Tertulia con CV 6 Fin por ahora
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Si no estábamos de acuerdo en los diferentes apartados, no podemos estarlo en las Conclusiones.
Pero esta parte de la comunicación es tan asentada, tan definitiva, que no me ha parecido dejarla como colofón final de un artículo muy largo y que el lector llegue a ella agotado, echando humo su cabeza, con las neuronas a punto de estallar. Por eso, leamos las Conclusiones finales del lector y veremos luego la respuesta de esta casa.
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………. El lector termina su comunicación así:
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Como se puede observar, tanto el sentido común como las múltiples evidencias arqueológicas indican que había cristianos mucho antes de Constantino y de Eusebio. A la luz de estas pruebas, nos encajan otros centenares de inscripciones, esculturas, papiros y documentos varios que, siendo menos explícitos o no incluyendo una fecha concreta, contienen referencias al cristianismo o a ideas cristianas.
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Como usted afirma en algún lugar de su blog, sostengo que hemos avanzado, no retrocedido. Veíamos espejismos, y ahora vemos la realidad. La teoría de la conspiración requería un Eusebio supervillano con superpoderes, que se pasaba la vida escribiendo centenares de libros de autores ficticios llenos de firmas de Simón en pergaminos de varios siglos de antigüedad, o viajando por el mundo creando falsificaciones perfectas amontonadas en basureros y ciudades en ruinas. Requería extrañísimos cultos paganos misteriosos e ignotos para justificar que textos claramente cristianos como el himno de Oxirrinco o la inscripción de Abercius no son cristianos. Requería apurar al límite los plazos del carbono 14 para el evangelio de Judas y suponer que el único ejemplar que conocemos es el original autógrafo. Y requería meter en la trama a una muchedumbre siempre creciente de conspiradores: a Jerónimo por traducir la Vulgata; a Robert Etienne por dividir la Biblia en capítulos y versículos; a los editores que añadieron los signos de puntuación a los textos maestros del NT; a todos los eruditos que vieron esas ediciones con puntuación y no las denunciaron; a los paleógrafos, a los arqueólogos, al personal de los museos …
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Las evidencias que hemos aportado apuntan a una realidad mucho más simple: hubo un hombre —poco importa, para estos efectos, si hacía o no milagros—, cuyas enseñanzas afectaron profundamente la vida de sus discípulos, quienes las predicaron celosamente. Con el tiempo, aquella nueva fe se extendió por todo el Imperio, y fue incorporando elementos paganos, hasta que finalmente Constantino se dio cuenta de su potencial y la institucionalizó. Aquellos cristianos escribían cartas, pintaban cuadros, y conmemoraban en lápidas a sus muertos, como todo el mundo.
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Esta explicación es sencilla y sensata, concuerda con los testimonios históricos que conocemos y encaja con las evidencias arqueológicas de manera satisfactoria. No requiere escritores milagrosos, ni conspiraciones, ni documentos falsificados. Coincide con los análisis paleógraficos y también con las pocas dataciones por Carbono 14 que se han hecho.
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Me consta que ni usted ni yo, ni los lectores del blog, estamos «privados de raciocinio». Las pruebas están sobre la mesa: ahora es cuestión de determinar cuál de las dos hipótesis las explica mejor. El amigo Occam lo tendría claro. Yo también. Que cada cual tome su decisión.
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Un saludo afectuoso.
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Carlos
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Respuesta a esta parte
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Dice Vd., D. Carlos, “Como se puede observar, tanto el sentido común como las múltiples evidencias arqueológicas …” Realmente queda claro que ni el sentido común, ni la evidencia racional pueden tomarse como regla de medición. Ambos conceptos son subjetivos cuando las aplicamos a nuestros temas queridos. Tal vez habría que decir, la mente humana es tan poderosa que se adjudica el éxito en todos los temas que analiza.
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Pero quizás es que sólo hemos planteado las posturas iniciales. Al terminarse esta Tertulia, ambos estamos conocedores de los argumentos contrarios y es entonces cuando verdaderamente empezaría la discusión. Lo hecho ha sido simplemente el planteamiento inicial. Y las Conclusiones no son tales, sino Conclusiones a que llego con mis propias ideas. Las mías debieran ser más sopesadas, porque conozco toda la exposición contraria cuando las redacto. Tendré cuidado con ellas.
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Si Dura-Europos fuera prueba contundente (nunca nadie pisó luego la ciudad, que por cierto se pone como ejemplo de convivencia ideológica modélica, tanto con persas como con romanos prenicenos – ¡tiempos …!), si el único papiro datado de Oxirrinco dijera inequívocamente «Cristiano» o contuviera doctrina de tal cariz, si los escuetos epitafios frigios llevaran un «currículum vitae» anexo, que dijera quiénes metieron mano en ellos … entonces, D. Carlos, me rendiría a la evidencia. Pero así, no lo hago. Y no crea que es cabezonería, ni orgullo herido, sino mero – miedo me da decirlo – sentido común.
