Violencia de género 2
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………. El sujeto violento se exaspera, se torna agresivo. Primero con la voz. Luego con sus ademanes. Más tarde con sus acciones, usando partes de su cuerpo (manos, pies) para expresar a su víctima lo que le espera si no cede. Y, finalmente, emplea algún medio no propio, cortante o de fuego, para llevar a cabo su amenaza, su castigo, su «justicia». Realmente, para expulsar de su interior la furia que le acomete. (Ver el artículo primero entero en www.sofiaoriginals.com/violencia-de-género/
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………. ¿Es esto una enfermedad? Diríamos que no. No lo es si el sujeto no lleva a cabo un acto criminal, matando. Y tampoco lo es si lo lleva a cabo. Ambos casos son faltas de control de su comportamiento por parte del individuo. La llamada inmadurez. En el caso del sujeto llamado «bipolar«, sin daños físicos letales para su víctima. En el caso del asesino, con tales daños físicos irremediables.
………. Definido, creemos, el problema, en su desarrollo, tratemos de mirar al origen. ¿Cuál sería el origen, dónde se desarrollaría esa inmadurez que conducirá al sujeto inmaduro a matar, si es contrariado por alguien en grado sumo, siempre a su juicio? En el propio interior del sujeto inmaduro. Ni su corazón, ni su mente – permítasenos hablar así – han crecido, se han desarrollado lo suficiente como para hacerle consciente de que debe dominar sus impulsos, que debe aceptar las adversidades, las contrariedades. Que tal dominio forma parte de su cualidad de «persona mayor» Que tal dominio lo debe lograr antes de los 18 años, o se hará responsable de sus actos de manera individual.
………. Tiene años para conseguir tal dominio. Pero muchos no lo logran en ese tiempo, ni lo logran en el doble de tiempo. No lo logran en toda su vida. Y si los dejan libres de nuevo, reinciden. Algunos. Otros no reinciden. O han aprendido y esta vez no les cogen. Nunca lo sabremos.
………. Es éste un problema a nivel de toda la sociedad. Y tales problemas pueden convertirse en irresolubles. Lo veremos más claro si nos planteamos la pregunta: ¿Será posible resolver el problema en su origen, en la mente y el corazón de cada persona que pueda ser en un futuro ejecutor de «violencia machista» o «de género»?
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………. El lector estará de acuerdo con nosotros en una respuesta negativa: No va ser posible modificar la mente y el corazón de todos los humanos que, por falta de una deseable maduración, tienen tendencia a tomarse la justicia por su mano y ejecutar a la pareja «rebelde», o que no se pliega a sus deseos, ni siquiera bajo amenazas. Es muy posible que el propio maltratador haya adoptado posturas que convenzan a la víctima de que la convivencia con esa persona es imposible, y peligrosa incluso para ella. Lo va a ser asimismo su propia negativa. De hecho, está cogida en un callejón sin salida.
………. ¿Podemos pensar que con los casos que se han dado hasta ahora se haya agotado el cupo de posibles asesinos de sus parejas?
………. ¿Podemos esperar que la relación anual de mujeres asesinadas por violencia machista vaya descendiendo año tras año?
………. Sería ilusorio responder que sí. El porcentaje de la población que ocupa los escalones más bajos en la Evolución es demasiado alto. Pero antes de pensar en medidas para hacer disminuir tan nefasta lista, distingamos las fases, los grados de violencia que se ejercen en el seno de un hogar.
………. Clasificaremos las siempre denigrantes e inadmisibles acciones del agresor sobre su víctima en cuatro grados.
………. 1º. Crítica de desprestigio. En esta etapa no hay aún violencia física.
………. 2º. Amenazas y gritos con el fin de asustar. Violencia sólo verbal.
………. 3º. Gritos y golpes que dejan huella. Violencia más fuerte, preludio del paso siguiente.
………. 4º. Violencia máxima, con ánimo de quitar la vida.
………. Analicemos más detalladamente cada escalón de violencia. Dejando bien claro que ninguno de ellos es aceptable. Y que el agresor pertenece, en todos los casos, al «nivel de Evolución I», el inferior; que es un “mal bicho”, incapaz de generar un ambiente aceptable en un hogar. Que su comportamiento va a tener una influencia negativa en algunos miembros de su prole y en su pareja, dejando huellas muchas veces imborrables.
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