Escuela virtual de Sabiduría de Pamplona.

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Mis libros antiguos 3

© Copyright  Fernando Conde Torrens, el 17-11-2.005

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        El motivo de traer a conocimiento del lector una de las disertaciones, discursos o piezas literarias de las varias que contiene mi libro preferido saldrá al final. Trasladémonos a Sevilla, de donde arranca una de las ramas de mi familia.

        La Catedral de Sevilla tiene en el muro de Poniente, o fachada principal del Templo, 3 puertas, la de la Asunción, con un notable relieve de Ricardo Bellver, la del Nacimiento, con el se puede ver en el tímpano, y la del Baptisterio, del mismo autor que la anterior. En el muro de Levante tiene dos, la de «los Palos» y la de «las Campanillas», ambas del siglo XVI. A esta última va a referirse el trabajo de un investigador erudito de 1.773, D. Cándido María Trigueros, entendido en hebreo y miembro de la Academia Sevillana de Buenas Letras allá por el año de 1.772, cuando presentó uno de sus trabajos al pleno de la Academia.

        D. Cándido se fija en una losa con una inscripción en hebreo que está en una puerta de la Catedral de Sevilla. Otro autor la ha traducido y, a juicio de nuestro protagonista, lo ha hecho mal. Él la traduce y explica línea a línea su traducción. La lápida trata de un médico judío, del hijo del médico de D. Pedro de Castilla, muerto en 1.369. Por contra, el médico judío habría muerto en 1.345, según deduce D. Cándido mediante argumentos que nos llevaría mucho tiempo seguir. Pero vayamos por partes. Así lucía la lápida en hebreo cuando D. Cándido la trascribió de los muros de la Catedral, donde se hallaba embebida.

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Lápida hebrea. Catedral de Sevilla. 1.772

Mis libros antiguos 3

(Fuente: Memorias Literarias de la Academia Sevillana. Tomo I. Minervae Baeticae)

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        Así empieza D. Cándido su estudio sobre la lápida hebrea.

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Inicio de la disertación

Mis libros antiguos 3

(Fuente: Memorias Literarias de la Academia Sevillana, pág. 283. Tomo I. Minervae Baeticae.)

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        Tras una introducción, en que defiende que ¿dónde mejor ejercer el análisis que en monumentos de la propia ciudad hechos en lenguas poco conocidas y practicadas?, el investigador aporta una traducción anterior con la que discrepa. Los lectores sevillanos podrían comprobar, con los detalles sobre la localización dados por D. Cándido, si en la actualidad la losa sigue donde estaba hace 225 años.

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Traducción impugnada

(Fuente: Memorias Literarias de la Academia Sevillana, pág. 286. Tomo I. Minervae Baeticae)

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        Procede D. Cándido a traducir frase por frase el texto, aportando otros lugares de la Biblia donde se usan expresiones similares. De traducir la lápida, pasa a hurgar en bibliotecas, deseoso de conocer más detalles de la vida del difunto. Y encuentra rastros del difunto, de su padre y de su hermano. El padre y el hermano fueron médicos reales, citados en obras antiguas ya en 1.772. Vivieron a caballo entre los siglos XIV y XV. El difunto lo fue en el año de 1.345 y murió joven, sin cumplir los 24 años.

        Es al final de su lección cuando el autor reúne su traducción, con el mensaje que los familiares del joven muerto hacían a los caminantes que pasaran al lado de la tumba de su ser querido. Y se extraña D. Cándido de que, habiendo visto tantos la losa, tan pocos le hayan dedicado una pizca de su tiempo. Pero así son las cosas y así eran ya en aquel lejano 1.773. Leamos al propio D. Cándido María Trigueros. Como el lector apreciará, la puntuación difiere notablemente de la actual manera de escribir. Se colocaba una coma ante cada conjunción copulativa «y».

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Final de la disertación

(Fuente: Memorias Literarias de la Academia Sevillana. Tomo I. Minervae Baeticae)

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        Así avanza la Ciencia. Una postura, una explicación, es sustituida por otra, aparentemente más certera, mas completa. Y se publican las apuestas y se impone la que mejor explica la realidad. Esto es posible cuando no hay interferencias, cuando todos quieren encontrar lo acertado, cuando la pasión no ciega e inhabilita. Y no importa que el hogar del colectivo de investigadores sea el planeta entero. Ni los idiomas, ni las razas ni los credos han sido obstáculo para que la verdad sobre la Ciencia se imponga. Los logros de tal postura están a la vista: La peste negra y las diligencias ya no cabalgan por la Europa de nuestros días.

        Lástima que en otro temas …

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Enlace al próximo día

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………. Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En www.sofiaoriginals.com expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.

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