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Atalo III fin del Reino de Pérgamo Mundo helenístico 39

Con «Atalo III fin del Reino de Pérgamo Mundo helenístico 39» se va a poner fin a la historia de este reino, un modelo de reino helenístico y de los valores que caraterizaron a este época de lustre de la Humanidad en lo que a Occidente se refiere. Ya quisiéramos muchos …

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© Copyright  Fernando Conde Torrens

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        Un detalle que omití en mis crónicas anteriores fue que el gran Eumenes II al final de su reinado cayó en cierto grado de desgracia ante el Senado romano. Quizás el Senado entendió que su posición como aliado no fue todo lo decidida que debiera en los enfrentamientos contra Filipo de Macedonia, el caso es que en los últimos años de su reinado el Senado se negó a recibirle, cuando expresó su deseo de ir a Roma a defender su postura. O tal vez Roma entendió que Pérgamo había crecido demasiado y que no iba Roma a trabajar en su propia contra … vete a saber.

        Cuando murió, legó la corona a su hermano Atalo II, Filadelfo, de quien ya hemos hablado. Tal vez porque heredó la responsabilidad a los 60 años y a esa edad uno ha superado ya los afanes y ambiciones de cuando se es más joven,  ya hemos visto que fue un rey pacifista.

        Esa posición llama poderosamente la atención en un mundo regido por predadores. Pero no podemos menos que decir que su postura fue prudente, si me atacan, me defiendo. Y para eso tengo una ciudad bien preparada, amurallada y una ciudadela inexpugnable. ¿A qué me tengo que jugar el reinado – y posiblemente la vida – en un campo de batalla llano, renunciando a la protección de las murallas que construyeron mi familia precisamente para este caso, el de ser atacado?

        Le salió bien, por eso podemos contar su historia. Un rey así es fácil que inculcara a su sobrino y hijastro la misma forma de ver las cosas. A eso se sumó, sin duda, el hecho de que la sangre del primer Atálida, Filetero, corría por las venas de Atalo III pero ya muy diluida. Tengo para mí que Atalo III sería un precedente del futuro Luis XVI (1.754-1.789-1.793). Ambos, monarcas con reinado breve: Atalo III reinó cinco años y Luís XVI lo hizo durante sólo cuatro, ya que en el 92 lo destronaron de facto.

        Atalo II, Filadelfo murió a los 81 años, y accedió al trono Atalo III. Para no perdernos, reproduciremos la genealogía de los Atálidas. Los dos Atalos de los que estamos hablando están en la parte de abajo, por ser los últimos.

Genealogía de los Atálidas de Pérgamo

Atalo III fin del Reino de Pérgamo Mundo helenístico 39

(Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Dinastía_atálida )

………. Atalo III (138-133 AEC.)   Atalo III fin del Reino de Pérgamo Mundo helenístico 39

        Luis XVI tenía aficiones, la caza, la marquetería y los mapas. Por su parte, Atalo III se desentendió de las cargas de gobierno y se dedicó a sus aficiones, el trabajo en la huerta. Mantenía una relación muy estrecha con su madre Estratónice, la misma que su padre y su tío habían mantenido con la suya. Ambas madres regias han pasado a la Historia como ejemplos de lo que debiera ser una familia real, en la que no hay ambiciones fuera de lugar y la lealtad y la unión es nexo común entre sus miembros, aun siendo monarcas.

        Pero su madre y su esposa murieron con poca diferencia de tiempo, no se sabe la causa, que bien pudo haber sido natural. Atalo III pensó que había sido envenenadas y se dedicó a estudiar los venenos cultivando plantas varias en la huerta de Palacio.

        Dicen algunas historias que estaba tallando el féretro de su madre cuando agarró una insolación y la palmó. Tengo para mí que ésa es una de las muchas leyendas que se forjaban en la Antigüedad porque gustaban mucho a los ciudadanos. Siempre son relatos pintorescos, relacionados a veces con el Más Allá, con sueños, premoniciones, advertencias de los dioses … Es posible que, efectivamente, el veneno hubiera circulado por las mesas de palacio. Y es posible que también Atalo III muriera envenenado. Sólo que él ya no tuvo quien lo denunciara. El hecho es que murió asombrosamente pronto, para lo que habían durado su padre, Eumenes II, y su tío y padrastro, Atalo II , casi 40 años y más de 20 años, respectivamente. (Ver genealogía anterior)

        Pero la muerte no le cogió a Atalo III desprevenido. Sospechamos aquí que en contubernio con su tío y viendo que era lo mejor, dejó en su testamento que el reino de Pérgamo pasara a Roma. Para el año 133 antes de la era común, Roma estaba a las puerta de Asia Menor, o península de Anatolia. Cartago había caído y había sido arrasada el año 146. El mismo año 146 AEC. Macedonia fue convertida en provincia romana, al ser vencido en batalla su último monarca. Atalo III no lo sabía, pero el año en que falleció, los romanos tomaban Numancia y la resistencia en Hispania llegaba a su fin. Hacía seis años que Viriato había sido traicionado y muerto por compañeros de milicia pagados por Roma.

