«Una Tesis inquietante Mundo helenístico 53″ surge al comprobar que engaños inofensivos han sido descubiertos, mientras que otros mucho más importantes siguen vigentes.
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© Copyrigth Fernando Conde Torrens, el 16-3-2.011
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Hemos visto que incluso en los inicios de la Edad Moderna, superada ya la Edad Media, no pocos eruditos se tomaban manga por hombro y, basándose en escritos antiguos y en su propia imaginación, componían y editaban en libros planos de Jerusalem, lejana ciudad que sus lectores jamás pisarían, a su capricho. Y que tales planos ganaban prestigio entre el mundo culto y pervivían como realidad durante siglos. Hasta que iniciado el siglo XIX empezó a hacerse más frecuente el que viajeros europeos visitaran tal ciudad y elaborasen, con los conocimientos científicos del momento, planos reales.
Vamos a fijarnos en una triple circunstancia: En la osadía de los inventores, que ganaron fama en vida, pero a los que la Historia descubriría, en la ingenuidad de los lectores, disculpable tal vez por la escasa información disponible en la época, y al hecho de que en tiempos más modernos, la Ciencia pone de manifiesto la superchería y reconstruye la realidad.
Pues bien, este avance que se dio en temas de geografía de Jerusalem, tema de importancia relativa, no se ha dado, mantenemos aquí, en otro tema de mucha más envergadura, en el asunto de nuestra Ideología. Unos personajes osados se entrometieron en el mundo de las conciencias, pergeñaron unos relatos fantásticos, no exentos de porciones valiosas, cierto, pero imaginativos en lo fundamental, e iniciado ya el siglo XXI, aún la Ciencia no ha sido capaz de romper el engaño. Y seguimos alimentando a nuestros jóvenes con ignorancia extrema de cómo son las cosas fundamentales de la existencia. Y no los preparamos así para la vida. De manera que tendrán que valerse en ella con sus propios conocimientos, nulos de entrada; sólo tendrán como bagaje su sentido común, los que lo tengan; y aprenderán tropezando una y otra vez, porque sus mayores fallaron en lo fundamental, en aprender de la vida, de la Historia.
Tal hecho, la incapacidad de nuestra generación para descubrir los engaños a que estamos sometidos, incapaces de encontrar el mapa real de la existencia, aceptando tácitamente un mapa elaborado en la Edad Antigua, que sustituyó a los mapas que entonces había, algunos mucho más acertados que el que hoy tenemos, tal incapacidad, tremenda, gravísima, ha de tener como causa una explicación que, para justificarla, deberá participar del mismo tremendismo y gravedad.
Dándole vueltas al tema, hemos elaborado una explicación, ciertamente espantosa, que queremos someter al lector y a las generaciones futuras, por aquello de negarnos a pasar por este mundo con el dedo permanentemente metido en la boca. Es verdad que la Teoría que proponemos sólo es un diagnóstico y no incluye la solución. Pero más vale poco que nada.
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Según nuestra Tesis – odio la palabra hipótesis, esdrújula como todo concepto anómalo, ridículo y efímero – es que no todos los humanos son realmente seres humanos. Y la Tesis nació observando el comportamiento de los animales. Ellos lo deben tener fácil, porque suelen estar de mejor humor que nosotros, los humanos. Sólo tienen que preocuparse de las tareas de supervivencia, no tienen que ir al taller, ni a la oficina … Y si han logrado resolver eso, ya sólo tienen que dedicarse a las labores de reproducción.
Tal vez los denominados seres humanos arranquen del estadio animal y hayan cambiado, de momento, sólo su apariencia exterior, pero sus preocupaciones serían las mismas que las de los animales. Según tal teoría, habría que distinguir de entre nosotros a los bípedos omnívoros en tareas de supervivencia (bots en lo sucesivo) de los bípedos racionales aplicados a la Ética (brae). Los primeros serían como un intermedio entre la condición animal y el auténtico ser humano.
A los primeros les sería de aplicación ese proceso existencial, que también es de aplicación a los animalitos, de nacer, crecer, multiplicarse y morir. Los segundos habrían iniciado ya ese otro proceso que se suele llamar madurar, crecer, hacerse adultos, volverse seres humanos.
Los primeros obedecerían a la definición de que el ser humano es un «ser vivo dotado de razón«, otra definición de moda en tiempos incluso recientes. Los bots, bípedos ellos, disponen de la inteligencia como diferenciación del resto de los animales, cuadrúpedos todavía la mayoría. La definición antigua, en griego koiné, decía que el ser humano es un «ser vivo dotado de Logos«, pero los bots ni huelen qué sea eso del Logos y los guías bots niegan que exista tal capacidad.
Los primeros serían felices, al modo de los animales, simplemente con tener el estómago lleno y haber practicado un coito reciente. A los segundos les hacen falta más condiciones de tipo inmaterial para sentirse auténticamente felices.
Los primeros perseguirían, para lograr una felicidad demasiado esquiva, la triple meta, tan extendida y tópica, de salud, dinero y amor. Y no sabrían de más elevadas metas. Una encuesta realizada recientemente en una cadena de tontovisión preguntando por la felicidad recibía esta respuesta por parte de las personas bots más clarividentes.
Vamos a dejar el tema aquí, para no agotar la capacidad reflexiva del lector, al que suponemos brae y no bots. Y para darle ocasión a que complemente por su cuenta y con sus experiencias la presente Teoría. El próximo día, más.
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https://www.sofiaoriginals.com/mundo-helenistico-54
………. Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En https://www.sofiaoriginals.com/ expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.
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