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Y los otros centenares de inscripciones, papiros y documentos con referencias y textos cristianos que no incluyen una fecha concreta son lo que son. Sin que haya que encajarlos en ningún sitio, porque lo que no se sabe de qué fecha es, pues no se sabe. Y no hay más.
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En modo alguno mi tesis requiere un Eusebio como Vd. lo pinta, «un supervillano con superpoderes«. Yo jamás he dicho tal cosa, ni parecida. Eusebio de Cesarea fue un Maestro de Sabiduría y un héroe. ¿De donde la parece que vienen los mejores pasajes, los más líricos, los más profundos, de todo el Nuevo Testamento? Le diré: Los Originales de las Cartas de Santiago, de la primera y de la segunda, de la primera Carta de Juan, del Evangelio de Juan y del de Marcos, los Originales son de Eusebio. Los tiene en la Web, que por eso la bauticé como sofiaoriginals, Originales de Sabiduría en nuestros Evangelios. Écheles un vistacillo.
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Otro gallo le cantara a la Organización que Vd. defiende, humildemente opino, si sacara lustre a tales Originales y los enseñara, en vez de centrar el foco en Jesucristo y la moral paulina, de mucho menor nivel.
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Escribió Eusebio los libros ficticios, pero por obligación. Le iba la vida en ello. Pero dejó, estoy convencido, aunque sin hallarlas aún, muestras de su disconformidad con lo que se veía obligado a realizar, con firmas o de otro modo.
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Lo de Eusebio viajando por el mundo romano fabricando falsas pruebas es una imaginación suya, D. Carlos. Está bien como ejercicio lúdico, y no dudo de que le habrá proporcionado gratos ratos, a solas y con los amigos, pero eso sí que es imaginación ficción. Ni hablar del peluquín, que se decía antes.
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¿El Himno de Oxirrinco pagano y extraño? ¿Por qué? Admito que sea Cristiano, pero posterior a Nicea, al invento y su aplicación, que eso fue Nicea, la puesta de largo del Cristianismo. Y ya le he comentado que tampoco hay que forzar los límites a la radioactividad del Evangelio de Judas. Basta con entender la esencia del análisis de la pérdida del isótopo Carbono 14. Y eso se aprende en Google.
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En cambio los Padres de la Iglesia sí que fueron factores coadyuvantes, por decirlo en términos médicos y finos. Completaron la labor de los primeros, perfeccionándola, dándole un mejor revestimiento, un nuevo empaque, más intelectual, más completo. Llenaron los huecos que habían quedado. Por ejemplo, San Jerónimo, plenamente involucrado. O San Ambrosio, maestro de intolerancia. A él sí que no le hubiera venido mal un paseo por Dura-Europos cuando aún era romana, pero nació demasiado tarde para eso.
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No está claro si Robert Estienne hizo la labor, o se la dieron hecha, como le pasó a Eusebio. Y dudo que se pueda saber. Los signos de puntuación es una tarea compleja, no es cosa simple, puede tener muchas fases y no todas están claras. Tampoco hace falta aclararlo todo. Y toda esa lista que menciona, es, como lo del malvado Eusebio, otra diversión suya personal.
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Tras toda la argumentación intercambiada, por mi parte me documentaré sobre Dura–Europos y sobre las tumbas frigias, los diferentes calendarios, bibliografía de varias fuentes. Es en lo que estoy más en carencia. Si resulta difícil datar de manera científica los papiros neotestamentarios, no me hago ilusiones de que sea más fácil datar papiros ignotos hallados en cuevas sin nombre, allá en Oxirrinco. Incluso por la cantidad necesaria a destruir en el ensayo.
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Y no fueron, ni Eusebio, ni Osio, escritores milagrosos. Las «dataciones» paleográficas ya han realizado su cometido, evitar que se hagan dataciones científicas, permitiendo salvar la cara. Y no es que sean pocas las de Carbono 14, es que no hay ninguna de papiros neotestamentarios de los siglos I, II o III, tales como los Bodmer o Chester Beaty, los únicos que conozco que podrían dar luz.
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Lo que hemos hecho, D. Carlos, es poner dos planteamientos sobre la mesa. Esto ha sido una declaración de principios. La discusión, si Vd. quiere, empezará ahora.
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Un afectuoso saludo.
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Fernando
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………. Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En https://www.sofiaoriginals.com/ expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.
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