        Considerando, posiblemente, que la marcha de Roma hacia el Este era imparable. Considerando, asimismo, que a su muerte y sin un descendiente establecido y consolidado, era muy probable que algún rey vecino quisiera hacerse con la rica y tentadora Pérgamo. Teniendo en cuenta que ello no iba a ser permitido por Roma y que la guerra volvería a enseñorearse de su reino, para perjuicio de todos sus habitantes, Atalo III decidió que su heredero fueran el Senado y el Pueblo de Roma (SPQR = Senatus PopulusQue Romanus, el «Que» equivale a nuestro «y»). Era una decisión novedosa, pero juiciosa, que otro monarca vecino, el de Bitinia, adoptaría más tarde: Muerto el burro, cebada al rabo.

        Pero el Senado de Roma, que tenía abiertos varios frentes en aquel año de 133 AEC para nosotros, pero para ellos era el año 620 AUC ( Ab Urbe Condita = Tras la Fundación de la Ciudad, Roma), no reaccionó de inmediato mandando tropas y apoderándose de los resortes del poder. Imagínese el lector la situación.

        El rey ha muerto. He dejado el reino a Roma, pero nadie de Roma aparece para hacerse cargo de los resortes del poder. Ese vacío de poder da ocasión a las habladurías, a los comentarios, a los rumores … y a que se desate la ambición de algún oportunista, de los que nunca faltaron, ni faltarán. («¡Oh Zeus, colócame donde haya, que de lo demás ya me encargo yo!«).

        Interrumpo el relato para presentar un mapa que tenía escondido en lo más profundo de mi madriguera, o cubículo. No tengo el  libro completo, pues el mapa lo compré tal cual. En él se distingue el reino del Épiro, el de la madre de Alejandro, cuyo rey posterior Pirro – muy amigo de meterse en camisa de once varas – dará guerra a los romanos.

        La Tracia, al Este. La Bitinia, cuyo rey sitió Pérgamo con Atalo II, el miedica. La Galacia, donde los gálatas ya civilizados vivían. El reino de Capadocia, cuyo rey fue suegro de Atalo I. El reino del Ponto, cuyo rey Mitrídates llevará de cráneo a los romanos, por ser tan mala bestia como ellos. La Gran Armenia y la Pequeña Armenia, en territorio de nadie por siempre. La Atropatene de nombre sonoro. La Partia, de donde saldrá la futura dinastía que quitará el sueño a los romanos. Lo que en esta época queda del Imperio Seleúcida, llamado por el editor Reino de Siria. Y abajo, felizmente olvidado de todos los dioses, el Egipto ptolemaico.

Mapa de la zona poco antes del año 133 AEC.

Atalo III y el fin del Reino de Pérgamo Mundo helenístico 39

(Fuente: Colección particular. Atlas de la Geographie, 1.856. Alexandre Delamarche.)

        Y esto de que se instale en un reino la anarquía ante la falta de autoridad, sucedió en Pérgamo, para desesperación del difunto Atalo III, que protestaba ruidosamente desde el Hades.

        El origen de muchos desastres se genera en los períodos de falta de autoridad. En tales situaciones los más desalmados se hacen con el poder, toman las decisiones, mueven a las turbas. Y las turbas, que no tienen seso, hacen lo que les gritan los que menos seso tienen. Las acciones, viscerales e irracionales, que a trompicones se cometen en tales situaciones se pagan caro más adelante. Esta regla, tendrá tanto valor para entender la Historia como «la ley del vecino«. De momento, no está bautizada, ya se nos ocurrirá algo.

        Un tal Aristónico dijo ser hijo de Eumenes II y de una relación ocasional con una belleza de Éfeso. Los que rechazaban la decisión del difunto monarca y no querían someterse a Roma le apoyaron. Consiguió forma un pequeño ejército y pudo con las pequeñas guarniciones romanas diseminadas por Asia Menor. A este personaje, el autor de la genealogía le da valor real. Realmente, fue un usurpador, pero el caso es que reinó sobre el reino de Pérgamo durante los 4 años de ausencia del poder romano.

        Cuando el Senado de Roma tuvo noticias de tales actos, envió a uno de sus cónsules, Perpena, quien, al mando de legiones bien pertrechadas y entrenadas, dio pronto cuenta del aspirante el trono de Pérgamo, ahora propiedad de Roma. Aristónico, tras sus días de gloria, fue hecho prisionero. Llevado a Roma, desfiló en el desfile de Perpena y esa noche fue estrangulado en público contra un madero vertical, por un sistema parecido a nuestro «garrote vil», cerca de la cárcel Mamertina de Roma, donde habían permanecido custodiado.

        Fue en el año 129 AEC. cuando Roma tomó posesión de Pérgamo. Se había formado la provincia de Asia y Pérgamo era parte importante de ella. Con los territorios que se conquistarían más al Este, se formaría la provincia de Siria. Y parte de ella sería lo que los medievales llamarán Tierra Santa. Pero de eso nos ocuparemos más adelante.

        Para darnos cuenta de lo que significaba que Pérgamo dejara de ser un reino independiente, cuyo monarca tomaba las decisiones que concernía a Pérgamo, recordemos que Marco Antonio, ante la pérdida de parte de la Biblioteca de Alejandría cuando Julio César guerreó en sus cercanías y se declaró un incendio, mandó llevar los mejores ejemplares de la Biblioteca de Pérgamo y cedérselos a su querida Cleopatra, con la muda protesta de los habitantes de Pérgamo. Eso sucedería aproximadamente 100 años más tarde del testamento de Atalo III, quien también en esta ocasión se removió en su tumba.

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Enlace con el próximo día.

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………. Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En https://www.sofiaoriginals.com/ expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.

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