiones retroceder ante su imparable falange, dio el triunfo a los romanos. Las bajas de éstos fueron del orden de 700, mientras los macedonios contabilizaron 8.000 bajas. En el Senado de Roma hubo casi infartos al conocerse la noticia.
En el próximo artículo sabremos de la batalla de Magnesia, en la que intervino Eumenes II y que también ganarán los romanos.
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Enlace con el próximo día: Pérgamo en el 170. Batalla de Magnesia. Mundo helenistico 31.
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………. Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En https://www.sofiaoriginals.com/ expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.
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